/ viernes 11 de febrero de 2022

Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, a propósito del amor

El día 14 de febrero es una fecha en que se festeja en México el Día del amor y de la amistad o de san Valentín. Aunque la Asamblea General de las Naciones Unidas haya decretado el 30 de julio para festejar la amistad, los usos y costumbres se imponen. Algo similar sucede con el 11 de febrero, el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, parece que la mercadotecnia del 14 de febrero se impone sobre el día 11 de febrero, esto no es extraño porque la fiesta en torno al amor viene de antiguo, la historia del Día de san Valentín se remonta al mundo del cristianismo en sus orígenes romanos. Y estaba relacionado con el afecto y el amor en su nuevo sentido cristiano. Sin embargo, de aquella tradición queda poco, el amor que se conmemora es un amor laico y pagano; son Afrodita y Eros quienes se hacen presente ese día, al menos en nuestro México, los usos y costumbres se decantan por el amor-pasión-sexuado. Las parejas se donan entre sí manifestaciones de amor que muchas veces se concretizan en regalos alusivos al amor pasión que la novela romántica y la televisión ha inventado. No existe un modo de amar único y universal, cada persona tiene la capacidad intelectual para crear su propia obra amorosa y participar al otro y a la otra de esta, y si ese otro y esa otra está de acuerdo consolidarla juntos. Y si no lo está respetar su no. No hacen falta rosas rojas, chocolates, cenas con velitas para dos, viajes de pareja, entradas al cine con combo incluido, cuartos de hotel, tarjetas con corazones y un sinfín de objetos que se ofertan por el mercado en torno al amor y que frustran a los amantes cuando sus costos son exorbitantes. Mi abuela Carmen decía que basta la honradez de quien ama (otorga y recibe).

Y sobre el 11 de febrero también se imponen las creencias antiguas, la gente sigue extrañándose sobre la participación de las mujeres en la historia de la ciencia. Esto se debe principalmente a que nos han enseñado en las escuelas una historia de la educación incompleta y muchas veces tergiversada. Por desgracia quienes enseñan no siempre se preguntan qué están enseñando y cómo lo están enseñando, incluso llegan a afirmar tajantemente que no ha habido científicas en el pasado. Y sucede en los diversos niveles educativos, desde la educación inicial hasta el posgrado, se repite una y otra vez que no hubo mujeres en las ciencias sino hasta el siglo XIX, si bien va. Por estas y otras muchas razones las Naciones Unidas aprobaron en la Resolución de la Asamblea General del día 22 de diciembre de 2015 proclamar el 11 de febrero de cada año como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Desde el año 2016 se invita a “todos los Estados Miembros, todas las organizaciones y los órganos del sistema de las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales y regionales, el sector privado y el mundo académico, así como a la sociedad civil, incluidas las organizaciones no gubernamentales y los particulares, a que celebren el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia de manera apropiada, en particular a través de actividades de educación y sensibilización pública a fin de promover la participación plena y en condiciones de igualdad de las mujeres y las niñas en la educación, la capacitación, el empleo y los procesos de adopción de decisiones en la ciencia, eliminar toda forma de discriminación contra la mujer, incluso en las esferas de la educación y el empleo, y sortear las barreras jurídicas, económicas, sociales y culturales al respecto mediante, entre otras cosas, la promoción del establecimiento de políticas y planes de estudio en el campo de la ciencia, incluidos programas escolares, según corresponda, para alentar una mayor participación de las mujeres y las niñas, promover las perspectivas de carrera de las mujeres en la ciencia y reconocer los logros de las mujeres en la ciencia”.

En tal sentido, este artículo está orientado a invitar a realizar actividades para promover la participación de las niñas en las ciencias y a visibilizar la labor realizada desde nuestras antepasadas en los distintos campos del saber, pero no solo el 11 de febrero sino en la vida cotidiana. Hay que enseñar a las generaciones de hoy que las mujeres hemos realizado importantes aportaciones científicas, y que, aunque, continúen excluidas del canon educativo es tiempo de integrarlas, no podemos seguir dejándolas fuera. Occidente reconoce a Hipatia como una de las primeras científicas porque no hay duda de ello, muchos documentos antiguos dan testimonio. Lo cierto es que antes y después hubo mujeres científicas en distintas regiones del mundo no Occidental y Occidental: Taputti-Belatekalllim y Ninu en Mesopotamia (aprox. 1200 a. C.) fueron lo que hoy conocemos como químicas, hay registros de ellas en tablillas, se describen como destiladoras de esencias y/o perfumistas. También existe la presencia de mujeres del círculo académico pitagórico, entre las que se conservan los nombres de Temistoclea (s. VI a.C.) que fue sacerdotisa y maestra de Pitágoras; Teano de Crotona (VI a V a.C.) quien fue una integrante pitagórica, así como Mya, Arignote y Aesarea (s. V a. C.) lo que significa que dominaban las ciencias exigidas para ingresar a tal circulo filosófico a saber: matemáticas, aritmética, música, geometría, filosofía y medicina, entre otras; Aglaonice o Aganice de Tesalia (s. I o II a. C.) fue una astrónoma y fue conocida por predecir eclipses o tener la capacidad de ocultar la luna. Esta astrónoma es mencionada en el Diálogo de Gorgias de Platón, en alusión a lo que se decía de las mujeres de Tesalia como hechiceras o especies de brujas por tener la capacidad de hacer descender la Luna. Y además de esta astrónoma, Platón recupera los nombres de las filósofas Diótima de Mantinea y Aspasia de Mileto como maestras de Sócrates. Y Gilles Ménage, el filólogo francés del siglo XVII, en su historia de las filósofas nos habla de haber localizado en textos antiguos al menos a sesenta nombres de mujeres científicas o filósofas. Del siglo XVII al siglo XIX se dio un incremento de la participación científica, Oliva de Sabuco llegó hasta los tribunales para defender de su padre los derechos de autora de su obra. Desde antes de este evento del siglo XVI, las mujeres participan en el mundo medieval de la alquimia, la medicina, la botánica, las matemáticas, la astronomía y la obstetricia, muchas de estas fueron conocidas como curanderas y parteras. Mujeres de un conocimiento y sensibilidad profunda según sus propias épocas. Este artículo no nos permite extendernos, pero hay muchas más científicas en todos los siglos, las investigaciones de las últimas cuatro décadas nos acercan a nombres y profesiones, además de las que están en curso.

Para cerrar les dejo con los nombres de Cleopatra (s. III - IV d.C.), Isabella Cortese (s. XVI d. C.), Dorothea Christiane Erxleben (1715-1762) y Josephine Silone Yates (1859-1912) mujeres de siglos distintos dedicadas a la química, la farmacia y la medicina, está última considerada una de las primeras científicas afroamericanas contratadas en la Universidad de Lincoln (Missouri). Y por último quiero referirme a Lady Montagu, la precursora de las vacunas, de quien recientemente se ha publicado una interesante biografía, a propósito de la pandemia que vivimos.

Como puede observar la lectora y el lector atento, queda mucho por hacer, un artículo como este solo intenta compartir el amor y el deseo de la investigación en el campo que se decida. Y resaltar que este amor no ha sido propiedad masculina, las mujeres también han sabido amar la ciencia y el conocimiento. No tengo duda alguna de que todas estas mujeres, si algo supieron, fue amar el saber. Honrémoslas este 11 de febrero estudiando sus obras y compartiendo esa búsqueda incansable por los conocimientos en beneficio de la humanidad y las demás especies que habitamos este planeta, el sistema solar, la galaxia, el universo y los multiversos. Y despertemos el amor al saber de las niñas de hoy a fin de promover el acceso de estas a la educación, la capacitación, la investigación en los ámbitos de las ciencias, las tecnologías, las ingenierías, las matemáticas, las letras, las artes, la filosofía y etc.

Y por último, he de señalar que la historiadora Margarita Peña, con sus charlas Viaje al centro las bibliotecas, despertó en mí el deseo de investigar y una pasión por la historia de la filosofía que desconocía. Y hoy invito a descubrir ese amor al conocimiento o a un viaje al centro de conocimiento a propósito del amor y del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.

El día 14 de febrero es una fecha en que se festeja en México el Día del amor y de la amistad o de san Valentín. Aunque la Asamblea General de las Naciones Unidas haya decretado el 30 de julio para festejar la amistad, los usos y costumbres se imponen. Algo similar sucede con el 11 de febrero, el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, parece que la mercadotecnia del 14 de febrero se impone sobre el día 11 de febrero, esto no es extraño porque la fiesta en torno al amor viene de antiguo, la historia del Día de san Valentín se remonta al mundo del cristianismo en sus orígenes romanos. Y estaba relacionado con el afecto y el amor en su nuevo sentido cristiano. Sin embargo, de aquella tradición queda poco, el amor que se conmemora es un amor laico y pagano; son Afrodita y Eros quienes se hacen presente ese día, al menos en nuestro México, los usos y costumbres se decantan por el amor-pasión-sexuado. Las parejas se donan entre sí manifestaciones de amor que muchas veces se concretizan en regalos alusivos al amor pasión que la novela romántica y la televisión ha inventado. No existe un modo de amar único y universal, cada persona tiene la capacidad intelectual para crear su propia obra amorosa y participar al otro y a la otra de esta, y si ese otro y esa otra está de acuerdo consolidarla juntos. Y si no lo está respetar su no. No hacen falta rosas rojas, chocolates, cenas con velitas para dos, viajes de pareja, entradas al cine con combo incluido, cuartos de hotel, tarjetas con corazones y un sinfín de objetos que se ofertan por el mercado en torno al amor y que frustran a los amantes cuando sus costos son exorbitantes. Mi abuela Carmen decía que basta la honradez de quien ama (otorga y recibe).

Y sobre el 11 de febrero también se imponen las creencias antiguas, la gente sigue extrañándose sobre la participación de las mujeres en la historia de la ciencia. Esto se debe principalmente a que nos han enseñado en las escuelas una historia de la educación incompleta y muchas veces tergiversada. Por desgracia quienes enseñan no siempre se preguntan qué están enseñando y cómo lo están enseñando, incluso llegan a afirmar tajantemente que no ha habido científicas en el pasado. Y sucede en los diversos niveles educativos, desde la educación inicial hasta el posgrado, se repite una y otra vez que no hubo mujeres en las ciencias sino hasta el siglo XIX, si bien va. Por estas y otras muchas razones las Naciones Unidas aprobaron en la Resolución de la Asamblea General del día 22 de diciembre de 2015 proclamar el 11 de febrero de cada año como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Desde el año 2016 se invita a “todos los Estados Miembros, todas las organizaciones y los órganos del sistema de las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales y regionales, el sector privado y el mundo académico, así como a la sociedad civil, incluidas las organizaciones no gubernamentales y los particulares, a que celebren el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia de manera apropiada, en particular a través de actividades de educación y sensibilización pública a fin de promover la participación plena y en condiciones de igualdad de las mujeres y las niñas en la educación, la capacitación, el empleo y los procesos de adopción de decisiones en la ciencia, eliminar toda forma de discriminación contra la mujer, incluso en las esferas de la educación y el empleo, y sortear las barreras jurídicas, económicas, sociales y culturales al respecto mediante, entre otras cosas, la promoción del establecimiento de políticas y planes de estudio en el campo de la ciencia, incluidos programas escolares, según corresponda, para alentar una mayor participación de las mujeres y las niñas, promover las perspectivas de carrera de las mujeres en la ciencia y reconocer los logros de las mujeres en la ciencia”.

En tal sentido, este artículo está orientado a invitar a realizar actividades para promover la participación de las niñas en las ciencias y a visibilizar la labor realizada desde nuestras antepasadas en los distintos campos del saber, pero no solo el 11 de febrero sino en la vida cotidiana. Hay que enseñar a las generaciones de hoy que las mujeres hemos realizado importantes aportaciones científicas, y que, aunque, continúen excluidas del canon educativo es tiempo de integrarlas, no podemos seguir dejándolas fuera. Occidente reconoce a Hipatia como una de las primeras científicas porque no hay duda de ello, muchos documentos antiguos dan testimonio. Lo cierto es que antes y después hubo mujeres científicas en distintas regiones del mundo no Occidental y Occidental: Taputti-Belatekalllim y Ninu en Mesopotamia (aprox. 1200 a. C.) fueron lo que hoy conocemos como químicas, hay registros de ellas en tablillas, se describen como destiladoras de esencias y/o perfumistas. También existe la presencia de mujeres del círculo académico pitagórico, entre las que se conservan los nombres de Temistoclea (s. VI a.C.) que fue sacerdotisa y maestra de Pitágoras; Teano de Crotona (VI a V a.C.) quien fue una integrante pitagórica, así como Mya, Arignote y Aesarea (s. V a. C.) lo que significa que dominaban las ciencias exigidas para ingresar a tal circulo filosófico a saber: matemáticas, aritmética, música, geometría, filosofía y medicina, entre otras; Aglaonice o Aganice de Tesalia (s. I o II a. C.) fue una astrónoma y fue conocida por predecir eclipses o tener la capacidad de ocultar la luna. Esta astrónoma es mencionada en el Diálogo de Gorgias de Platón, en alusión a lo que se decía de las mujeres de Tesalia como hechiceras o especies de brujas por tener la capacidad de hacer descender la Luna. Y además de esta astrónoma, Platón recupera los nombres de las filósofas Diótima de Mantinea y Aspasia de Mileto como maestras de Sócrates. Y Gilles Ménage, el filólogo francés del siglo XVII, en su historia de las filósofas nos habla de haber localizado en textos antiguos al menos a sesenta nombres de mujeres científicas o filósofas. Del siglo XVII al siglo XIX se dio un incremento de la participación científica, Oliva de Sabuco llegó hasta los tribunales para defender de su padre los derechos de autora de su obra. Desde antes de este evento del siglo XVI, las mujeres participan en el mundo medieval de la alquimia, la medicina, la botánica, las matemáticas, la astronomía y la obstetricia, muchas de estas fueron conocidas como curanderas y parteras. Mujeres de un conocimiento y sensibilidad profunda según sus propias épocas. Este artículo no nos permite extendernos, pero hay muchas más científicas en todos los siglos, las investigaciones de las últimas cuatro décadas nos acercan a nombres y profesiones, además de las que están en curso.

Para cerrar les dejo con los nombres de Cleopatra (s. III - IV d.C.), Isabella Cortese (s. XVI d. C.), Dorothea Christiane Erxleben (1715-1762) y Josephine Silone Yates (1859-1912) mujeres de siglos distintos dedicadas a la química, la farmacia y la medicina, está última considerada una de las primeras científicas afroamericanas contratadas en la Universidad de Lincoln (Missouri). Y por último quiero referirme a Lady Montagu, la precursora de las vacunas, de quien recientemente se ha publicado una interesante biografía, a propósito de la pandemia que vivimos.

Como puede observar la lectora y el lector atento, queda mucho por hacer, un artículo como este solo intenta compartir el amor y el deseo de la investigación en el campo que se decida. Y resaltar que este amor no ha sido propiedad masculina, las mujeres también han sabido amar la ciencia y el conocimiento. No tengo duda alguna de que todas estas mujeres, si algo supieron, fue amar el saber. Honrémoslas este 11 de febrero estudiando sus obras y compartiendo esa búsqueda incansable por los conocimientos en beneficio de la humanidad y las demás especies que habitamos este planeta, el sistema solar, la galaxia, el universo y los multiversos. Y despertemos el amor al saber de las niñas de hoy a fin de promover el acceso de estas a la educación, la capacitación, la investigación en los ámbitos de las ciencias, las tecnologías, las ingenierías, las matemáticas, las letras, las artes, la filosofía y etc.

Y por último, he de señalar que la historiadora Margarita Peña, con sus charlas Viaje al centro las bibliotecas, despertó en mí el deseo de investigar y una pasión por la historia de la filosofía que desconocía. Y hoy invito a descubrir ese amor al conocimiento o a un viaje al centro de conocimiento a propósito del amor y del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.