/ lunes 20 de febrero de 2023

Juan, el multi-instrumentista y compositor guiado por el mundo de los sonidos

El músico aseguró que ser invidente no fue una ventaja ni desventaja

Morelia, Mich (OEM/ Infomex).- El propósito de una existencia se puede construir de diversas formas y para José Antonio González Barrera ha sido el mundo de los sonidos el que le ha otorgado ese sentido vital. Prueba de esto es que se ha dedicado a la música 29 años y planea continuar en ese sendero.

Así lo manifestó González Barrera en entrevista, el cual también relató que su formación ha sido esencialmente autodidacta. Y es que se deja entrever que entiende a la constancia como la clave para el crecimiento personal y profesional.

De hecho, en ninguna parte de su relato atribuyó ninguna ventaja o desventaja a ser invidente, como sí a que las horas de ensayo y dedicación le han dado sus capacidades interpretativas y creativas, gracias a lo cual ahora es multiinstrumentista, compositor y productor musical.

Pero más allá de centrarse en ganar aplausos, expresó que una de las cosas que más disfruta de su labor como productor es ayudar a personas a cumplir el sueño de componer una canción, pues contó que “hay personas que dicen saber sólo dos o tres acordes en la guitarra, pero tienen ideas con las letras, entonces me encargo de ponerles un violín, batería, piano o saxofón, cosas así”.

Se trata de un trabajo a pequeña escala, sin que ello implique un menor valor en absoluto. El mismo González Barrera lo expresó de la siguiente forma: "soy un músico de barrio, todo es en plan casero”. Además, refirió que con los proyectos actuales busca darse a conocer como productor y director artístico, además de grabar relatos infantiles. En el 2016 publicó el álbum Cuentos para soñar, que tuvo apoyo de la Secretaría de Cultura de Michoacán (Secum).

El sendero por la música

Sobre el modo en que llegó a este arte, González Barrera relató que fueron la música que escuchaban sus padres y caricaturas como el anime Remi, “siempre me gustó mucho sobre todo porque se trataba de un niño que tocaba muchos instrumentos, entonces siendo niño dije ‘ah yo quiero ser eso’, son cosas que uno expresa de pequeño, aunque no te imagines hasta donde va a llegar”.

Y es que la música no se trató de una ocurrencia fugaz, porque persistió a través del tiempo, incluso a la llegada de la peliaguda etapa de secundaria. “En la escuela querían hacer una rondalla y nos encargaron una guitarra, entonces una de mis tías tenía una guitarra desvencijada en su clóset, la revivimos y fue que empecé a aprender mis primeros acordes”.

Más todavía, la vocación debió sobrevivir a las deficiencias educativas, pues González Barrera recordó que hubo maestros “que ni nos enseñaron nada, eran medio flojos; entonces me tocó por mi cuenta, un tío me empezó a enseñar, a escuchar los discos y a sacar de oído las canciones”.

Luego, el entrenamiento vino con presentaciones en bares y grupos versátiles, “se hacía mucha escuela porque a veces a la semana encargaban cinco o hasta 10 canciones que era necesario saber, fue así que aprendí mucho repertorio; la verdad es que hay riqueza musical en todos los estilos y cuando vas madurando se aprende a apreciar los boleros, los tangos, la ópera, el jazz”.

El aprendizaje, los ensayos y el ánimo de saber le llevaron también a conocer varios instrumentos, tanto que él mismo refiere que, sin ánimo de presunción, puede interpretar 40 “entre cuerdas, metales, percusiones; la verdad es que todo lo que haga ruido me encanta, lo maravilloso de la música es que nunca dejas de aprender”.

Pero los sinsabores no dejan de estar presentes y en el caso del gremio musical, la discriminación se da por el tipo de formación obtenida, de manera que aquellos que estudian en un conservatorio tienden a menospreciar a quienes no accedieron a una formación en esas instancias.

Esto último, dijo González Barrera, “siempre ha sido algo muy marcado, alguna vez tuve contacto con músicos del Conservatorio y de Bellas Artes y sí era muy marcado, al estilo de ‘nosotros acá y el populacho allá’, a menos que vean que tienes nivel te van aceptando”. Y es que, pese al clasismo o a grillas, lo que cuenta finalmente es el compromiso personal, pues dijo que “se nota cuando uno tiene 50 o 500 noches de ensayos, eso no se puede ocultar”.

Además, expresó que la enseñanza tiene un componente de generosidad, pues ha experimentado que “aunque hay músicos, es poca la gente que te comparte el conocimiento; la verdad también aprendí que mucho del éxito viene de los pequeños errores, esas pruebas en donde no te salió son los que a fin de cuentas te llevan a lograr lo que quieres”.

Morelia, Mich (OEM/ Infomex).- El propósito de una existencia se puede construir de diversas formas y para José Antonio González Barrera ha sido el mundo de los sonidos el que le ha otorgado ese sentido vital. Prueba de esto es que se ha dedicado a la música 29 años y planea continuar en ese sendero.

Así lo manifestó González Barrera en entrevista, el cual también relató que su formación ha sido esencialmente autodidacta. Y es que se deja entrever que entiende a la constancia como la clave para el crecimiento personal y profesional.

De hecho, en ninguna parte de su relato atribuyó ninguna ventaja o desventaja a ser invidente, como sí a que las horas de ensayo y dedicación le han dado sus capacidades interpretativas y creativas, gracias a lo cual ahora es multiinstrumentista, compositor y productor musical.

Pero más allá de centrarse en ganar aplausos, expresó que una de las cosas que más disfruta de su labor como productor es ayudar a personas a cumplir el sueño de componer una canción, pues contó que “hay personas que dicen saber sólo dos o tres acordes en la guitarra, pero tienen ideas con las letras, entonces me encargo de ponerles un violín, batería, piano o saxofón, cosas así”.

Se trata de un trabajo a pequeña escala, sin que ello implique un menor valor en absoluto. El mismo González Barrera lo expresó de la siguiente forma: "soy un músico de barrio, todo es en plan casero”. Además, refirió que con los proyectos actuales busca darse a conocer como productor y director artístico, además de grabar relatos infantiles. En el 2016 publicó el álbum Cuentos para soñar, que tuvo apoyo de la Secretaría de Cultura de Michoacán (Secum).

El sendero por la música

Sobre el modo en que llegó a este arte, González Barrera relató que fueron la música que escuchaban sus padres y caricaturas como el anime Remi, “siempre me gustó mucho sobre todo porque se trataba de un niño que tocaba muchos instrumentos, entonces siendo niño dije ‘ah yo quiero ser eso’, son cosas que uno expresa de pequeño, aunque no te imagines hasta donde va a llegar”.

Y es que la música no se trató de una ocurrencia fugaz, porque persistió a través del tiempo, incluso a la llegada de la peliaguda etapa de secundaria. “En la escuela querían hacer una rondalla y nos encargaron una guitarra, entonces una de mis tías tenía una guitarra desvencijada en su clóset, la revivimos y fue que empecé a aprender mis primeros acordes”.

Más todavía, la vocación debió sobrevivir a las deficiencias educativas, pues González Barrera recordó que hubo maestros “que ni nos enseñaron nada, eran medio flojos; entonces me tocó por mi cuenta, un tío me empezó a enseñar, a escuchar los discos y a sacar de oído las canciones”.

Luego, el entrenamiento vino con presentaciones en bares y grupos versátiles, “se hacía mucha escuela porque a veces a la semana encargaban cinco o hasta 10 canciones que era necesario saber, fue así que aprendí mucho repertorio; la verdad es que hay riqueza musical en todos los estilos y cuando vas madurando se aprende a apreciar los boleros, los tangos, la ópera, el jazz”.

El aprendizaje, los ensayos y el ánimo de saber le llevaron también a conocer varios instrumentos, tanto que él mismo refiere que, sin ánimo de presunción, puede interpretar 40 “entre cuerdas, metales, percusiones; la verdad es que todo lo que haga ruido me encanta, lo maravilloso de la música es que nunca dejas de aprender”.

Pero los sinsabores no dejan de estar presentes y en el caso del gremio musical, la discriminación se da por el tipo de formación obtenida, de manera que aquellos que estudian en un conservatorio tienden a menospreciar a quienes no accedieron a una formación en esas instancias.

Esto último, dijo González Barrera, “siempre ha sido algo muy marcado, alguna vez tuve contacto con músicos del Conservatorio y de Bellas Artes y sí era muy marcado, al estilo de ‘nosotros acá y el populacho allá’, a menos que vean que tienes nivel te van aceptando”. Y es que, pese al clasismo o a grillas, lo que cuenta finalmente es el compromiso personal, pues dijo que “se nota cuando uno tiene 50 o 500 noches de ensayos, eso no se puede ocultar”.

Además, expresó que la enseñanza tiene un componente de generosidad, pues ha experimentado que “aunque hay músicos, es poca la gente que te comparte el conocimiento; la verdad también aprendí que mucho del éxito viene de los pequeños errores, esas pruebas en donde no te salió son los que a fin de cuentas te llevan a lograr lo que quieres”.

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