/ viernes 27 de enero de 2023

Crónica: Diego no logró convencer al juez

Jessica González obtuvo justicia después de dos años

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- En ninguna de las 24 audiencias del juicio oral había llegado tanta gente. Pero hoy, cuando el juez Ariel Montoya Romero se comprometió a dar su fallo, ni la sala más grande del Tutelar de Menores fue suficiente para que cupieran reporteros, familias, observadores de Derechos Humanos y muchos policías.

Era el Día D. Era el día que Diego Urik sabría si era declarado culpable o inocente por el feminicidio de Jessica González Villaseñor, a quien conoció en el festival Colors, un encuentro de música electrónica que se celebra al sur de la ciudad.

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Desde ese día intercambiaron teléfonos y comenzó una relación dispar: ella enamorada de él, pero él sin quererse comprometer, pues al mismo tiempo mantenía otras relaciones, lo que incluía una novia formal y una mejor amiga que, decía, también lo amaba.

Para el juez de oralidad quedó demostrado que el 21 de septiembre de 2020, alrededor de las 17:00 horas, Diego tomó su automóvil y recogió a Jessica en las cercanías de su casa, por el rumbo del estadio de Morelos. De ahí, se dirigieron al fraccionamiento Montaña Monarca, donde él vivía. En esa zona, Diego abusó sexualmente de la joven, para después matarla con 31 golpes. Posteriormente metió el cuerpo en la cajuela, llamó a dos de sus mejores amigos y les pidió ayuda, pero éstos se negaron. Así, Urik cargó el cadáver, lo dejó en medio del bosque y regresó con sus compañeros para ir un rato a su casa y posteriormente apostar en un casino, con 200 pesos que estaban en el monedero de Jessica.

A la postre, esos mismos amigos y esa misma amiga que lo amaba, testificarían en su contra para hundirlo con sus relatos.

Vestido con camisa café y con un guardia que nunca le quitó la mirada de encima, Diego tuvo que escuchar no solo los argumentos del juez, sino las consignas que se gritaban desde afuera del Tutelar de Menores: “Ya cayó, ya cayó, pinche Diego ya cayó” era el grito que retumbaba en la sala, además del sonido del barandal que era zarandeado por decenas de feministas que aguardaban en la avenida, allá por la Tenencia Morelos.

En un monólogo que se extendió por más de dos horas, el juez desechó cada uno de los argumentos de los abogados defensores, que a diferencia de la etapa del debate contra los fiscales, ahora solo podían escuchar sin decir absolutamente nada.

La madre de Jessica, Verónica Villaseñor, permaneció firme en su lugar y en cuanto escuchó el fallo condenatorio se abrazó con su esposo e hijos, para después dar una breve entrevista a los medios y afirmar que por fin le puede decir “asesino” a ese joven del que nunca supo que salía con su hija.

En contraparte, padre y madre de Diego salieron inmediatamente del sitio y al ser reconocidos por las colectivas tuvieron que escuchar más y más consignas, por lo que no tardaron en abordar sus autos y abandonar el lugar.

A Diego lo subieron al transporte oficial del Sistema Penal y nadie supo por dónde salió, pero tendrá que regresar el 3 de febrero para que le dicten sentencia, que todo apunta, será de 50 años de prisión, pues el juez adelantó que se probaron todas las agravantes de un feminicidio.

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- En ninguna de las 24 audiencias del juicio oral había llegado tanta gente. Pero hoy, cuando el juez Ariel Montoya Romero se comprometió a dar su fallo, ni la sala más grande del Tutelar de Menores fue suficiente para que cupieran reporteros, familias, observadores de Derechos Humanos y muchos policías.

Era el Día D. Era el día que Diego Urik sabría si era declarado culpable o inocente por el feminicidio de Jessica González Villaseñor, a quien conoció en el festival Colors, un encuentro de música electrónica que se celebra al sur de la ciudad.

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Desde ese día intercambiaron teléfonos y comenzó una relación dispar: ella enamorada de él, pero él sin quererse comprometer, pues al mismo tiempo mantenía otras relaciones, lo que incluía una novia formal y una mejor amiga que, decía, también lo amaba.

Para el juez de oralidad quedó demostrado que el 21 de septiembre de 2020, alrededor de las 17:00 horas, Diego tomó su automóvil y recogió a Jessica en las cercanías de su casa, por el rumbo del estadio de Morelos. De ahí, se dirigieron al fraccionamiento Montaña Monarca, donde él vivía. En esa zona, Diego abusó sexualmente de la joven, para después matarla con 31 golpes. Posteriormente metió el cuerpo en la cajuela, llamó a dos de sus mejores amigos y les pidió ayuda, pero éstos se negaron. Así, Urik cargó el cadáver, lo dejó en medio del bosque y regresó con sus compañeros para ir un rato a su casa y posteriormente apostar en un casino, con 200 pesos que estaban en el monedero de Jessica.

A la postre, esos mismos amigos y esa misma amiga que lo amaba, testificarían en su contra para hundirlo con sus relatos.

Vestido con camisa café y con un guardia que nunca le quitó la mirada de encima, Diego tuvo que escuchar no solo los argumentos del juez, sino las consignas que se gritaban desde afuera del Tutelar de Menores: “Ya cayó, ya cayó, pinche Diego ya cayó” era el grito que retumbaba en la sala, además del sonido del barandal que era zarandeado por decenas de feministas que aguardaban en la avenida, allá por la Tenencia Morelos.

En un monólogo que se extendió por más de dos horas, el juez desechó cada uno de los argumentos de los abogados defensores, que a diferencia de la etapa del debate contra los fiscales, ahora solo podían escuchar sin decir absolutamente nada.

La madre de Jessica, Verónica Villaseñor, permaneció firme en su lugar y en cuanto escuchó el fallo condenatorio se abrazó con su esposo e hijos, para después dar una breve entrevista a los medios y afirmar que por fin le puede decir “asesino” a ese joven del que nunca supo que salía con su hija.

En contraparte, padre y madre de Diego salieron inmediatamente del sitio y al ser reconocidos por las colectivas tuvieron que escuchar más y más consignas, por lo que no tardaron en abordar sus autos y abandonar el lugar.

A Diego lo subieron al transporte oficial del Sistema Penal y nadie supo por dónde salió, pero tendrá que regresar el 3 de febrero para que le dicten sentencia, que todo apunta, será de 50 años de prisión, pues el juez adelantó que se probaron todas las agravantes de un feminicidio.

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