Las descalificaciones entre los actores políticos de los diversos signos partidistas tienden a escalar y no es un asunto favorable para incentivar un verdadero debate de ideas, se tiende más al exabrupto que suele ser parido por el fanatismo que siempre será venenoso ya sea por una causa u otra. Las redes sociales están infestadas del virus de la intolerancia, los extremos se lucen para dejar notar la pobreza ideológica, se tiende más a lo emotivo que a lo razonable.
Entre las llamadas corcholatas y los aspirantes de la oposición en el día a día en muchas ocasiones parecen introducirse por el laberinto del aburrimiento porque no rebasan los lugares comunes, no hay registro de novedades, digamos que no han surgido sorpresas.
Nuestra clase política en muchos casos tienen el mismo origen, sus genes partidistas hacen resaltar similitudes, hay signos de autoritarismo, casi un nulo sentido del humor, son repetitivos, hablan de manera similar, la búsqueda del poder está a todo lo que da, como sea.
También hacen falta personajes con un mejor forje intelectual, escuchamos y leemos el sentir de quienes están en la búsqueda de posiciones de poder, muchos de ellos delatan su precaria formación, evidentemente no leen, resultan burdos y carentes de gracia
El escenario electoral tiene una clara discusión, los aspirantes de Morena y los del frente opositor cada cual plantea su visión de lo que esperan en el futuro cercano, aunque no hay propiamente un debate por las características extrañas del proceso actual, lo que si tenemos es el encono permanente entre los fanáticos de un signo u otro, en las redes sociales se exhibe la cantidad industrial de medias verdades o mentiras absolutas.
En consecuencia, los partidos políticos se han conformado como una especie de franquicias que se alían para competir aunque las diferencias teóricas por asuntos de la geometría política sean obvias. Las doctrinas partidistas parecen estar absorbidas por el pragmatismo.
El nivel del debate es de escasa calidad porque más bien está repleto de las denostaciones, descalificaciones y exabruptos, se han estacionado en pleitos de callejón, aunque no podemos dejar de reconocer que los partidos son la opción para llegar al poder a través de una manera legal y pacífica, si no fuese así el panorama sería más complicado. Se ocupa de partidos políticos mejor organizados, que procuren el debate de altura y se ocupa de un financiamiento público menor porque el de actualidad es insultante, excesivo.
Los partidos políticos son convidados imprescindibles en un proceso electoral democrático, tenemos un sistema plural que como consecuencia resulta polifónico, digamos que sería inadmisible que tuviésemos una sola opción porque un paradigma monolítico tendría un tufo a dictadura, a un pasado nada recomendable.
El 2024 será un año interesante por el proceso electoral con todas sus implicaciones a la vista más lo que se habrá de sumar, la narrativa se ha modificado ante la irrupción de Xóchitl Gálvez, quienes aspiran a la candidatura por Morena les falta más emotividad, aunque para muchos observadores de las denominadas corcholatas saldrá la o el favorito.
Por cierto, hace unos días pudimos ver la obra Tenemos otros datos en el Teatro Virginia Fábregas de la Ciudad de México, una sátira amena acerca de los temas políticos de actualidad con la participación de actores y actrices como Pierre Angelo, Marialicia Delgado y Adriana Moles. Sarcasmo e ironía. Por cierto, recordé una frase del gran Julio Scherer García: en México el drama se expresa a través de la risa.
Presidente de la Crónica de Paracho 2020-2022, Trabajó como Secretario en Secretaría de Difusión Cultural y Extensión Universitaria.
