Morelia, Michoacán.- Eran las seis con veinte minutos cuando el grito de docenas de mujeres, la mayoría estudiantes universitarias, rompieron el ambiente que entretejen los payasos de la Plaza Benito Juárez: “¿Dónde está, dónde está? Nilda Francisco en dónde está?”. Y arrancó la marcha rumbo a Las Tarascas, robándoles atención por unos instantes a los profesionales de la risa.
Las consignas continuaron y ninguna autoridad se salvó del reclamo de la aparición con vida de la joven estudiante que el pasado 15 de agosto se habría graduado de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Avanzaron ocupando dos carriles gritando consignas contra el rector, contra el presidente municipal que no ha emitido un plan ante la violencia de género y contra el gobernador del estado.
“Estudiante consciente, fiscal incompetente”, “Más investigación, menos corrupción”, un ramillete amplio subrayaba la falta de efectividad de la Fiscalía General del Estado para encontrar a Nilda, como empujadas por la rebeldía que despertó en las mujeres de la capital del país el presunto abuso sexual sufrido por una joven por parte de policías en la Ciudad de México que les llevó a estallar cristales y aclararle al país que no puede ser más importante una monumento grafiteado que la impunidad en la que quedan los asesinatos de mujeres.
Sin embargo las jóvenes morelianas no llevaban aerosoles, piedras, ni martillos, lejos quedó la acción directa que llevaron a cabo las mujeres capitalinas, condenada por un sector de la población, celebrada por otro; los rostros de Nilda fueron impresos en papel bond que fue pegado con cinta adhesiva. Las Tarascas quedaron con el rostro de Nilda en el vientre, como ocupando el lugar de su madre que ha enfermado gravemente sin saber qué ha sido de su hija, o como haciendo el monumento parte de la protesta.
Fue ahí donde se dio el punto más emotivo de la marcha cuando una mujer con sus hijas de la mano, que cualquiera hubiera jurado que era familiar de Nilda, leyó una carta, con la voz entrecortada, que puso al borde de las lágrimas hasta a los hombres presentes: era la sororidad en su máxima expresión, la señora no tenía vinculo ni familiar ni de amistad con Nilda.
Minutos antes, cerca de la Facultad de Letras, una mujer que conducía un Civic gris tocó su claxon para expresar solidaridad, o mejor dicho sororidad. Fue la única que lo hizo en todo el trayecto de la marcha que dio la vuelta a Las Tarascas para culminar en Palacio de Gobierno, donde la cara de Nilda llenó la puerta principal.
“Necesitamos vandalizar para que nos escuchen”, advirtieron las mujeres detrás del megáfono en el mitin que tuvo lugar afuera del Palacio de Gobierno, donde culminó la marcha en una especie de catarsis rota por las moradoras de la Casa del Estudiante Rosa Luxemburgo más preocupadas por atender el pase de lista.