/ lunes 23 de agosto de 2021

Tiempos de incertidumbre

En Michoacán se viven tiempos de incertidumbre política. Conforme avanzan los días, comienzan a crecer los rumores respeto del fallo que emitirá la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación sobre las elecciones del seis de junio: pese a que ni el IEM ni el TEEM validaron los argumentos sobre la presunta injerencia del crimen organizado, aún existe confianza entre los simpatizantes del Equipo por Michoacán de que los resultados de los comicios serán anulados.

Y más que una actitud propositiva o inocente, los aliancistas confían en que los criterios emitidos por los magistrados electorales se mantengan tan subjetivos como hasta ahora y repitan la dosis a los morenistas como cuando le retiraron la candidatura a Raúl Morón Orozco.

Esa precisamente es la apuesta. Las irregularidades registradas –probadas y sancionadas en algunos municipios y distritos- representan una grave vulneración a los principios constitucionales de certeza y legalidad por lo que deberían ser anuladas, lo que no resultaría descabellado si recordamos los argumentos esgrimidos por algunos magistrados durante las sesiones de análisis de los casos Morón-Salgado.

A estas especulaciones se suma la falta de claridad en el proceso de Entrega-Recepción que se está desarrollando en la administración, ya que no se ha cumplido con la agenda de visitas (al menos la que se tiene de manera informal) del equipo de transición a las dependencias consideradas clave en el proceso.

Marko Cortés va por la reelección

En medio de una infinidad de acusaciones y señalamientos contra el proceso interno para la elección del próximo dirigente nacional del Partido Acción Nacional, el moreliano Marko Cortés se apresta para ser reelecto al cargo por un nuevo periodo. Para sus contrincantes, el actual líder albiazul debería retirarse de la contienda por varias razones, siendo la principal los terribles resultados electorales obtenidos el pasado seis de junio en todo el país, luego de ganar solo 2 de 15 gubernaturas. Pero de los triunfos alcanzados, el de Querétaro se lo endilgan más al trabajo del gobernador y aspirante a dirigir al PAN, Francisco Domínguez, uno de los mejor calificados en todo el país, y el de Chihuahua a la alianza con otros partidos, no a las buenas artes de Marko Cortés.

Lo más absurdo del asunto es que los señalamientos realizados por los propios panistas apuntan precisamente a la falta de certeza, legalidad, independencia, imparcialidad y objetividad del proceso interno, es decir, lo mismo que se quejan del proceso en Michoacán pero en contra de Morena.

Las acusaciones no son nuevas ni desconocidas. El propio expresidente Felipe Calderón dedica al tema extensas líneas en su libro “Decisiones difíciles”, aportando datos precisos sobre las formas y daños infringidos al partido desde hace tiempo por lo que llama una “camarilla” de dirigentes y militantes albiazules. En su carta de renuncia -11 de noviembre de 2018- advertía sobre el daño y los riesgos de continuar así, aunque hoy parece tan actual como entonces: “Porque cancelada la democracia interna, es imposible revertir por mecanismos democráticos la actual situación, y la elección interna solo corrobora ese control envilecedor, siendo la próxima dirigencia una fiel expresión de la corrupción, la mediocridad y la manipulación que la ciudadanía ha castigado severamente en las urnas”.

Querétaro, buen ejemplo.

Las comparaciones siempre resultan odiosas pero cuando se presentan casos como el registrado en Querétaro son dignas de resaltarse, como lo que sucedió con la aplicación de la vacuna para los jóvenes de 18 a 29 años. Mientras en Morelia se registraron múltiples incidentes y molestias, desde la aberrante práctica de pernoctar en la calle haciendo fila, hasta las afectaciones viales causadas por los asistentes a los centros de vacunación, en el vecino estado de Querétaro fueron los estudiantes de medicina de una universidad privada los encargados de administrar la vacuna en total y completo orden a más de 16 mil personas, mientras en el campus de otra universidad, se prestó como sede.

En Michoacán se viven tiempos de incertidumbre política. Conforme avanzan los días, comienzan a crecer los rumores respeto del fallo que emitirá la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación sobre las elecciones del seis de junio: pese a que ni el IEM ni el TEEM validaron los argumentos sobre la presunta injerencia del crimen organizado, aún existe confianza entre los simpatizantes del Equipo por Michoacán de que los resultados de los comicios serán anulados.

Y más que una actitud propositiva o inocente, los aliancistas confían en que los criterios emitidos por los magistrados electorales se mantengan tan subjetivos como hasta ahora y repitan la dosis a los morenistas como cuando le retiraron la candidatura a Raúl Morón Orozco.

Esa precisamente es la apuesta. Las irregularidades registradas –probadas y sancionadas en algunos municipios y distritos- representan una grave vulneración a los principios constitucionales de certeza y legalidad por lo que deberían ser anuladas, lo que no resultaría descabellado si recordamos los argumentos esgrimidos por algunos magistrados durante las sesiones de análisis de los casos Morón-Salgado.

A estas especulaciones se suma la falta de claridad en el proceso de Entrega-Recepción que se está desarrollando en la administración, ya que no se ha cumplido con la agenda de visitas (al menos la que se tiene de manera informal) del equipo de transición a las dependencias consideradas clave en el proceso.

Marko Cortés va por la reelección

En medio de una infinidad de acusaciones y señalamientos contra el proceso interno para la elección del próximo dirigente nacional del Partido Acción Nacional, el moreliano Marko Cortés se apresta para ser reelecto al cargo por un nuevo periodo. Para sus contrincantes, el actual líder albiazul debería retirarse de la contienda por varias razones, siendo la principal los terribles resultados electorales obtenidos el pasado seis de junio en todo el país, luego de ganar solo 2 de 15 gubernaturas. Pero de los triunfos alcanzados, el de Querétaro se lo endilgan más al trabajo del gobernador y aspirante a dirigir al PAN, Francisco Domínguez, uno de los mejor calificados en todo el país, y el de Chihuahua a la alianza con otros partidos, no a las buenas artes de Marko Cortés.

Lo más absurdo del asunto es que los señalamientos realizados por los propios panistas apuntan precisamente a la falta de certeza, legalidad, independencia, imparcialidad y objetividad del proceso interno, es decir, lo mismo que se quejan del proceso en Michoacán pero en contra de Morena.

Las acusaciones no son nuevas ni desconocidas. El propio expresidente Felipe Calderón dedica al tema extensas líneas en su libro “Decisiones difíciles”, aportando datos precisos sobre las formas y daños infringidos al partido desde hace tiempo por lo que llama una “camarilla” de dirigentes y militantes albiazules. En su carta de renuncia -11 de noviembre de 2018- advertía sobre el daño y los riesgos de continuar así, aunque hoy parece tan actual como entonces: “Porque cancelada la democracia interna, es imposible revertir por mecanismos democráticos la actual situación, y la elección interna solo corrobora ese control envilecedor, siendo la próxima dirigencia una fiel expresión de la corrupción, la mediocridad y la manipulación que la ciudadanía ha castigado severamente en las urnas”.

Querétaro, buen ejemplo.

Las comparaciones siempre resultan odiosas pero cuando se presentan casos como el registrado en Querétaro son dignas de resaltarse, como lo que sucedió con la aplicación de la vacuna para los jóvenes de 18 a 29 años. Mientras en Morelia se registraron múltiples incidentes y molestias, desde la aberrante práctica de pernoctar en la calle haciendo fila, hasta las afectaciones viales causadas por los asistentes a los centros de vacunación, en el vecino estado de Querétaro fueron los estudiantes de medicina de una universidad privada los encargados de administrar la vacuna en total y completo orden a más de 16 mil personas, mientras en el campus de otra universidad, se prestó como sede.