/ jueves 18 de octubre de 2018

GOLPE DE TIMÓN

La Cámara

Teodoro Barajas Rodríguez

A veces somos testigos de los debates en la Cámara de Diputados, los legisladores federales son representantes populares en el formato democrático de México, en teoría están para velar los intereses de la colectividad aunque muchos de ellos ocupan el referido espacio para hacer su catarsis y exponer su neurosis.

Gerardo Fernández Noroña es un diputado que ejemplifica lo que aquí abordamos, es excesivamente protagónico como dogmático, sólo él tiene razón, por lo que si alguien lo contraria recibe todos los calificativos habidos y por haber, así hasta el hartazgo.

En las últimas décadas hemos podido observar cómo se ha vulgarizado la vida pública de nuestro país, el Poder Legislativo se ha comenzado a llenar de porros que no políticos. No hay ideologías, pero sí posiciones estridentes, se carece de una retórica decorosa pero no de improperios.

La más alta tribuna de la nación se ha pervertido, los legisladores ocupan el primer lugar en las encuestas de la impopularidad. En las últimas semanas dos diputados también fueron blanco de críticas por sendas pifias, nos referimos a Sergio Mayer y Ernesto D’ Alessio, el primero está al frente de la Comisión de Cultura, el segundo figura en la de Deportes.

El primero sencillamente no califica para presidir un órgano colegiado que se vincula a la promoción del arte y la cultura hoy como nunca se ocupa de dicho binomio para oponerlo a la rudeza cotidiana traducida en una serie de actos ilícitos; el segundo ante los cuestionamientos tras un yerro ortográfico contestó con dureza olvidando las buenas maneras aunque presume de ser un cristiano practicante. En fin.

Se marcan los contrastes, por un lado figura un sapiente Porfirio Muñoz Ledo que podrá tener muchos defectos pero es un hombre de Estado, por el otro muchos aprendices que han llegado tarde a esa caja de resonancia que es la Cámara baja.

Si observamos el comportamiento de los representantes populares de algunos sistemas parlamentarios nos damos cuenta de los contrastes pronunciados en el nivel de la discusión y debate, obvio que se trata de sociedades con una mayor maduración democrática.

En nuestro país los representantes populares perciben importantes dietas, bolsas, apoyos y demás apoyos económicos aunque en muchos casos son inmerecidos e injustos en un país en el que se han multiplicado los pobres. La desigualdad social se fortificó en los últimos tiempos.

México enfrenta horas complicadas por la cantidad de violencia, se multiplicaron las series en las diversas plataformas digitales en las que se hace una auténtica apología de los narcotraficantes, venden, se consumen.

Es momento de dar un viraje completo en muchos rubros a este país, un buen inicio sería que los diputados asuman su compromiso por encima de los intereses partidistas que suelen ser sectarios, parciales e insuficientes. La vida pública de nuestro país exige más y mejor trabajo.

Posdata: Recientemente se canonizó a quien fuera arzobispo de San Salvador, monseñor Óscar Arnulfo Romero, el mismo que fuera acribillado hace 38 años en plena celebración eucarística. El extinto prelado fue una figura emblemática de la teología de la liberación, la opción preferencial por los pobres. Su vida y muerte son testimonio de una entrega por las mejores causas. (M)

La Cámara

Teodoro Barajas Rodríguez

A veces somos testigos de los debates en la Cámara de Diputados, los legisladores federales son representantes populares en el formato democrático de México, en teoría están para velar los intereses de la colectividad aunque muchos de ellos ocupan el referido espacio para hacer su catarsis y exponer su neurosis.

Gerardo Fernández Noroña es un diputado que ejemplifica lo que aquí abordamos, es excesivamente protagónico como dogmático, sólo él tiene razón, por lo que si alguien lo contraria recibe todos los calificativos habidos y por haber, así hasta el hartazgo.

En las últimas décadas hemos podido observar cómo se ha vulgarizado la vida pública de nuestro país, el Poder Legislativo se ha comenzado a llenar de porros que no políticos. No hay ideologías, pero sí posiciones estridentes, se carece de una retórica decorosa pero no de improperios.

La más alta tribuna de la nación se ha pervertido, los legisladores ocupan el primer lugar en las encuestas de la impopularidad. En las últimas semanas dos diputados también fueron blanco de críticas por sendas pifias, nos referimos a Sergio Mayer y Ernesto D’ Alessio, el primero está al frente de la Comisión de Cultura, el segundo figura en la de Deportes.

El primero sencillamente no califica para presidir un órgano colegiado que se vincula a la promoción del arte y la cultura hoy como nunca se ocupa de dicho binomio para oponerlo a la rudeza cotidiana traducida en una serie de actos ilícitos; el segundo ante los cuestionamientos tras un yerro ortográfico contestó con dureza olvidando las buenas maneras aunque presume de ser un cristiano practicante. En fin.

Se marcan los contrastes, por un lado figura un sapiente Porfirio Muñoz Ledo que podrá tener muchos defectos pero es un hombre de Estado, por el otro muchos aprendices que han llegado tarde a esa caja de resonancia que es la Cámara baja.

Si observamos el comportamiento de los representantes populares de algunos sistemas parlamentarios nos damos cuenta de los contrastes pronunciados en el nivel de la discusión y debate, obvio que se trata de sociedades con una mayor maduración democrática.

En nuestro país los representantes populares perciben importantes dietas, bolsas, apoyos y demás apoyos económicos aunque en muchos casos son inmerecidos e injustos en un país en el que se han multiplicado los pobres. La desigualdad social se fortificó en los últimos tiempos.

México enfrenta horas complicadas por la cantidad de violencia, se multiplicaron las series en las diversas plataformas digitales en las que se hace una auténtica apología de los narcotraficantes, venden, se consumen.

Es momento de dar un viraje completo en muchos rubros a este país, un buen inicio sería que los diputados asuman su compromiso por encima de los intereses partidistas que suelen ser sectarios, parciales e insuficientes. La vida pública de nuestro país exige más y mejor trabajo.

Posdata: Recientemente se canonizó a quien fuera arzobispo de San Salvador, monseñor Óscar Arnulfo Romero, el mismo que fuera acribillado hace 38 años en plena celebración eucarística. El extinto prelado fue una figura emblemática de la teología de la liberación, la opción preferencial por los pobres. Su vida y muerte son testimonio de una entrega por las mejores causas. (M)

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