Ser dealer en Morelia: ¿dinero fácil?

En este año se han acumulado 698 carpetas por narcomenudismo pero las cifras pueden ser más elevadas por la falta de denuncias

Víctor Ruiz | El Sol de Morelia

  · lunes 18 de julio de 2022

*El nombre del entrevistado ha sido cambiado para resguardar su identidad

Morelia, Mich (OEM-Infomex).- A las veintitrés horas con cuarenta y cinco minutos el celular de Jony suena por primera vez y marca el inicio de su jornada. La conversación no dura más que unos segundos y tras colgar, con toda la calma del mundo avisa en casa que tiene que salir. Posteriormente, enciende el auto para dirigirse a la colonia Xangari. El primer pedido de este jueves son tres décimas de base de cocaína, mejor conocida como piedra.

-Qué onda mi perro- saluda Jony a su cliente mientras le entrega de manera discreta la mercancía en una plaza pública donde la luz es escasa.

-Oye carnal, te quería pedir fiado, es para mi compa- le responde el cliente y a su vez señala con la mirada a la persona para quien va dirigido el favor.

-No, ahora sí no puedo.

- ¿Neta?

-Neta, perro.

Sin permitir diálogos adicionales, Jony enciende el motor y toma rumbo hacia la Colina, donde venderá 500 pesos de cocaína. Sin embargo, a la altura de la Huerta, es alcanzado por un motociclista, quien le pide de favor que se estacione un momento.

Se trata del cliente a quien se le negó la droga fiada y casi en tono de súplica, muestra unos tenis Pirma de futbol totalmente nuevos que está dispuesto a dejar empeñados a cambio de una diminuta bolsa de piedra. Con total firmeza, Jony se niega a la propuesta bajo una explicación sencilla: “No utilizo ese método de trabajo”.

Jony nació en la ciudad de Morelia y acumula doce años dedicándose a la venta de droga, o a ser un dealer, como coloquialmente se le dice. Mientras maneja por una ciudad que se encuentra desolada a causa de la noche, relata que en sus tiempos de estudiante llegó un momento en el que el dinero simplemente no le alcanzaba.

“Mi mamá humildemente como pudo me sacó adelante a mí y a mis hermanos, nunca faltó comida en la casa. Pero en esos tiempos en que iniciaba la Facultad, conocí a un amigo que me invitó y primero empecé a trabajar dos días, luego las circunstancias cambiaron y fue cuando decidí meterme de lleno”.

Se aleja de romanticismos y sin buscar justificaciones, considera que lo que hace no puede ser calificado como algo bueno, pero con el paso de los años, admite que aprendió a verlo como un trabajo más que le funciona para cubrir sus cuentas.

A través del tiempo, la figura del dealer en Morelia se ha asentado, pues Jony explica que mientras hace diez años se contabilizaban alrededor de cincuenta vendedores de droga que se conocían entre ellos, en la actualidad es difícil poder dar con una cifra precisa, ya que cada vez son más los jóvenes que se animan a incursionar en la actividad, aunque la realicen de manera esporádica.

De acuerdo con datos de la Fiscalía General del Estado (FGE), en el 2020 se registraron mil 300 carpetas de investigación por el delito de narcomenudeo en Michoacán, de las cuales, 502 correspondían a Morelia, seguido de Uruapan con 356 y en tercer lugar Zamora con 200.

La tendencia ha venido al alza, dado que un año después se registraron mil 829 carpetas por el mismo delito, siendo la capital michoacana la que encabezaba la estadística con 793; en lo que va del 2022, se acumulan 698 expedientes de narcomenudeo y de nueva cuenta, Morelia ocupa el primer sitio con 431.

El celular de Jony se vuelve a activar. Del otro lado de la bocina espera un buen cliente:

-Júntame los mil cincuenta, perro. Haz paro- le pide Jony mientras maneja por la avenida Pedregal.

-Va pues, voy bajando de Altozano, te espero en el crucero de Salida a Charo.

Durante el trayecto por el circuito interior, encuentra una patrulla de la Policía Michoacán que se le empareja por varios metros y hasta un retén de la Guardia Nacional, pero ni se inmuta. Con la misma tranquilidad que cuando salió de casa, conversa, bromea de repente y si una canción en la radio es de su agrado sube el volumen.

Estar retenido en la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) y preso por dos meses en el penal de Puente Grande, le ha dotado de un colmillo que aplica cada que se aventura por las calles.

Paso a paso, enlista lo que un dealer está obligado a hacer si pretende perdurar en el oficio: no estacionarse en una esquina cuando va a atender un cliente, evitar introducirse en calles privadas, ir manejando con las luces encendidas al interior del carro, no vivir en el mismo domicilio por más de un año, mantener una imagen lejana a la de los buchones y la regla de oro, siempre llevar en la guantera suficiente dinero para sobornar policías en caso de ser necesario.

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Jony dice que tiene aproximadamente cincuenta personas a las que puede considerar como clientes por sus compras frecuentes, pero si contabiliza a aquellos que lo llaman de vez en vez, calcula que la cifra puede aumentar hasta cien.

“Evidentemente el patrón es quien se lleva las mejores ganancias y un intermediario como yo no tiene un salario fijo, pues hay noches en las que puedo regresar con diez mil pesos y otras solamente con 500 pesos. Todo depende de la temporada, para nosotros la mejor es entre noviembre y enero, que es cuando los clientes tienen más dinero por los aguinaldos”.

El noventa por ciento de los clientes de Jony son adictos a la cocaína, mientras que el resto prefieren la piedra. Aunque en apariencia la primera droga es la que más dinero le deja, explica que él prefiere a los segundos, “porque la piedra es como lo que un dulce a un niño, siempre vas a querer más, entonces cada consumidor puede llegar a comprarme en una sola noche hasta mil 500 pesos”.

Apenas en el pasado mes de abril, el comisionado del Consejo Estatal Contra las Adicciones (CECA), Bruno Montesano, declaró al Sol de Morelia que en la entidad no existen estadísticas claras para hacer un diagnóstico sobre el consumo de drogas en Michoacán, pues al no contar con bases de datos locales, se ven obligados a trabajar con indicadores que se manejan a nivel nacional.

Para el caso de Morelia, se cuenta con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE), misma que el año pasado expuso que el 46.7 por ciento de la población de la ciudad ha observado que se consumen drogas en la vía pública.

Por otra parte, la Comisión Nacional Contra las Adicciones (Conadic) decidió este 2022 no realizar la Encuesta Nacional de Adicciones (Encodat) que se realiza cada cinco años, por lo que las últimas cifras que se tienen en materia de consumo son del informe que se presentó en 2017, en donde se reflejó que el consumo de cualquier droga pasó del 7.8 al 10.3 por ciento.

El Encodat se trata de un cuestionario que sirve para conocer las tendencias de la población en uso de alcohol, tabaco y estupefacientes. Pese a la presión de ONG´s para solicitar que se dé un revés a la suspensión, el argumento es que los 150 millones de pesos que cuesta su realización no son compatibles con la austeridad que predica el Gobierno Federal.

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A doce años de distancia, Jony puntualiza que ya solamente el treinta por ciento de sus colegas de generación se mantienen trabajando como dealers. Hay quienes cayeron presos, a otros los mataron y muy pocos lograron dedicarse a otra cosa en la vida.

Ante el cuestionamiento de si hay una salida pacífica en el mundo del narcotráfico, refiere que es algo que depende de los jefes para los que se trabaje y las políticas de los cárteles, pues hay quienes otorgan la oportunidad siempre y cuando emigren a otro estado, pues todo se maneja bajo la consigna de “si tú no vas a vender para mí, no lo harás para nadie”.

Reconoce que el miedo es algo que los años no han podido erradicar. Cuando sale a trabajar, la idea de no volver es latente, pero también se dice creyente de que todos en este mundo tienen el tiempo medido y que “cuando te toca, no hay de otra”. A eso de las dos de la mañana, Jony regresa a casa con un auto que deambula a baja velocidad. Todo es tranquilidad, pero la sensación es pasajera, sabe que es cosa de horas, minutos o segundos para que su teléfono vuelva a vibrar.