/ lunes 24 de octubre de 2022

Tuzantla: la vida después de la masacre que sacudió a un pueblo [Video]

Las clases, el comercio y los eventos masivos se realizan con normalidad, aunque el miedo sigue latente

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Hoy lunes 24 de octubre se cumplen dos meses de la última masacre registrada en Michoacán en el municipio de Tuzantla, localidad ubicada al oriente del estado y conocida como “La Puerta a la Tierra Caliente”, la otra Tierra Caliente, esa que colinda con el estado de Guerrero y en donde también ocurren enfrentamientos, secuestros y masacres producto de la violencia endémica del estado.

Los pobladores de Tuzantla no recuerdan haber vivido un asesinato múltiple como el del pasado 24 de agosto cuando ocho personas, entre ellas tres menores de edad, fueron acribilladas en plena vía pública.

Una disputa entre presuntos integrantes de La Familia Michoacana desató el infierno aquel miércoles, cuando además de los asesinatos los sicarios allanaron casas e incendiaron vehículos, mientras disparaban ráfagas de fuego frente a los llamados Arcos que distinguen a ese pueblo, al lado de una gasolinera de Pemex.

Por esos hechos, el gobierno federal detuvo a seis hombres, luego de que las investigaciones arrojaron que todo se debió a conflictos entre dos líderes de células delictivas del cártel de La Familia Michoacana apodados El Pez y El Chaparro, este último quedó entre los ejecutados.

Para los casi 15 mil habitantes de Tuzantla, según cifras del Inegi, recobrar la vida después de ese episodio no fue sencillo.

Un día después del tiroteo, según dice el presidente municipal Arturo Serrato Suárez, el 70 por ciento de los vecinos huyeron a los municipios cercanos, para refugiarse en casas de sus familiares y amigos sobre todo en Zitácuaro, pero incluso hubo quien aprovechó y pidió asilo en los Estados Unidos.

Se cerraron todos los comercios, el centro de salud, las oficinas de gobierno y el mercado municipal. Las clases presenciales fueron suspendidas y los niños, como en el periodo de la pandemia, se resignaron a tomar clases a distancia.

La maestra Norma Ponce, quien labora en una telesecundaria de la comunidad Las Juntas del Tanque, recuerda que luego de la masacre les costó trabajo el retorno de los alumnos, la mayoría de los cuales se refugiaron con sus familias en Zitácuaro y Morelia.

Te podría interesar: Ejército no está diseñado para seguridad ciudadana: MC

En los primeros días la comunicación y el reparto de las tareas se hacía a través de plataformas como WhatsApp y Google Meet, pero no todos tenían Internet disponible.

“No fue fácil”, reconoce la docente, quien relata que escuchó el sonido de las ráfagas aquel día y asume que el pánico se sembró más en los adultos que en los niños, quienes fueron los que empacaron de inmediato sus cosas para huir, mientras las condiciones cambiaban.

Ya con la normalidad recobrada, a luego de 28 días de los hechos sólo espera que el episodio que sembró muerte y dolor sea una amarga anécdota: “Lo que queremos es que eso quede como parte del pasado, así que mejor hay que seguirle”, dice en una mezcla de optimismo y resignación.

Tras la masacre, las extorsiones

“Era un pueblo fantasma, no veías a nadie en las calles, no había tiendas para comprar comida, todos estaban encerrados o fuera de la comunidad”, dice Gregorio Duarte García, personaje muy apreciado en el pueblo que suele usar sus redes sociales para difundir eventos artísticos y culturales.

En entrevista, relata que después de los acontecimientos hubo mucho miedo entre los vecinos, pero se incrementó cuando comenzaron a surgir las extorsiones telefónicas de supuestos narcotraficantes que exigían depósitos exprés a cuentas de Banco Azteca, a cambio de no secuestrarlos a ellos o sus familiares.

La extorsión alcanzó también a los chats comunitarios de Facebook y los delincuentes hackearon cuentas de conocidos que supuestamente exigían envíos de dinero para solucionar problemas de último momento.

Bajo un clima de “paranoia”, según dice Gregorio, pronto se difundieron y viralizaron versiones y relatos de enfrentamientos armados en la comunidad de El Olivo, que sin embargo nadie pudo confirmar.

Comerciantes se escondieron

El profesor Sacramento Beiza añade que Tuzantla es un punto central para el comercio de la zona, pero después de la masacre la gente de las rancherías cercanas prefirió suspender sus habituales compras y ventas.

“Lo resentimos mucho, en un día normal venían aproximadamente mil personas, pero después de eso (la masacre) no llegaron ni 20”, aunque hoy afirma que todo ha vuelto a la normalidad y los compradores y vendedores de la región salen a sus actividades.

Tuzantla se ubica entre el oriente del estado y la Tierra Caliente y es vecino de municipios como Zitácuaro, Hidalgo, Jungapeo y Tiquicheo.

Este puñado de municipios concentra a poco menos de 100 mil habitantes que viven en parte de la agricultura y la ganadería.

Su ubicación estratégica que lo coloca en medio de la otra Tierra Caliente de Michoacán, hace que concentre también la mayor parte de la movilidad y tránsito de la zona hacia el centro del estado y los estados vecinos.

Cifras del Consejo Estatal de Población (Coespo) ubican a Tuzantla como un lugar de marginación media, donde sus habitantes en promedio han cursado hasta el cuarto año de primaria y su índice de desarrollo humano lo coloca en el lugar 108 de los 113 municipios de la entidad.

El Consejo Nacional de Evaluación (Coneval) indica que el 80 por ciento de su gente vive en la pobreza y casi 30 por ciento está en pobreza extrema.


Dedicados a la ganadería, agricultura y al comercio, en su zona céntrica se aglutina casi todo: el Palacio Municipal, la iglesia, la plaza, el mercado y la esquina para tomar taxis. También hay un centro permanente de la Guardia Civil, cuyos elementos patrullan recientemente las calles, al igual que soldados del Ejército Mexicano y miembros de la Guardia Nacional.

Con ese blindaje, el presidente municipal, Arturo Serrato Suárez, subraya que a la fecha lograron recuperarse después del episodio violento que calentó la plaza.

“Todo México se encuentra en un clima de inseguridad -justifica- y ahora nos tocó a nosotros, pero ya hay más confianza, la gente habla de sus proyectos de vida, ya se pasó el temor”, dice, mientras afirma que la gente observa la presencia militar con buenos ojos.

El alcalde fue electo el año pasado bajo las siglas de Movimiento Ciudadano, partido que también llevó al ayuntamiento a Jazmín Arroyo Martínez en el trienio 2018-2021, en coalición con el PAN y el PRD. Antes, gobernó el perredista Octavio Ocampo Córdova, quien hoy en día es el presidente estatal del PRD.

Sacerdote, clave para la recuperación

Levantarse de un acto que se sumó a las constantes masacres que ocurren en el país y el estado se debió en parte al activismo del sacerdote José Esaúl Mendoza Pedro, quien desde el 27 de agosto encabezó una marcha por la paz que recorrió todo el pueblo, con mujeres y hombres vestidos de blanco.

Conforme pasaron los días, asistía a cada comercio para decirles que ya abrieran, que lo peor ya había ocurrido, y de a poco le hicieron caso, tanto, que para el 27 de septiembre se retomó una peregrinación masiva y el 4 de octubre la gente salió a celebrar a su santo patrono: San Francisco de Asís.

Al igual que otros sacerdotes, el padre José Esaúl recurre a la red social de Facebook para mandar mensajes a la feligresía.

Ante rumores de un nuevo ataque, el 13 de octubre escribió un post donde pidió no dejarse llevar por la desinformación y las versiones falsas: “Ante los rumores de los acontecimientos que dicen que pudieran pasar mañana viernes, les invito a mantener la calma. Todo indica que son solo rumores. Rumores que se han difundido de boca en boca".

Su muro está repleto no solo de citas bíblicas, sino de carteles que anuncian bailes masivos encabezados por el grupo Kabildo, una kermés para recaudar fondos para el templo parroquial y una procesión de ofrendas en honor a San Francisco.

La fiesta debe continuar

Pese al miedo y los rumores, el guitarrista y director musical del famoso grupo La Dinastía de Tuzantla, Gustavo Toledo Arellano, dice que ese pueblo siempre ha sido pacífico, trabajador, con muchos migrantes que vuelven para las fiestas patronales como la Pascua, el Día de la Virgen de Guadalupe y desde luego el 4 de octubre.

“Aquí festejamos todo lo que se pueda festejar, viene la gente del rancho y a la Dinastía nos quieren mucho, así que junto a otros músicos tenemos esa responsabilidad, la de darles alegría, sin importar lo que pasó”.

Es la forma que la gente encuentra para darle vuelta a la página, pues en las conversaciones sin grabadora de por medio, dan algunos detalles de la masacre, donde habrían muerto varias personas ajenas a las actividades delincuenciales.

Masacres: Problema endémico

Para el sociólogo y especialista en materia de seguridad, Alberto Guerrero Baena, el fenómeno de las masacres es complejo en estados como Michoacán, porque está cruzado por múltiples factores.

En el estado se dan de esta manera tan atroz sobre todo “debido a la fragilidad institucional de las fuerzas de seguridad estatal y municipal, pero también por la influencia de poderes fácticos en gobiernos locales, como los municipios”, asegura sin cortapisas.

Ahí, señala, “los delincuentes tienen caldo de cultivo porque también hay rivalidades entre los grupos y muchas veces las autoridades colocadas por el propio crimen organizado”.

En este contexto, asegura “las masacres no tienen un punto de resolución ni ninguna vía de justicia, porque a nadie tampoco le conviene que estos muertos se le adjudiquen a alguien, porque es regresar una y otra vez a la guerra declarada entre ellos”.

La diferencia solo ocurre cuando la población civil quiere protegerse de la influencia y el terror que generan estos grupos fácticos y comunidades y toma la decisión de autoprotegerse, de crear medidas que puedan ayudar a seguir con su vida normal.

Además, indica en lugares como el nuestro la posibilidad de que se dé con los culpables reales de homicidios múltiples es una falacia, porque para empezar Michoacán ocupa el tercer lugar nacional con menos agentes del ministerio público por cada 100 mil habitantes, según el último estudio de la Universidad de las Américas en el índice global de impunidad que recién acaba de ser publicado.

Masacres que falta y hay que agregar al recuadro

1.- 8 de agosto del 2019. 19 cuerpos encontrados en la madrugada en tres distintos puntos de la ciudad de Uruapan. Unos colgados, otros desmembrados y otros en bolsas abandonadas en las calles. El hecho se adjudicó a la disputa entre Los Viagras y el Cártel de Jalisco Nueva Generación. Fueron detenidas seis personas.

2.- 23 de Marzo del 2013. Los cuerpos de siete hombres, entre ellos dos menores de edad, fueron abandonados a lo largo del bulevar Lázaro Cárdenas, en el municipio de Uruapan, sentados en sillas de plástico, atados de pies y manos y con los ojos vendados. El multihomicidio fue calificado por las autoridades como “un hecho aislado” y como una provocación del crimen organizado. Por este hecho no hubo detenidos.

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Hoy lunes 24 de octubre se cumplen dos meses de la última masacre registrada en Michoacán en el municipio de Tuzantla, localidad ubicada al oriente del estado y conocida como “La Puerta a la Tierra Caliente”, la otra Tierra Caliente, esa que colinda con el estado de Guerrero y en donde también ocurren enfrentamientos, secuestros y masacres producto de la violencia endémica del estado.

Los pobladores de Tuzantla no recuerdan haber vivido un asesinato múltiple como el del pasado 24 de agosto cuando ocho personas, entre ellas tres menores de edad, fueron acribilladas en plena vía pública.

Una disputa entre presuntos integrantes de La Familia Michoacana desató el infierno aquel miércoles, cuando además de los asesinatos los sicarios allanaron casas e incendiaron vehículos, mientras disparaban ráfagas de fuego frente a los llamados Arcos que distinguen a ese pueblo, al lado de una gasolinera de Pemex.

Por esos hechos, el gobierno federal detuvo a seis hombres, luego de que las investigaciones arrojaron que todo se debió a conflictos entre dos líderes de células delictivas del cártel de La Familia Michoacana apodados El Pez y El Chaparro, este último quedó entre los ejecutados.

Para los casi 15 mil habitantes de Tuzantla, según cifras del Inegi, recobrar la vida después de ese episodio no fue sencillo.

Un día después del tiroteo, según dice el presidente municipal Arturo Serrato Suárez, el 70 por ciento de los vecinos huyeron a los municipios cercanos, para refugiarse en casas de sus familiares y amigos sobre todo en Zitácuaro, pero incluso hubo quien aprovechó y pidió asilo en los Estados Unidos.

Se cerraron todos los comercios, el centro de salud, las oficinas de gobierno y el mercado municipal. Las clases presenciales fueron suspendidas y los niños, como en el periodo de la pandemia, se resignaron a tomar clases a distancia.

La maestra Norma Ponce, quien labora en una telesecundaria de la comunidad Las Juntas del Tanque, recuerda que luego de la masacre les costó trabajo el retorno de los alumnos, la mayoría de los cuales se refugiaron con sus familias en Zitácuaro y Morelia.

Te podría interesar: Ejército no está diseñado para seguridad ciudadana: MC

En los primeros días la comunicación y el reparto de las tareas se hacía a través de plataformas como WhatsApp y Google Meet, pero no todos tenían Internet disponible.

“No fue fácil”, reconoce la docente, quien relata que escuchó el sonido de las ráfagas aquel día y asume que el pánico se sembró más en los adultos que en los niños, quienes fueron los que empacaron de inmediato sus cosas para huir, mientras las condiciones cambiaban.

Ya con la normalidad recobrada, a luego de 28 días de los hechos sólo espera que el episodio que sembró muerte y dolor sea una amarga anécdota: “Lo que queremos es que eso quede como parte del pasado, así que mejor hay que seguirle”, dice en una mezcla de optimismo y resignación.

Tras la masacre, las extorsiones

“Era un pueblo fantasma, no veías a nadie en las calles, no había tiendas para comprar comida, todos estaban encerrados o fuera de la comunidad”, dice Gregorio Duarte García, personaje muy apreciado en el pueblo que suele usar sus redes sociales para difundir eventos artísticos y culturales.

En entrevista, relata que después de los acontecimientos hubo mucho miedo entre los vecinos, pero se incrementó cuando comenzaron a surgir las extorsiones telefónicas de supuestos narcotraficantes que exigían depósitos exprés a cuentas de Banco Azteca, a cambio de no secuestrarlos a ellos o sus familiares.

La extorsión alcanzó también a los chats comunitarios de Facebook y los delincuentes hackearon cuentas de conocidos que supuestamente exigían envíos de dinero para solucionar problemas de último momento.

Bajo un clima de “paranoia”, según dice Gregorio, pronto se difundieron y viralizaron versiones y relatos de enfrentamientos armados en la comunidad de El Olivo, que sin embargo nadie pudo confirmar.

Comerciantes se escondieron

El profesor Sacramento Beiza añade que Tuzantla es un punto central para el comercio de la zona, pero después de la masacre la gente de las rancherías cercanas prefirió suspender sus habituales compras y ventas.

“Lo resentimos mucho, en un día normal venían aproximadamente mil personas, pero después de eso (la masacre) no llegaron ni 20”, aunque hoy afirma que todo ha vuelto a la normalidad y los compradores y vendedores de la región salen a sus actividades.

Tuzantla se ubica entre el oriente del estado y la Tierra Caliente y es vecino de municipios como Zitácuaro, Hidalgo, Jungapeo y Tiquicheo.

Este puñado de municipios concentra a poco menos de 100 mil habitantes que viven en parte de la agricultura y la ganadería.

Su ubicación estratégica que lo coloca en medio de la otra Tierra Caliente de Michoacán, hace que concentre también la mayor parte de la movilidad y tránsito de la zona hacia el centro del estado y los estados vecinos.

Cifras del Consejo Estatal de Población (Coespo) ubican a Tuzantla como un lugar de marginación media, donde sus habitantes en promedio han cursado hasta el cuarto año de primaria y su índice de desarrollo humano lo coloca en el lugar 108 de los 113 municipios de la entidad.

El Consejo Nacional de Evaluación (Coneval) indica que el 80 por ciento de su gente vive en la pobreza y casi 30 por ciento está en pobreza extrema.


Dedicados a la ganadería, agricultura y al comercio, en su zona céntrica se aglutina casi todo: el Palacio Municipal, la iglesia, la plaza, el mercado y la esquina para tomar taxis. También hay un centro permanente de la Guardia Civil, cuyos elementos patrullan recientemente las calles, al igual que soldados del Ejército Mexicano y miembros de la Guardia Nacional.

Con ese blindaje, el presidente municipal, Arturo Serrato Suárez, subraya que a la fecha lograron recuperarse después del episodio violento que calentó la plaza.

“Todo México se encuentra en un clima de inseguridad -justifica- y ahora nos tocó a nosotros, pero ya hay más confianza, la gente habla de sus proyectos de vida, ya se pasó el temor”, dice, mientras afirma que la gente observa la presencia militar con buenos ojos.

El alcalde fue electo el año pasado bajo las siglas de Movimiento Ciudadano, partido que también llevó al ayuntamiento a Jazmín Arroyo Martínez en el trienio 2018-2021, en coalición con el PAN y el PRD. Antes, gobernó el perredista Octavio Ocampo Córdova, quien hoy en día es el presidente estatal del PRD.

Sacerdote, clave para la recuperación

Levantarse de un acto que se sumó a las constantes masacres que ocurren en el país y el estado se debió en parte al activismo del sacerdote José Esaúl Mendoza Pedro, quien desde el 27 de agosto encabezó una marcha por la paz que recorrió todo el pueblo, con mujeres y hombres vestidos de blanco.

Conforme pasaron los días, asistía a cada comercio para decirles que ya abrieran, que lo peor ya había ocurrido, y de a poco le hicieron caso, tanto, que para el 27 de septiembre se retomó una peregrinación masiva y el 4 de octubre la gente salió a celebrar a su santo patrono: San Francisco de Asís.

Al igual que otros sacerdotes, el padre José Esaúl recurre a la red social de Facebook para mandar mensajes a la feligresía.

Ante rumores de un nuevo ataque, el 13 de octubre escribió un post donde pidió no dejarse llevar por la desinformación y las versiones falsas: “Ante los rumores de los acontecimientos que dicen que pudieran pasar mañana viernes, les invito a mantener la calma. Todo indica que son solo rumores. Rumores que se han difundido de boca en boca".

Su muro está repleto no solo de citas bíblicas, sino de carteles que anuncian bailes masivos encabezados por el grupo Kabildo, una kermés para recaudar fondos para el templo parroquial y una procesión de ofrendas en honor a San Francisco.

La fiesta debe continuar

Pese al miedo y los rumores, el guitarrista y director musical del famoso grupo La Dinastía de Tuzantla, Gustavo Toledo Arellano, dice que ese pueblo siempre ha sido pacífico, trabajador, con muchos migrantes que vuelven para las fiestas patronales como la Pascua, el Día de la Virgen de Guadalupe y desde luego el 4 de octubre.

“Aquí festejamos todo lo que se pueda festejar, viene la gente del rancho y a la Dinastía nos quieren mucho, así que junto a otros músicos tenemos esa responsabilidad, la de darles alegría, sin importar lo que pasó”.

Es la forma que la gente encuentra para darle vuelta a la página, pues en las conversaciones sin grabadora de por medio, dan algunos detalles de la masacre, donde habrían muerto varias personas ajenas a las actividades delincuenciales.

Masacres: Problema endémico

Para el sociólogo y especialista en materia de seguridad, Alberto Guerrero Baena, el fenómeno de las masacres es complejo en estados como Michoacán, porque está cruzado por múltiples factores.

En el estado se dan de esta manera tan atroz sobre todo “debido a la fragilidad institucional de las fuerzas de seguridad estatal y municipal, pero también por la influencia de poderes fácticos en gobiernos locales, como los municipios”, asegura sin cortapisas.

Ahí, señala, “los delincuentes tienen caldo de cultivo porque también hay rivalidades entre los grupos y muchas veces las autoridades colocadas por el propio crimen organizado”.

En este contexto, asegura “las masacres no tienen un punto de resolución ni ninguna vía de justicia, porque a nadie tampoco le conviene que estos muertos se le adjudiquen a alguien, porque es regresar una y otra vez a la guerra declarada entre ellos”.

La diferencia solo ocurre cuando la población civil quiere protegerse de la influencia y el terror que generan estos grupos fácticos y comunidades y toma la decisión de autoprotegerse, de crear medidas que puedan ayudar a seguir con su vida normal.

Además, indica en lugares como el nuestro la posibilidad de que se dé con los culpables reales de homicidios múltiples es una falacia, porque para empezar Michoacán ocupa el tercer lugar nacional con menos agentes del ministerio público por cada 100 mil habitantes, según el último estudio de la Universidad de las Américas en el índice global de impunidad que recién acaba de ser publicado.

Masacres que falta y hay que agregar al recuadro

1.- 8 de agosto del 2019. 19 cuerpos encontrados en la madrugada en tres distintos puntos de la ciudad de Uruapan. Unos colgados, otros desmembrados y otros en bolsas abandonadas en las calles. El hecho se adjudicó a la disputa entre Los Viagras y el Cártel de Jalisco Nueva Generación. Fueron detenidas seis personas.

2.- 23 de Marzo del 2013. Los cuerpos de siete hombres, entre ellos dos menores de edad, fueron abandonados a lo largo del bulevar Lázaro Cárdenas, en el municipio de Uruapan, sentados en sillas de plástico, atados de pies y manos y con los ojos vendados. El multihomicidio fue calificado por las autoridades como “un hecho aislado” y como una provocación del crimen organizado. Por este hecho no hubo detenidos.

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