/ lunes 12 de diciembre de 2022

El accidente en El Sabino, de la tragedia a la Maldición; esta es su historia

Un accidente que cobraría la vida de 11 personas, seis adultos y cinco niños, además de 22 lesionados

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Marisol Torres Salceda recuerda cómo comenzó ese 13 de junio de 2012, día que marcaría un antes y después en su vida. Desde temprana hora preparó a sus tres hijos para el viaje que realizarían profesores, alumnos y madres de familia del Jardín de Niños Juan Escutia con el propósito de visitar el zoocriadero El Sabino, ubicado aproximadamente a 22 kilómetros de distancia de Uruapan.

Fueron dos camiones urbanos de la ruta Tata Lázaro los que salieron de las inmediaciones del plantel al medio día con alrededor de 30 personas a bordo, entre niños y adultos para dirigirse al recinto y conocer la fauna que en él se encuentra.

Foto: Javier Guerrero | El Sol Morelia

Viajaban con ella sus hijos Hugo Eduardo, de cinco años y alumno de la mencionada institución; Daniela, de siete, y Luis Enrique Contreras Torres, de doce, quien falleció en el accidente que cobraría la vida de 11 personas, seis adultos y cinco niños, además de 22 lesionados, cuando uno de los microbuses marcado con el número 347 impactó contra una vivienda tres kilómetros antes de llegar al zoológico.

Las primeras versiones de los medios de comunicación locales y nacionales informaron que el principal factor de la tragedia fue el exceso de velocidad que hizo que el conductor Moisés Carrillo, otra de las víctimas del choque, perdiera el control de la unidad.

Torres Salceda comenta que Moisés "iba recio y se levantó una maestra, que también falleció, y le dijo que no llevaba animales; llevaba personas y niños. El señor se quedó callado y no dijo nada". A los diez minutos, menciona, ya no supieron de lo que acontecía, "cuando despertamos era un lloradero y un gritadero de gente".

Foto: Javier Guerrero | El Sol Morelia

Recuerda que a su alrededor había personas sangrando, unas vivas y otras ya sin vida, sin imaginar que Luis Enrique también hubiera fallecido, "pensé que solo estaba desmayado".

Cuando empezaron a bajar a los heridos, pidió a los paramédicos que llegaron al lugar auxiliaran al menor, el cual parecía tener signos vitales en ese momento, así que fue trasladado a un hospital privado de la cabecera municipal donde estuvo bajo el resguardo de los médicos, sin embargo, horas más tarde, le informaron "que el niño estaba muerto en vida y que aún así lo lleváramos al fin del mundo ya no podíamos hacer nada", agrega.


A diez años, el dolor sigue presente.

Las fechas traen consigo algo significativo, los aniversarios luctuosos, sobre todo; a diez años de la tragedia, Marisol menciona que aún no asimila la pérdida y es un dolor que siempre se encuentra presente, "veo una foto de él, veo sus cosas y siento como que es algo imposible que ya no esté".

Piensa constantemente en cómo sería el presente con Luis Enrique en la actualidad, si a sus 22 años aún continuara con vida, "y es feo porque ves a los amiguitos de su edad y te recuerda lo que sucedió. Dice mi esposo ¿cómo sería si ya estuviera trabajando o si ya se hubiera casado y tenido hijos?".

Te puede interesar: Accidentes y muertes rodean a la autopista Siglo XXI

A pesar de lo sucedido, Marisol no guarda rencor hacia el conductor "porque, desgraciadamente, él perdió la vida; dio la vida por nosotros. Me imagino que solo dios sabe, o él, si trató de dónde chocar para no matarnos a todos".

Menciona que Carrillo, persona conocida por la familia, no era el dueño de la unidad, sino quien la trabajaba solamente y que "el muchacho que le dejó el microbús no le dijo que estaba mal el carro, de los frenos o las balatas", sin embargo, considera que fueron los frenos los que hicieron fallar al vehículo porque "olía mucho a quemado. Son cosas que uno iba notando poco a poco que sucedían. Iba recio pero se notaba que el muchacho iba asustado".


El Sabino y la atribución de lo paranormal.

Gabina Ortiz León, quien vive en El Sabino desde hace 27 años, recuerda haber escuchado un gran alboroto el día del accidente, escuchó llegar una ambulancia detrás de otra y "se oía mucho niño que lloraba, que estaba abajo del carro. Los sacaban debajo de las llantas y de los asientos".

Luego del acontecimiento, el rancho se miraba triste los días que continuaron, comenta, "la gente se quedó asustada, se quedó en el trauma".

El fatal incidente es algo que vive en la memoria colectiva de los habitantes de El Sabino, pues a diez años de lo sucedido, aún tienen muy presente ese 13 de junio, "nada más se llega la fecha y sabemos bien", comenta Gabina.

La comunidad no se ha podido recuperar a la tragedia. Agrega que "desde el accidente como que aquí estamos salados", y poco a poco los habitantes comenzaron a atribuirle sucesos paranormales a las historias que se cuentan de boca en boca sobre lo que ahí acontece.

El lugar del accidente es apenas un altar a la Virgen de Guadalupe con guirnaldas y flores marchitas, alrededor una decena de cruces con los nombres de las víctimas adornan el punto donde convergen el camino hacia Uruapan, el que lleva a San Marcos y el del ejido de El Sabino.

Foto: Javier Guerrero | El Sol Morelia

Al fondo del altar se aprecia la casa donde el conductor impactó el microbús, en la cual vivían Pedro Vázquez y su hija de tres años de edad, quienes fallecieron también. Actualmente quedan solo los cimientos y las paredes azules descarapeladas que, con el paso del tiempo y el abandono, se han ido reduciendo a ruinas. La única sobreviviente, esposa de Vázquez, optó por dejar el domicilio.

Ortiz León menciona que aunque han ido sacerdotes a bendecir el lugar de los hechos se pueden escuchar lamentos de niños, "las gentes que se paran ahí a esperar el camión dicen que oyen quejidos de niños chiquitos y que han visto ánimas y los espíritus de las personas fallecidas".

La comunidad resintió el antes y después, Gabina recuerda ver pasar autobuses y autos particulares con grupos escolares de distintos niveles educativos que se dirigían hacia el zoocriadero, "después de eso, ya no comenzaron a venir. Bajaban allá al Sabino a ver a los cocodrilos, de ahí para acá se acabó eso".

Foto: Javier Guerrero | El Sol Morelia

Además, menciona que la carretera hacia el zoológico se ha visto afectada por diversos accidentes que ocurren constantemente donde conductores pierden el control, "yo no sé si sea salación o qué".

Por otra parte, las familias aún no olvidan a sus difuntos, Gabina ve cómo madres, hermanos e hijos llegan en los aniversarios y fechas importantes como Día de Muertos a dejar ofrendas en el sitio donde se encuentran las cruces. Los ve realizar rezos para pedir por el descanso eterno de las víctimas.


La carretera, constante de accidentes.

La carretera hacia El Sabino consta de diversas curvas cerradas y un camino estrecho que va en picada. Alrededor, los juncos, los mangos y los guayabos forman parte del abandono en el que se ha visto envuelta la localidad.

A lo anterior, hay que sumarle el mal mantenimiento del camino donde en el transcurso se pueden encontrar baches, socavones y otros hundimientos considerables, haciendo del recorrido un asunto difícil de maniobrar en algunas ocasiones.

A pesar de los accidentes que se presentan, las autoridades parecen darle poca importancia a la restauración de la vialidad. Pues cabe mencionar que en agosto de 2021, la carretera hacia la comunidad se derrumbó tras las fuertes lluvias que se presentaron, de acuerdo con un comunicado de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) de Michoacán, la cual hasta el día de hoy no ha sido reparada, debido a esto, los conductores tienen que rodear por un camino de terracería aledaño que conecta con otras vías alternas.


El Sabino, un paraíso en el olvido.

El zoocriadero El Sabino se ha visto condenado al olvido y a la poca visibilidad, luego del accidente que cobrara la vida de 11 personas.

Foto: Javier Guerrero | El Sol Morelia

Cada vez son menos frecuentes los turistas que asisten a ver a los animales que se encuentran en el recinto. Leones, tigres, venados, llamas, cocodrilos, mapaches y pavorreales, son algunas de las 20 especies que albergan este pequeño zoológico.

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Marisol Torres Salceda recuerda cómo comenzó ese 13 de junio de 2012, día que marcaría un antes y después en su vida. Desde temprana hora preparó a sus tres hijos para el viaje que realizarían profesores, alumnos y madres de familia del Jardín de Niños Juan Escutia con el propósito de visitar el zoocriadero El Sabino, ubicado aproximadamente a 22 kilómetros de distancia de Uruapan.

Fueron dos camiones urbanos de la ruta Tata Lázaro los que salieron de las inmediaciones del plantel al medio día con alrededor de 30 personas a bordo, entre niños y adultos para dirigirse al recinto y conocer la fauna que en él se encuentra.

Foto: Javier Guerrero | El Sol Morelia

Viajaban con ella sus hijos Hugo Eduardo, de cinco años y alumno de la mencionada institución; Daniela, de siete, y Luis Enrique Contreras Torres, de doce, quien falleció en el accidente que cobraría la vida de 11 personas, seis adultos y cinco niños, además de 22 lesionados, cuando uno de los microbuses marcado con el número 347 impactó contra una vivienda tres kilómetros antes de llegar al zoológico.

Las primeras versiones de los medios de comunicación locales y nacionales informaron que el principal factor de la tragedia fue el exceso de velocidad que hizo que el conductor Moisés Carrillo, otra de las víctimas del choque, perdiera el control de la unidad.

Torres Salceda comenta que Moisés "iba recio y se levantó una maestra, que también falleció, y le dijo que no llevaba animales; llevaba personas y niños. El señor se quedó callado y no dijo nada". A los diez minutos, menciona, ya no supieron de lo que acontecía, "cuando despertamos era un lloradero y un gritadero de gente".

Foto: Javier Guerrero | El Sol Morelia

Recuerda que a su alrededor había personas sangrando, unas vivas y otras ya sin vida, sin imaginar que Luis Enrique también hubiera fallecido, "pensé que solo estaba desmayado".

Cuando empezaron a bajar a los heridos, pidió a los paramédicos que llegaron al lugar auxiliaran al menor, el cual parecía tener signos vitales en ese momento, así que fue trasladado a un hospital privado de la cabecera municipal donde estuvo bajo el resguardo de los médicos, sin embargo, horas más tarde, le informaron "que el niño estaba muerto en vida y que aún así lo lleváramos al fin del mundo ya no podíamos hacer nada", agrega.


A diez años, el dolor sigue presente.

Las fechas traen consigo algo significativo, los aniversarios luctuosos, sobre todo; a diez años de la tragedia, Marisol menciona que aún no asimila la pérdida y es un dolor que siempre se encuentra presente, "veo una foto de él, veo sus cosas y siento como que es algo imposible que ya no esté".

Piensa constantemente en cómo sería el presente con Luis Enrique en la actualidad, si a sus 22 años aún continuara con vida, "y es feo porque ves a los amiguitos de su edad y te recuerda lo que sucedió. Dice mi esposo ¿cómo sería si ya estuviera trabajando o si ya se hubiera casado y tenido hijos?".

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A pesar de lo sucedido, Marisol no guarda rencor hacia el conductor "porque, desgraciadamente, él perdió la vida; dio la vida por nosotros. Me imagino que solo dios sabe, o él, si trató de dónde chocar para no matarnos a todos".

Menciona que Carrillo, persona conocida por la familia, no era el dueño de la unidad, sino quien la trabajaba solamente y que "el muchacho que le dejó el microbús no le dijo que estaba mal el carro, de los frenos o las balatas", sin embargo, considera que fueron los frenos los que hicieron fallar al vehículo porque "olía mucho a quemado. Son cosas que uno iba notando poco a poco que sucedían. Iba recio pero se notaba que el muchacho iba asustado".


El Sabino y la atribución de lo paranormal.

Gabina Ortiz León, quien vive en El Sabino desde hace 27 años, recuerda haber escuchado un gran alboroto el día del accidente, escuchó llegar una ambulancia detrás de otra y "se oía mucho niño que lloraba, que estaba abajo del carro. Los sacaban debajo de las llantas y de los asientos".

Luego del acontecimiento, el rancho se miraba triste los días que continuaron, comenta, "la gente se quedó asustada, se quedó en el trauma".

El fatal incidente es algo que vive en la memoria colectiva de los habitantes de El Sabino, pues a diez años de lo sucedido, aún tienen muy presente ese 13 de junio, "nada más se llega la fecha y sabemos bien", comenta Gabina.

La comunidad no se ha podido recuperar a la tragedia. Agrega que "desde el accidente como que aquí estamos salados", y poco a poco los habitantes comenzaron a atribuirle sucesos paranormales a las historias que se cuentan de boca en boca sobre lo que ahí acontece.

El lugar del accidente es apenas un altar a la Virgen de Guadalupe con guirnaldas y flores marchitas, alrededor una decena de cruces con los nombres de las víctimas adornan el punto donde convergen el camino hacia Uruapan, el que lleva a San Marcos y el del ejido de El Sabino.

Foto: Javier Guerrero | El Sol Morelia

Al fondo del altar se aprecia la casa donde el conductor impactó el microbús, en la cual vivían Pedro Vázquez y su hija de tres años de edad, quienes fallecieron también. Actualmente quedan solo los cimientos y las paredes azules descarapeladas que, con el paso del tiempo y el abandono, se han ido reduciendo a ruinas. La única sobreviviente, esposa de Vázquez, optó por dejar el domicilio.

Ortiz León menciona que aunque han ido sacerdotes a bendecir el lugar de los hechos se pueden escuchar lamentos de niños, "las gentes que se paran ahí a esperar el camión dicen que oyen quejidos de niños chiquitos y que han visto ánimas y los espíritus de las personas fallecidas".

La comunidad resintió el antes y después, Gabina recuerda ver pasar autobuses y autos particulares con grupos escolares de distintos niveles educativos que se dirigían hacia el zoocriadero, "después de eso, ya no comenzaron a venir. Bajaban allá al Sabino a ver a los cocodrilos, de ahí para acá se acabó eso".

Foto: Javier Guerrero | El Sol Morelia

Además, menciona que la carretera hacia el zoológico se ha visto afectada por diversos accidentes que ocurren constantemente donde conductores pierden el control, "yo no sé si sea salación o qué".

Por otra parte, las familias aún no olvidan a sus difuntos, Gabina ve cómo madres, hermanos e hijos llegan en los aniversarios y fechas importantes como Día de Muertos a dejar ofrendas en el sitio donde se encuentran las cruces. Los ve realizar rezos para pedir por el descanso eterno de las víctimas.


La carretera, constante de accidentes.

La carretera hacia El Sabino consta de diversas curvas cerradas y un camino estrecho que va en picada. Alrededor, los juncos, los mangos y los guayabos forman parte del abandono en el que se ha visto envuelta la localidad.

A lo anterior, hay que sumarle el mal mantenimiento del camino donde en el transcurso se pueden encontrar baches, socavones y otros hundimientos considerables, haciendo del recorrido un asunto difícil de maniobrar en algunas ocasiones.

A pesar de los accidentes que se presentan, las autoridades parecen darle poca importancia a la restauración de la vialidad. Pues cabe mencionar que en agosto de 2021, la carretera hacia la comunidad se derrumbó tras las fuertes lluvias que se presentaron, de acuerdo con un comunicado de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) de Michoacán, la cual hasta el día de hoy no ha sido reparada, debido a esto, los conductores tienen que rodear por un camino de terracería aledaño que conecta con otras vías alternas.


El Sabino, un paraíso en el olvido.

El zoocriadero El Sabino se ha visto condenado al olvido y a la poca visibilidad, luego del accidente que cobrara la vida de 11 personas.

Foto: Javier Guerrero | El Sol Morelia

Cada vez son menos frecuentes los turistas que asisten a ver a los animales que se encuentran en el recinto. Leones, tigres, venados, llamas, cocodrilos, mapaches y pavorreales, son algunas de las 20 especies que albergan este pequeño zoológico.

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