/ lunes 29 de mayo de 2023

Insostenible, el titular de la ASM

Uno de los principales requisitos, no legal pero sí moral, -si es que en política todavía se puede invocar esta norma- que debe caracterizar a quien encabeza una de las instituciones más importantes del Estado es su honestidad, equidad y ecuanimidad. Cuando se pierde la confianza en quien está encargado en fiscalizar que los recursos públicos se hayan aplicado conforme a la norma y se desconfíe de su probidad, difícilmente se podrá cumplir a cabalidad todas las responsabilidades que le confiere la ley.

Si la propuesta de relevar al titular de la ASM carece de sustento, las y los diputados deberían ser los únicos en analizarlo y discutirlo en el Congreso. Evitar o retrasar esta decisión por medio de argucias legales, como el amparo obtenido, solo muestran que no se cuenta con el respaldo necesario para permanecer en el cargo, lo cual resulta aun más preocupante. Habrá que conocer con precisión cuáles son los argumentos y las motivaciones de algunos diputados del PRI y PAN que insisten en proteger al auditor. A ver si en esas posturas no hay algún conflicto de interés que los motive.

De cualquier forma, es una buena oportunidad de analizar el proceso de selección de quienes acceden a estos cargos. El titular de la ASM debe cumplir no solo con los requisitos legales establecidos en la Ley de Fiscalización Superior y Rendición de Cuentas del estado, sino gozar de una intachable trayectoria profesional y/o académica, alejada en lo posible de cualquier vínculo directo con partidos, políticos o grupos de interés que pongan en entredicho sus decisiones. Con Miguel Ángel Aguirre Abellaneda no sucedió. Su cercanía con Silvano Aureoles y a su grupo político, de entrada, debió descalificarlo como candidato al puesto, pero al no tener impedimento legal, se convirtió, sin ningún rubor en el auditor carnal del exmandatario.

Es indispensable una reforma al artículo 11 de la citada ley para exigir que quien sea titular de la ASM, además de acreditar los requisitos establecidos, demuestre no tener vínculos con partidos políticos, pertenecer a organizaciones políticas, cargos en gobiernos o relaciones personales con representantes populares o funcionarios de alto nivel al menos en los últimos cinco años. Los requerimientos actuales son tan simples que cualquiera puede llegar, como ocurrió con Aguirre Abellaneda.

Obviamente su posición respondió a una serie de acuerdos entre las fuerzas políticas que hoy integran la oposición. En la repartición de espacios, al exgobernador le tocaron los mejores: La ASM y la FGE, aunque también le alcanzó para órganos autónomos y tribunales.

El triunfo de Morena y en especial de Alfredo Ramírez Bedolla al gobierno del estado dio al traste con los acomodos pactados para garantizar una salida tersa, con señalamientos, pero sin denuncias que pusieran en riesgo su tranquilidad o incluso su libertad. Poco a poco el morenista ha ido desmontado la telaraña de poder que había tejido su antecesor, quien sin ningún obstáculo había dejado a sus más cercanos colaboradores en cargos estratégicos o premiándolos con notarías o jugosos contratos.

Pero justamente en el apartado de los contratos otorgados a empresarios michoacanos Ramírez Bedolla ha sido muy cauteloso y ha preferido la vía de la negociación. Su apuesta por el desarrollo económico descansa precisamente en las buenas relaciones que mantenga con el empresariado que poco a poco ha cambiado la percepción que tenían de él por ser morenista y cercano al presidente López Obrador.


La foto incómoda


¿Qué tan banal o transcendental puede resultar una fotografía? Bueno, en Michoacán la comidilla de la semana fue precisamente la foto de la reunión que sostuvieron las y los gobernadores de Morena con Andrés Manuel López Obrador en donde, desafortunadamente, el mandatario michoacano fue captado en una posición inoportuna. ¿Descuido? Difícil creerlo, sobre todo cuando en Morena aseguran que es el propio Presidente el que escoge las imágenes que se deben difundir.

Dicen que en política no se pide perdón, en política se dimite. Y mucho debió ser la molestia del gobernador que, contrario a su costumbre, no subió esa foto de la reunión en sus redes sociales. Vienen tiempos de definiciones en la 4T y seguramente el mandatario michoacano deberá jugar bien sus cartas para decantarse por el/la abanderado de Morena a la Presidencia de la República. Por lo pronto, ya comienzan a cocinarse algunos ajustes al interior del Gobierno.


Especialista en telecomunicaciones.

Uno de los principales requisitos, no legal pero sí moral, -si es que en política todavía se puede invocar esta norma- que debe caracterizar a quien encabeza una de las instituciones más importantes del Estado es su honestidad, equidad y ecuanimidad. Cuando se pierde la confianza en quien está encargado en fiscalizar que los recursos públicos se hayan aplicado conforme a la norma y se desconfíe de su probidad, difícilmente se podrá cumplir a cabalidad todas las responsabilidades que le confiere la ley.

Si la propuesta de relevar al titular de la ASM carece de sustento, las y los diputados deberían ser los únicos en analizarlo y discutirlo en el Congreso. Evitar o retrasar esta decisión por medio de argucias legales, como el amparo obtenido, solo muestran que no se cuenta con el respaldo necesario para permanecer en el cargo, lo cual resulta aun más preocupante. Habrá que conocer con precisión cuáles son los argumentos y las motivaciones de algunos diputados del PRI y PAN que insisten en proteger al auditor. A ver si en esas posturas no hay algún conflicto de interés que los motive.

De cualquier forma, es una buena oportunidad de analizar el proceso de selección de quienes acceden a estos cargos. El titular de la ASM debe cumplir no solo con los requisitos legales establecidos en la Ley de Fiscalización Superior y Rendición de Cuentas del estado, sino gozar de una intachable trayectoria profesional y/o académica, alejada en lo posible de cualquier vínculo directo con partidos, políticos o grupos de interés que pongan en entredicho sus decisiones. Con Miguel Ángel Aguirre Abellaneda no sucedió. Su cercanía con Silvano Aureoles y a su grupo político, de entrada, debió descalificarlo como candidato al puesto, pero al no tener impedimento legal, se convirtió, sin ningún rubor en el auditor carnal del exmandatario.

Es indispensable una reforma al artículo 11 de la citada ley para exigir que quien sea titular de la ASM, además de acreditar los requisitos establecidos, demuestre no tener vínculos con partidos políticos, pertenecer a organizaciones políticas, cargos en gobiernos o relaciones personales con representantes populares o funcionarios de alto nivel al menos en los últimos cinco años. Los requerimientos actuales son tan simples que cualquiera puede llegar, como ocurrió con Aguirre Abellaneda.

Obviamente su posición respondió a una serie de acuerdos entre las fuerzas políticas que hoy integran la oposición. En la repartición de espacios, al exgobernador le tocaron los mejores: La ASM y la FGE, aunque también le alcanzó para órganos autónomos y tribunales.

El triunfo de Morena y en especial de Alfredo Ramírez Bedolla al gobierno del estado dio al traste con los acomodos pactados para garantizar una salida tersa, con señalamientos, pero sin denuncias que pusieran en riesgo su tranquilidad o incluso su libertad. Poco a poco el morenista ha ido desmontado la telaraña de poder que había tejido su antecesor, quien sin ningún obstáculo había dejado a sus más cercanos colaboradores en cargos estratégicos o premiándolos con notarías o jugosos contratos.

Pero justamente en el apartado de los contratos otorgados a empresarios michoacanos Ramírez Bedolla ha sido muy cauteloso y ha preferido la vía de la negociación. Su apuesta por el desarrollo económico descansa precisamente en las buenas relaciones que mantenga con el empresariado que poco a poco ha cambiado la percepción que tenían de él por ser morenista y cercano al presidente López Obrador.


La foto incómoda


¿Qué tan banal o transcendental puede resultar una fotografía? Bueno, en Michoacán la comidilla de la semana fue precisamente la foto de la reunión que sostuvieron las y los gobernadores de Morena con Andrés Manuel López Obrador en donde, desafortunadamente, el mandatario michoacano fue captado en una posición inoportuna. ¿Descuido? Difícil creerlo, sobre todo cuando en Morena aseguran que es el propio Presidente el que escoge las imágenes que se deben difundir.

Dicen que en política no se pide perdón, en política se dimite. Y mucho debió ser la molestia del gobernador que, contrario a su costumbre, no subió esa foto de la reunión en sus redes sociales. Vienen tiempos de definiciones en la 4T y seguramente el mandatario michoacano deberá jugar bien sus cartas para decantarse por el/la abanderado de Morena a la Presidencia de la República. Por lo pronto, ya comienzan a cocinarse algunos ajustes al interior del Gobierno.


Especialista en telecomunicaciones.