¿Duendes en el Conservatorio de las Rosas? Esta es la leyenda

Dentro el Conservatorio de las Rosas abunda una leyenda muy conocida ¿sabes de que trata?

Alina Espinoza / El Sol de Morelia

  · sábado 30 de marzo de 2024

Jardín del Conservatorio de las Rosas / Foto: Archivo

Morelia, Michoacán.- El Conservatorio de las Rosas es uno de los lugares más significativos y especiales para la ciudad de Morelia, ya que ese recinto aguarda un sinfín de historias de su surgimiento hasta lo que es en la actualidad.

Sin embargo, esta ocasión hablaremos sobre una leyenda que está relacionada al Conservatorio de Las Rosas, se trata de “El Pozo de los Duendes”. ¿Sabes de qué trata? Pues aquí te contaremos un poco sobre esta historia.

Conservatorio de las Rosas / Foto: Adid Jiménez | El Sol de Morelia

Dicen que en el patio del Conservatorio de las Rosas, en su jardín había un grupo de traviesos duendes y vivían entra helechos y plantas que las monjas cuidaban. El padre capellán quería eliminarlos, pero eran tan traviesos que destrozaban las plantas, arrancando las cebollas y no dejaban en paz las flores.

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Los pequeños duendes se adueñaban de todo y decidieron no dejar dormir a las monjas. Todas las noches se les ocurría hacer travesuras por los pasillos.

Las travesuras que hacían los duendes eran saques en la despensa, hacer ruidos y más ruidos. Hasta que una noche, la madre superiora se levantó una noche enfadada para enfrentarse a los diminutivos alborotadores.

Jardín del Conservatorio de las Rosas / Foto: Adid Jiménez | El Sol de Morelia

Según relata Don Francisco Alcocer Sierra, un conocedor de leyendas, que los seis enanitos llevaban en hombros una enorme conserva de Talavera de la Reina, rasada de añeja tirilla de durazno que se habían robado de la alacena.

También entraban a robar chocolates, naranjas, guayabas, turrones y hasta vino de membrillo que las monjas elaboraban para momentos especiales. Entonces la madre superiora se lanzó a la persecución y atrapó a uno de los duendes.

La madre superiora había pensado en bañarlo en agua bendita para que Dios lo purificara o lo castigara a su manera. Sin embargo, el duende, muy listo, pidió clemencia a la Madre y le dijo que si lo dejaba libre a él y a todos del convento, en vez de destrozar el lugar, lo iban a cuidar con mucho esmero, sobre todo el jardín y la huerta.

Al escuchar esta petición, la madre superiora, quien tenía un corazón noble, se sintió emocionada por las palabras y lo perdonó. Se acercó a la noria del pozo y lo dejó caer para que quedara libre para siempre.

Foto: Adid Jiménez | El Sol de Morelia

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Es por ello que aquel pozo que aún existe, tiene un agua muy dulce y cristalina y hasta se le atribuyen algunas propiedades medicinales.

Los duendes se encargan de alejar las malas energías y se dice que si hay alguna rosa fresca es por la presencia de los duendes y casi puedes verlos mientras escuchas la música de los estudiantes y contemplas el jardín.