/ domingo 15 de mayo de 2022

En Tierra Caliente temían más a la inseguridad que a la pandemia: enfermera de MSF

En esa región del estado, la población se sentía más amenazada por las balas perdidas que por el virus de Covid-19

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Las cifras respecto a las personas desplazadas por la violencia en distintos municipios de Michoacán son variantes y dependen de las fuentes consultadas. Según una estimación del gobierno del estado, durante los últimos siete años son 12 mil los que han huido de su lugar de origen por el clima de enfrentamientos armados, pero también por condiciones de pobreza. En cambio, para activistas sociales como Gregorio López, el “Padre Goyo”, ese número ronda en más de 30 mil tan solo en 2021.

En medio de ese panorama de hostilidad, la enfermera Stephanie García, integrante de la asociación humanitaria internacional Médicos Sin Fronteras (MSF) llegó en julio del año pasado a la Tierra Caliente para brindar servicios de asistencia médica, salud mental y trabajo social en diferentes poblaciones de la zona, cuando los contagios de coronavirus estaban en su tercera ola en México y la comunidad de profesionistas luchaban por propagar medidas que evitaran más enfermos. Sin embargo, según relata en un artículo especial de la asociación, se enfrentó a otra realidad, donde las batallas entre cárteles del narcotráfico dejaban heridas no solo en el cuerpo de los pobladores, sino consecuencias psicológicas como en cualquier campo de batalla.

De acuerdo a cifras de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, en ese 2021 Michoacán registró 2 mil 732 homicidios dolosos, lo que lo posicionó como el tercer estado más violento del país, solo por debajo de Guanajuato y Baja California, mientras que municipios como Morelia y Zamora entraron en el top de los 10 municipios con más crímenes de ese tipo.

En su paso por comunidades como Tepalcatepec, Peña Colorada o Taixtán, la enfermera de MSF descubrió una suerte de mundo paralelo, donde nadie usaba cubrebocas ni hablaba de la famosa pandemia, sino de cómo las disputas entre grupos como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y Los Viagras dejaban casas destruidas y comercios cerrados por el miedo a salir heridos en medio de las balaceras. “En Peña Colorada, un señor que venía a consulta médica me contó que hace cinco años el crimen organizado quemó su casa porque tenía un apellido similar a uno de los líderes del grupo contrario”, relata Stephanie en el portal de la organización sin fines de lucro.

En el citado 2021, el uso de tecnología de punta llegó a ser parte protagónica entre los grupos del crimen organizado que operan en la entidad. De acuerdo al integrante de México Evalúa, Romain Le Cour, entrevistado por el diario El País, los drones son usados para vigilar los movimientos de soldados y de los mismos rivales, así como observar territorios de difícil acceso por tierra y para transportar droga de un lugar a otro. Desde luego, los han usado para orquestar ataques documentados en reportes de prensa.

No son leyendas urbanas ni exageraciones de nadie. Stephanie recuerda el día en que atendió a un chico de Tepalcatepec a quien le cayó un dron con explosivos mientras le daba de comer a sus vacas, por lo que además lo remitió a terapia psicológica. En ese mismo lapso conoció a un adulto que no superaba la escena de ver morir a su suegra cuando tomaba la siesta, víctima de una bala perdida.

La Secretaría del Migrante del estado ha documentado que cientos de desplazados que ahora pernoctan en Tijuana huyeron de sus hogares sin siquiera tener el tiempo de llevarse sus documentos de identidad, pues se enfrentaron a situaciones límite de vida o muerte. Así lo confirma la enfermera de Médicos Sin Fronteras, cuando describe que también en Tepalcatepec una familia arribó al consultorio porque un dron acababa de explotar sobre su casa, lo que los orillaba a buscar refugio en otro lado. En la ranchería de Taixtán brindaron atención psicológica a una mujer que perdió a su ganado, también por explosión de drones, quedándose sin sustento económico.

Con tantos casos atendidos, sobre todo por secuelas psicológicas, MSF concluye que en Michoacán la pandemia ha sido otra, más allá de las casi ocho mil 600 defunciones que ha dejado la propagación del coronavirus. De ahí que desde enero de 2021 hayan enviado a equipos conformados por personal médico, psicólogos, promotores comunitarios, logistas y de trabajo social que asisten a comunidades donde se han producido eventos recientes de violencia o han quedado aisladas. Entre otros, ofrecen consultas médicas generales, control de crecimiento infantil, consultas de planificación familiar y actividades psicosociales, todo esto en la zona de Tierra Caliente y norte del estado.

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Las cifras respecto a las personas desplazadas por la violencia en distintos municipios de Michoacán son variantes y dependen de las fuentes consultadas. Según una estimación del gobierno del estado, durante los últimos siete años son 12 mil los que han huido de su lugar de origen por el clima de enfrentamientos armados, pero también por condiciones de pobreza. En cambio, para activistas sociales como Gregorio López, el “Padre Goyo”, ese número ronda en más de 30 mil tan solo en 2021.

En medio de ese panorama de hostilidad, la enfermera Stephanie García, integrante de la asociación humanitaria internacional Médicos Sin Fronteras (MSF) llegó en julio del año pasado a la Tierra Caliente para brindar servicios de asistencia médica, salud mental y trabajo social en diferentes poblaciones de la zona, cuando los contagios de coronavirus estaban en su tercera ola en México y la comunidad de profesionistas luchaban por propagar medidas que evitaran más enfermos. Sin embargo, según relata en un artículo especial de la asociación, se enfrentó a otra realidad, donde las batallas entre cárteles del narcotráfico dejaban heridas no solo en el cuerpo de los pobladores, sino consecuencias psicológicas como en cualquier campo de batalla.

De acuerdo a cifras de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, en ese 2021 Michoacán registró 2 mil 732 homicidios dolosos, lo que lo posicionó como el tercer estado más violento del país, solo por debajo de Guanajuato y Baja California, mientras que municipios como Morelia y Zamora entraron en el top de los 10 municipios con más crímenes de ese tipo.

En su paso por comunidades como Tepalcatepec, Peña Colorada o Taixtán, la enfermera de MSF descubrió una suerte de mundo paralelo, donde nadie usaba cubrebocas ni hablaba de la famosa pandemia, sino de cómo las disputas entre grupos como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y Los Viagras dejaban casas destruidas y comercios cerrados por el miedo a salir heridos en medio de las balaceras. “En Peña Colorada, un señor que venía a consulta médica me contó que hace cinco años el crimen organizado quemó su casa porque tenía un apellido similar a uno de los líderes del grupo contrario”, relata Stephanie en el portal de la organización sin fines de lucro.

En el citado 2021, el uso de tecnología de punta llegó a ser parte protagónica entre los grupos del crimen organizado que operan en la entidad. De acuerdo al integrante de México Evalúa, Romain Le Cour, entrevistado por el diario El País, los drones son usados para vigilar los movimientos de soldados y de los mismos rivales, así como observar territorios de difícil acceso por tierra y para transportar droga de un lugar a otro. Desde luego, los han usado para orquestar ataques documentados en reportes de prensa.

No son leyendas urbanas ni exageraciones de nadie. Stephanie recuerda el día en que atendió a un chico de Tepalcatepec a quien le cayó un dron con explosivos mientras le daba de comer a sus vacas, por lo que además lo remitió a terapia psicológica. En ese mismo lapso conoció a un adulto que no superaba la escena de ver morir a su suegra cuando tomaba la siesta, víctima de una bala perdida.

La Secretaría del Migrante del estado ha documentado que cientos de desplazados que ahora pernoctan en Tijuana huyeron de sus hogares sin siquiera tener el tiempo de llevarse sus documentos de identidad, pues se enfrentaron a situaciones límite de vida o muerte. Así lo confirma la enfermera de Médicos Sin Fronteras, cuando describe que también en Tepalcatepec una familia arribó al consultorio porque un dron acababa de explotar sobre su casa, lo que los orillaba a buscar refugio en otro lado. En la ranchería de Taixtán brindaron atención psicológica a una mujer que perdió a su ganado, también por explosión de drones, quedándose sin sustento económico.

Con tantos casos atendidos, sobre todo por secuelas psicológicas, MSF concluye que en Michoacán la pandemia ha sido otra, más allá de las casi ocho mil 600 defunciones que ha dejado la propagación del coronavirus. De ahí que desde enero de 2021 hayan enviado a equipos conformados por personal médico, psicólogos, promotores comunitarios, logistas y de trabajo social que asisten a comunidades donde se han producido eventos recientes de violencia o han quedado aisladas. Entre otros, ofrecen consultas médicas generales, control de crecimiento infantil, consultas de planificación familiar y actividades psicosociales, todo esto en la zona de Tierra Caliente y norte del estado.

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