MORELIA, Mich. (OEM-Infomex).- A los pocos segundos de que comienza el parpadeo de las luces amarillas del semáforo ubicado en el Periférico Paseo de la República, Francisco toma su tabla, un bote de cemento, tres pelotas y una boquilla para el balance; ¡el show está por comenzar!
En tan solo un minuto acomoda todos sus accesorios y se monta a la tabla haciendo un balance, las pelotas empiezan a rondar por los aires, mientras acomoda una más girando en su boquilla, hace unos cuantos trucos y baja a la carretera, acomoda sus utencilios debajo del brazo y los agradecimientos no se hacen esperar.
Unos cuantos niños salen extasiados por las ventanas de los coches, sus madres les han dado un peso o dos para que el malabarista los recoja de sus manos; sin embargo, no todo es dádivas y cariño, hay quienes se hacen de la “vista gorda” y se rehusan siquiera a voltear; pronto el semáforo cambia a verde y la historia vuelve a comenzar.
Así son los días y las tardes de Francisco Xavier Nieto Muñoz, un malabarista de sémaforo que entre otras cosas, se gana la vida dando shows en los que expresa su talento, en los cambios de las luces del sémaforo; un estilo de vida que adoptó desde hace siete años.
El joven, oriundo de la Ciudad de México, llegó a Morelia con la expectativa de “darse un rol”, pasar unos días agradables en “La Ciudad de la Cantera Rosa”, conocer unos cuantos amigos y hacer un poco de dinero; no obstante Francisco lleva dos años viviendo en la capital michoacana sin intenciones de abandonar la ciudad.
Llegue a Morelia en 2017, después de haber pasado una depresión muy grande, falleció un hermano mio; el estar aquí me ayudó a salir de esta gran tristeza que yo cargaba y a descubrir un nuevo mundo, (...) en Morelia, al ser una ciudad cultural y joven, hay una aceptación de la cultura y el arte en cualquiera de sus manifestaciones; yo aquí siento que se me ha valorado
El malabarista y también payaso con técnica teatral, recuerda con nostalgia sus primeros días aprendiendo el oficio del malabar, cuando en sus días de estudiante él y sus amigos se presentaban en los sémaforos cercanos a la Universidad Autónoma Metropolitana en Iztapalapa.
Entre compañeros comenzaron a aprender con dos y tres pelotas, practicando en los jardines de la institución, Francisco, además de actor escénico y malabarista, también cuenta con una Licenciatura en Antropología, lo que él denomina su primer amor.
Ya con unos cuantos días de práctica, sus amigos lo animan a tomar la calle, un taxista y un automóvil blanco eran los espectadores de su show, al terminar su espectáculo recibe siete pesos de ambas partes, “ahí fue cuando descubrí que esto me podría servir para dar el rol”.
Nieto Muñoz señaló que una parte importante por la que se dedicó al mundo de las artes escénicas, era justamente la habilidad de poder ser autogestivo con sus tiempos, su dinero y su trabajo; las horas de oficina simplemente no eran para él.
La idea para mí surge de no querer trabajar para nadie, para ninguna empresa, el ser autogestivo con mi chamba, mostrar que el trabajar en la calle es un trabajo digno y puedes llevar tu trabajo a donde quieras sin depender de nadie
Así pues, Francisco demuestra que el trabajar de semáforo es más que pedir dinero al cruzar las calles, ya que las acciones que se realizan y la retribución de las mismas, dependen en gran medida de los años de esfuerzo y práctica qué hay detrás de cada show, “si presentas algo mal hecho, la gente se da cuenta; tienes que imprimirle amor a lo que haces, a veces no hay sacamos ni un peso, pero si lo haces de verdad con pasión, lo menos que te puedes llevar es una sonrisa y para mí eso es más que suficiente”.
Sin embargo, de amor no se come. El malabarista señala que su estado financiero depende de algunas variables como el día, la hora, el tiempo que se tenga en el semáforo, la actitud de las personas, los cortes en la circulación, el tráfico, los tránsitos y hasta de los calcetines que se pone al despertar; aseverando que un día bajo de trabajo representa un ingreso de alrededor de 200 pesos, que son suficientes para pasar el día y abonar a la renta del departamento donde vive; mientras que en un día muy bueno, puede llegar a generar hasta 700 en un espacio de tres horas.
Los días que Francisco Xavier visita con mayor frecuencia el semáforo, son miércoles, viernes, sábado y domingo, pues son estos mismos donde hay más tráfico de familias y las personas están menos estresadas por sus trabajos y obligaciones.
No obstante, Morelia ha acogido tan bien a este artista escénico, que su gama laboral se ha ampliado, de los semáforos ha saltado a las clases particulares, a las presentaciones teatrales con compañías oriundas de la capital michoacana y recientemente a participar en el primer Festival de Clown de la ciudad.
Él participará por parte del grupo de teatro “Cobertizo escénico”, en la integración de dinámicas, clases y talleres para ser un artista tanto del malabar y como de la interpretación escénica; el ser instructor ha sido una habilidad que ha desarrollado a lo largo de su vida y que considera, ahora le ha dado razón a su vida.
La verdad es que yo siempre le huía a ser profe, pero ahora es diferente, puedo compartir con otros lo que a mí me han enseñado y si un poco de lo que yo tengo, se les pega a los demás, les ayuda, les cambia la vida; ¡qué mayor satisfacción¡
El primer Festival de Clown en Morelia se llevará a cabo del 8 al 13 de octubre con sede en plazas públicas y el Centro Cultural Clavijero, en donde Francisco participará como instructor y ponente, mientras tanto seguirá dedicando sus mañanas y sus tardes a su verdadero amor, el arte del malabar en cualquier semáforo de la ciudad.
