/ lunes 25 de septiembre de 2023

Michoacán y la UMSNH fueron la antesala del 68

El Estado no ha reconocido el daño, no se ha disculpado ni ha generado acciones de justicia restaurativa

Morelia, Michoacán.- La entrada del ejército en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) el 16 de mayo de 2023 fue algo que el historiador Orépani García Rodríguez definió como un suceso sensible debido a un hecho histórico ocurrido en octubre de 1966.

La cuestión es que, antes de los sucesos del 68 en Ciudad de México, en Morelia hubo dos años antes un episodio de represión y cacería contra los estudiantes, un episodio que además fue uno de los tantos ecos generados por la Guerra Fría en distintos rincones del mundo.

Foto: Fernando Maldonado | El Sol de Morelia

De acuerdo con la explicación detallada de García Rodríguez, la rivalidad entre las superpotencias que eran la Unión Soviética y Estados Unidos tuvo consecuencias en muchos otros territorios, incluido México y por supuesto Michoacán.

“El movimiento y los acontecimientos lamentables del 66 hay que ponerlo en contexto internacional, hay que recordar que después de la Segunda Guerra Mundial vino el reacomodo político de la Guerra Fría”, que fue una confrontación de ideologías. Esto implicó, dijo, que luego del triunfo de la revolución cubana en 1959, Estados Unidos volteó hacia América Latina “con mucha preocupación y empujó gobiernos de derecha en toda Latinoamérica, y México no fue la excepción”, mencionó García Rodríguez.

Foto: Carmen Hernández | El Sol de Morelia

Entonces, aunque en décadas anteriores hubo en México gobiernos que impulsaron tanto esquemas de educación como políticas socialistas, al llegar la era de la Guerra Fría el gobierno federal viró hacia la derecha. En este escenario, empezaron a surgir en nuestro país y en el resto de Latinoamérica movimientos de izquierda.

“Normalmente –expuso García Rodríguez- estos movimientos tienen dos alas: la campesina y la obrera; en Michoacán y en México no se desarrolló la obrera mientras que la campesina sí, pero lo que sustituyó en nuestro país al ala obrera fue la estudiantil, hubo un desarrollo de la ideología de izquierda inspirada en la Revolución cubana en las universidades”.

Entonces, García Rodríguez relató que en 1960 ocurrieron huelgas estudiantiles que pedían reformas a la ley orgánica de la Casa Nicolaita, en las que se pedía “que se hiciera más progresista, de hecho llevaron a la renuncia del entonces rector Alfredo Gálvez Bravo y la elección, en 1961, de un rector de inspiración marxista, Elí de Gortari”, el cual generó muchos cambios en la Universidad Michoacana, que le dieron un perfil más socialista.

Esto, refirió García Rodríguez, propició el descontento entre los grupos de derecha asentados en el estado. El conflicto escaló cuando uno de los integrantes de estos colectivos, un hombre llamado Agustín Arriaga Rivera, llegó a encabezar el gobierno de Michoacán en 1962.

Él fue, mencionó el historiador, “un gobernador abiertamente de derecha que no permitió el avance de las fuerzas progresistas en la Universidad Michoacana, entonces comenzó una situación tensa”, que derivó en la salida de Elí de Gortari de la rectoría en 1963. A esto siguió, dijo, un periodo conocido como la “tensa calma”, la cual tuvo su nefasta culminación en el mes de octubre de 1966.

El conflicto y la cacería

El rector que siguió fue Nicanor Gómez Reyes, que también era de inspiración popular, acompañado por una junta de gobierno de la universidad de perfil centrista y estudiantes que continuaban en lucha. Pero lo que rompió la calma fue la determinación del gobierno estatal de subir el precio del transporte, “un tema porque estaba subsidiado justamente para los estudiantes, entonces comenzaron los movimientos de huelga el 2 de octubre de 1966”.

Fue una huelga extendida por días, siendo represión la respuesta del gobierno. En este punto, García Rodríguez comentó que Arriaga Rivera tuvo apoyo del PRI y de un medio de comunicación impreso cuyo eslogan dice: “la voz del pueblo hecha periódico”, para descalificar al movimiento estudiantil.

La narrativa de estos poderes fácticos era que los estudiantes “buscaban derrocar al gobierno democrático de México, que eran revolucionarios, que eran comunistas pagados por Rusia, pero eran unos estudiantes que de ninguna manera pretendía llegar al poder político en el país”.

Las cosas no terminaron en la descalificación mediática, pues como relató García Rodríguez, “comenzó el terrorismo de Estado, la policía y el ejército empezaron a buscar estudiantes, fue una semana de crisis y los jóvenes se pertrecharon en la cuadra donde está Bellas Artes y el Colegio de San Nicolás”.

Al cabo de eso, Arriaga Rivera determinó que en la universidad no habría nada de izquierdismo, entonces “rompió las puertas del Colegio de San Nicolás, entró el ejército, atraparon a muchos chicos y persiguen a muchos otros, a los líderes de esa época como Efrén Capiz y Joel Caro; ahí terminaron los hechos”.

Foto: Fernando Maldonado | El Sol de Morelia

El historiador comentó que si bien no tiene registro de asesinatos, sí hubo mucha persecución de parte del Estado. Tampoco hay, dijo, cifras de cuántos estudiantes fueron represaliados, “puede haber estimaciones, pero no números, porque eran encarcelamientos ilegales, no habían cometido delito alguno, fue más bien por razones políticas y al ser privados de la libertad al margen de la legislación, que obliga a que las personas sean arrestadas a partir de un delito, pues no hay registros”.

Los que hay, agregó García Rodríguez, fueron generados “con cargos ficticios de alteración al orden público, pero no hay registros reales, no hay un estudio a fondo que maneje esas cifras, es una tarea historiográfica pendiente”.

El poeta

Frente a los poderes fácticos que apoyaron a Arriaga Rivera, hubo voces que se pusieron del lado de los estudiantes, siendo el caso del poeta Ramón Martínez Ocaranza. Pero él tampoco se libró de las represalias, “fue un verdadero ejemplo de honradez política y es un claro ejemplo de cómo los nicolaitas fueron perseguidos por sus ideas”.

Las represalias contra el autor del poemario Patología del ser, mencionó el historiador, “se fue diluyendo al cabo de los años”, principalmente porque la oposición fue esterilizada de manera paulatina. Esto nos lleva hacia el siguiente punto en la presente historia.

Las consecuencias

Después de ese episodio, comentó García Rodríguez, “la consecuencia fue que hubo un cambio en la ley orgánica, se hizo una ley regresiva y conservadora, se le dio más poder a la Junta de Gobierno, que era electa directamente por el gobernador, pues la Junta de Gobierno elegía a rectores que obedecían directamente al ejecutivo; todos los avances democráticos se tiran por tierra”.

Añadió que esas Juntas de Gobierno tenían la función de elegir directores, revisar y aprobar los presupuestos, es decir, de ejercer un control cuasi total. El historiador mencionó que esta situación duró desde el año 1966 hasta 1986, que fue cuando hubo otra reforma a la ley orgánica de la Universidad Michoacana.

Respecto a los estudiantes represaliados en los 60, García Rodríguez mencionó que no ha habido acciones de reparación, “de hecho todo lo contrario, ahora lo que vemos es que se quiere de nueva cuenta la entrada del ejército a la Universidad Michoacana después de este suceso tan sensible para la comunidad universitaria, sobre todo sensible para aquellos que sí se sienten nicolaitas y saben la historia de nuestra universidad; no quiero entrar en polémicas pero es un tema que se debe tratar con mucho cuidado y sensibilidad”.

En este punto, García Rodríguez manifestó que la Universidad Michoacana no es un Estado paralelo que se encuentre dentro del Estado mexicano, pero sí que la entrada de elementos del ejército mexicano a las instalaciones de la máxima casa de estudios, de ocurrir, debe hacerse “con mucho cuidado, si ocurriera que las fuerzas públicas tuvieran que entrar sí se tiene que hacer con mucho cuidado y sensibilidad, eso es lo que se pide nada más”.

Morelia, Michoacán.- La entrada del ejército en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) el 16 de mayo de 2023 fue algo que el historiador Orépani García Rodríguez definió como un suceso sensible debido a un hecho histórico ocurrido en octubre de 1966.

La cuestión es que, antes de los sucesos del 68 en Ciudad de México, en Morelia hubo dos años antes un episodio de represión y cacería contra los estudiantes, un episodio que además fue uno de los tantos ecos generados por la Guerra Fría en distintos rincones del mundo.

Foto: Fernando Maldonado | El Sol de Morelia

De acuerdo con la explicación detallada de García Rodríguez, la rivalidad entre las superpotencias que eran la Unión Soviética y Estados Unidos tuvo consecuencias en muchos otros territorios, incluido México y por supuesto Michoacán.

“El movimiento y los acontecimientos lamentables del 66 hay que ponerlo en contexto internacional, hay que recordar que después de la Segunda Guerra Mundial vino el reacomodo político de la Guerra Fría”, que fue una confrontación de ideologías. Esto implicó, dijo, que luego del triunfo de la revolución cubana en 1959, Estados Unidos volteó hacia América Latina “con mucha preocupación y empujó gobiernos de derecha en toda Latinoamérica, y México no fue la excepción”, mencionó García Rodríguez.

Foto: Carmen Hernández | El Sol de Morelia

Entonces, aunque en décadas anteriores hubo en México gobiernos que impulsaron tanto esquemas de educación como políticas socialistas, al llegar la era de la Guerra Fría el gobierno federal viró hacia la derecha. En este escenario, empezaron a surgir en nuestro país y en el resto de Latinoamérica movimientos de izquierda.

“Normalmente –expuso García Rodríguez- estos movimientos tienen dos alas: la campesina y la obrera; en Michoacán y en México no se desarrolló la obrera mientras que la campesina sí, pero lo que sustituyó en nuestro país al ala obrera fue la estudiantil, hubo un desarrollo de la ideología de izquierda inspirada en la Revolución cubana en las universidades”.

Entonces, García Rodríguez relató que en 1960 ocurrieron huelgas estudiantiles que pedían reformas a la ley orgánica de la Casa Nicolaita, en las que se pedía “que se hiciera más progresista, de hecho llevaron a la renuncia del entonces rector Alfredo Gálvez Bravo y la elección, en 1961, de un rector de inspiración marxista, Elí de Gortari”, el cual generó muchos cambios en la Universidad Michoacana, que le dieron un perfil más socialista.

Esto, refirió García Rodríguez, propició el descontento entre los grupos de derecha asentados en el estado. El conflicto escaló cuando uno de los integrantes de estos colectivos, un hombre llamado Agustín Arriaga Rivera, llegó a encabezar el gobierno de Michoacán en 1962.

Él fue, mencionó el historiador, “un gobernador abiertamente de derecha que no permitió el avance de las fuerzas progresistas en la Universidad Michoacana, entonces comenzó una situación tensa”, que derivó en la salida de Elí de Gortari de la rectoría en 1963. A esto siguió, dijo, un periodo conocido como la “tensa calma”, la cual tuvo su nefasta culminación en el mes de octubre de 1966.

El conflicto y la cacería

El rector que siguió fue Nicanor Gómez Reyes, que también era de inspiración popular, acompañado por una junta de gobierno de la universidad de perfil centrista y estudiantes que continuaban en lucha. Pero lo que rompió la calma fue la determinación del gobierno estatal de subir el precio del transporte, “un tema porque estaba subsidiado justamente para los estudiantes, entonces comenzaron los movimientos de huelga el 2 de octubre de 1966”.

Fue una huelga extendida por días, siendo represión la respuesta del gobierno. En este punto, García Rodríguez comentó que Arriaga Rivera tuvo apoyo del PRI y de un medio de comunicación impreso cuyo eslogan dice: “la voz del pueblo hecha periódico”, para descalificar al movimiento estudiantil.

La narrativa de estos poderes fácticos era que los estudiantes “buscaban derrocar al gobierno democrático de México, que eran revolucionarios, que eran comunistas pagados por Rusia, pero eran unos estudiantes que de ninguna manera pretendía llegar al poder político en el país”.

Las cosas no terminaron en la descalificación mediática, pues como relató García Rodríguez, “comenzó el terrorismo de Estado, la policía y el ejército empezaron a buscar estudiantes, fue una semana de crisis y los jóvenes se pertrecharon en la cuadra donde está Bellas Artes y el Colegio de San Nicolás”.

Al cabo de eso, Arriaga Rivera determinó que en la universidad no habría nada de izquierdismo, entonces “rompió las puertas del Colegio de San Nicolás, entró el ejército, atraparon a muchos chicos y persiguen a muchos otros, a los líderes de esa época como Efrén Capiz y Joel Caro; ahí terminaron los hechos”.

Foto: Fernando Maldonado | El Sol de Morelia

El historiador comentó que si bien no tiene registro de asesinatos, sí hubo mucha persecución de parte del Estado. Tampoco hay, dijo, cifras de cuántos estudiantes fueron represaliados, “puede haber estimaciones, pero no números, porque eran encarcelamientos ilegales, no habían cometido delito alguno, fue más bien por razones políticas y al ser privados de la libertad al margen de la legislación, que obliga a que las personas sean arrestadas a partir de un delito, pues no hay registros”.

Los que hay, agregó García Rodríguez, fueron generados “con cargos ficticios de alteración al orden público, pero no hay registros reales, no hay un estudio a fondo que maneje esas cifras, es una tarea historiográfica pendiente”.

El poeta

Frente a los poderes fácticos que apoyaron a Arriaga Rivera, hubo voces que se pusieron del lado de los estudiantes, siendo el caso del poeta Ramón Martínez Ocaranza. Pero él tampoco se libró de las represalias, “fue un verdadero ejemplo de honradez política y es un claro ejemplo de cómo los nicolaitas fueron perseguidos por sus ideas”.

Las represalias contra el autor del poemario Patología del ser, mencionó el historiador, “se fue diluyendo al cabo de los años”, principalmente porque la oposición fue esterilizada de manera paulatina. Esto nos lleva hacia el siguiente punto en la presente historia.

Las consecuencias

Después de ese episodio, comentó García Rodríguez, “la consecuencia fue que hubo un cambio en la ley orgánica, se hizo una ley regresiva y conservadora, se le dio más poder a la Junta de Gobierno, que era electa directamente por el gobernador, pues la Junta de Gobierno elegía a rectores que obedecían directamente al ejecutivo; todos los avances democráticos se tiran por tierra”.

Añadió que esas Juntas de Gobierno tenían la función de elegir directores, revisar y aprobar los presupuestos, es decir, de ejercer un control cuasi total. El historiador mencionó que esta situación duró desde el año 1966 hasta 1986, que fue cuando hubo otra reforma a la ley orgánica de la Universidad Michoacana.

Respecto a los estudiantes represaliados en los 60, García Rodríguez mencionó que no ha habido acciones de reparación, “de hecho todo lo contrario, ahora lo que vemos es que se quiere de nueva cuenta la entrada del ejército a la Universidad Michoacana después de este suceso tan sensible para la comunidad universitaria, sobre todo sensible para aquellos que sí se sienten nicolaitas y saben la historia de nuestra universidad; no quiero entrar en polémicas pero es un tema que se debe tratar con mucho cuidado y sensibilidad”.

En este punto, García Rodríguez manifestó que la Universidad Michoacana no es un Estado paralelo que se encuentre dentro del Estado mexicano, pero sí que la entrada de elementos del ejército mexicano a las instalaciones de la máxima casa de estudios, de ocurrir, debe hacerse “con mucho cuidado, si ocurriera que las fuerzas públicas tuvieran que entrar sí se tiene que hacer con mucho cuidado y sensibilidad, eso es lo que se pide nada más”.

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