/ lunes 17 de octubre de 2022

Morelia pierde 25 marcas colectivas por falta de pago, ¿qué significa para los artesanos?

El plan a corto plazo es pagar las marcas vencidas ante el IMPI, además de que ya tramitan el registro de otros productos

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- De las 48 marcas colectivas artesanales con las que cuenta el estado de Michoacán, 25 ya están vencidas por falta de pago, lo que deja en evidencia el abandono gubernamental en esta materia que pretende incentivar la venta de distintos productos, así como su proceso de elaboración.

El concepto de marca colectiva hace referencia “a signos expresados en una imagen gráfica que indica una procedencia geográfica, así como el proceso de elaboración, el material que se utiliza y los saberes acumulados de generación en generación”, explica Luis Meza, abogado experto en materia de derechos de autor.

Las marcas colectivas que siguen vigentes son los tejidos artesanales de Angahuan, la laca perfilada en oro y la manta artesanal de Pátzcuaro, el bordado de Santa Cruz, en Tzintzuntzan; las catrinas y la alfarería de Capula, la cantera y el ate de Morelia, las guitarras de Paracho, el cobre martillado de Santa Clara, las esferas de Tlalpujahua, los rebozos de Aranza y los de La Piedad, el tejido de Turícuaro, la alfarería de Zinapécuaro, la pasta de caña de maíz en la región purépecha, los huaraches y el chorizo de Huetamo, el queso de Cotija, los molcajetes de piedra en San Nicolás Obispo, los toritos de petate en Tarímbaro y las vinatas de Michoacán.

En contraparte, dejaron que el registro ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) se venciera en los casos del oro de Huetamo, los bordados de Tócuaro, Tarécuaro y Zacán, el tejido de Cuanajo, la alfarería de Tzintzuntzan, las piñas de barro de San José de Gracia, la silla de Opopeo, el mueble tallado de Pichátaro, el juguete artesanal de Michoacán, la fresa michoacana, el sombrero de Jarácuaro, las fibras vegetales del Lago de Pátzcuaro, la alfarería de Patamban, el mueble estilo Pátzcuaro, la trucha “Michín”, las ollas y el guanengo bordado de Cocucho, las ollas de Zipiajo, el mueble artesanal de Cuanajo , el Maque de Michoacán e incluso lo muy famosos diablitos de Ocumicho, lo mismo que los deshilados de San Felipe de Los Herreros y la marca aguacatera Avo Mich.

Algunos de esos registros se perdieron desde 2016, como el caso de los tejidos de Cuanajo, mientras que las piñas de San José de Gracia están por perder la marca en noviembre próximo.


La culpa, de gobiernos pasados: IAM

Sobre el tema, el director del Instituto del Artesano Michoacano (IAM) Castor Estrada Robles, asegura que fue en los dos gobiernos anteriores que se dejó no solo de pagar, sino de tener acercamientos con los artesanos, por lo que ahora diseñan una nueva estrategia en conjunto con la Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco).

En entrevista, dice que en 2008 se aprobó la idea de que en cada localidad se conformara una asociación civil con funciones de consejo regulador, para decidir qué artesanos podrían usar la marca. A la distancia, considera que fue una estrategia fallida, porque los productores no recibieron ninguna capacitación y su vocación no es la de administradores, además de que finalmente se hicieron grupos que fungían como “dueños de la marca” cuando en realidad pertenece a toda la comunidad.

Ahora, asegura que el plan a corto plazo es pagar las marcas vencidas ante el IMPI, además de que ya tramitan el registro de las quesadillas de Santa Ana Maya, los plátanos de Coahuayana, las guayabas del oriente y el Festival del torito de petate de Charo, así como las nochebuenas del Oriente de Michoacán, rosarios y coronas de Yurécuaro y sombreros de Huetamo.


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Los consejos reguladores pasarán a ser administrados por el gobierno del estado, pero los artesanos tendrán mano para definir cuáles son los criterios de producción. Al asumir el control desde la esfera institucional, se podrá controlar el calendario de vigencia de cada marca, pues llegó a suceder que las notificaciones se enviaban a las comunidades sin que nadie se enterara.


Recobrar marcas tardará casi un año

Cristina Jaimes Goroztieta, jefa del Departamento de Fomento al Cooperativismo y Marcas Colectivas de la Sedeco, calcula que recobrar el total de etiquetas ante el IMPI podría llevar hasta ocho meses, pues más allá del trámite hay que actualizar padrones, conversar con ayuntamientos y acudir a cada comunidad.

En términos de canales de venta, la funcionaria reconoce que no existe una página de Internet donde se pueda comprar en línea, y tampoco algún espacio físico para la demanda presencial.

Finalmente, el presidente del Consejo Michoacano de Marcas Colectivas, Abel Castillo, concuerda en el abandono en se dejaron a los artesanos e incluso relata que ferias artesanales se realizaron sin recursos estatales, pero confía en que las condiciones cambien con el gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla, experto en ese tema.

De acuerdo a la página del IMPI, el costo por el estudio de una solicitud nacional para el registro de una marca hasta la conclusión del trámite o, en su caso, la expedición del título, es de 2 mil 457 pesos, con renovaciones cada 10 años que tienen el mismo precio.

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- De las 48 marcas colectivas artesanales con las que cuenta el estado de Michoacán, 25 ya están vencidas por falta de pago, lo que deja en evidencia el abandono gubernamental en esta materia que pretende incentivar la venta de distintos productos, así como su proceso de elaboración.

El concepto de marca colectiva hace referencia “a signos expresados en una imagen gráfica que indica una procedencia geográfica, así como el proceso de elaboración, el material que se utiliza y los saberes acumulados de generación en generación”, explica Luis Meza, abogado experto en materia de derechos de autor.

Las marcas colectivas que siguen vigentes son los tejidos artesanales de Angahuan, la laca perfilada en oro y la manta artesanal de Pátzcuaro, el bordado de Santa Cruz, en Tzintzuntzan; las catrinas y la alfarería de Capula, la cantera y el ate de Morelia, las guitarras de Paracho, el cobre martillado de Santa Clara, las esferas de Tlalpujahua, los rebozos de Aranza y los de La Piedad, el tejido de Turícuaro, la alfarería de Zinapécuaro, la pasta de caña de maíz en la región purépecha, los huaraches y el chorizo de Huetamo, el queso de Cotija, los molcajetes de piedra en San Nicolás Obispo, los toritos de petate en Tarímbaro y las vinatas de Michoacán.

En contraparte, dejaron que el registro ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) se venciera en los casos del oro de Huetamo, los bordados de Tócuaro, Tarécuaro y Zacán, el tejido de Cuanajo, la alfarería de Tzintzuntzan, las piñas de barro de San José de Gracia, la silla de Opopeo, el mueble tallado de Pichátaro, el juguete artesanal de Michoacán, la fresa michoacana, el sombrero de Jarácuaro, las fibras vegetales del Lago de Pátzcuaro, la alfarería de Patamban, el mueble estilo Pátzcuaro, la trucha “Michín”, las ollas y el guanengo bordado de Cocucho, las ollas de Zipiajo, el mueble artesanal de Cuanajo , el Maque de Michoacán e incluso lo muy famosos diablitos de Ocumicho, lo mismo que los deshilados de San Felipe de Los Herreros y la marca aguacatera Avo Mich.

Algunos de esos registros se perdieron desde 2016, como el caso de los tejidos de Cuanajo, mientras que las piñas de San José de Gracia están por perder la marca en noviembre próximo.


La culpa, de gobiernos pasados: IAM

Sobre el tema, el director del Instituto del Artesano Michoacano (IAM) Castor Estrada Robles, asegura que fue en los dos gobiernos anteriores que se dejó no solo de pagar, sino de tener acercamientos con los artesanos, por lo que ahora diseñan una nueva estrategia en conjunto con la Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco).

En entrevista, dice que en 2008 se aprobó la idea de que en cada localidad se conformara una asociación civil con funciones de consejo regulador, para decidir qué artesanos podrían usar la marca. A la distancia, considera que fue una estrategia fallida, porque los productores no recibieron ninguna capacitación y su vocación no es la de administradores, además de que finalmente se hicieron grupos que fungían como “dueños de la marca” cuando en realidad pertenece a toda la comunidad.

Ahora, asegura que el plan a corto plazo es pagar las marcas vencidas ante el IMPI, además de que ya tramitan el registro de las quesadillas de Santa Ana Maya, los plátanos de Coahuayana, las guayabas del oriente y el Festival del torito de petate de Charo, así como las nochebuenas del Oriente de Michoacán, rosarios y coronas de Yurécuaro y sombreros de Huetamo.


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Los consejos reguladores pasarán a ser administrados por el gobierno del estado, pero los artesanos tendrán mano para definir cuáles son los criterios de producción. Al asumir el control desde la esfera institucional, se podrá controlar el calendario de vigencia de cada marca, pues llegó a suceder que las notificaciones se enviaban a las comunidades sin que nadie se enterara.


Recobrar marcas tardará casi un año

Cristina Jaimes Goroztieta, jefa del Departamento de Fomento al Cooperativismo y Marcas Colectivas de la Sedeco, calcula que recobrar el total de etiquetas ante el IMPI podría llevar hasta ocho meses, pues más allá del trámite hay que actualizar padrones, conversar con ayuntamientos y acudir a cada comunidad.

En términos de canales de venta, la funcionaria reconoce que no existe una página de Internet donde se pueda comprar en línea, y tampoco algún espacio físico para la demanda presencial.

Finalmente, el presidente del Consejo Michoacano de Marcas Colectivas, Abel Castillo, concuerda en el abandono en se dejaron a los artesanos e incluso relata que ferias artesanales se realizaron sin recursos estatales, pero confía en que las condiciones cambien con el gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla, experto en ese tema.

De acuerdo a la página del IMPI, el costo por el estudio de una solicitud nacional para el registro de una marca hasta la conclusión del trámite o, en su caso, la expedición del título, es de 2 mil 457 pesos, con renovaciones cada 10 años que tienen el mismo precio.

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