/ martes 21 de noviembre de 2023

Revolucionar la educación

Después de 113 años del inicio de la Revolución Mexicana, a pesar de las intenciones, del marco legal establecido y de los avances sustantivos que generó la promulgación de la Constitución Política de 1917, los resultados llegan a cuentagotas.

Bástese recortar los porcentajes de analfabetismo que prevalecían en 1920, donde el promedio nacional era del 90 por ciento en aquel entonces. 90 años después, en Michoacán de Ocampo en 2010, todavía había comunidades con el 86 por ciento de personas mayores de 15 años que no sabían leer ni escribir. El avance de nuestra nación en los indicadores educativos nacionales es pírrico, como lo han demostrado estudios comparativos a escala internacional, tales como Education at a Glance, PISA -que en unas semanas se presentará por cierto- y muchos más.

Por ello, en las condiciones en las cuales nos encontramos, es necesario considerar la posibilidad de emprender una transformación nacional enfocándonos en construir una revolución educativa, en al menos, los siete ámbitos que se mencionan a continuación:

Revolucionar la vivencia plena de los derechos educativos de las niñas, niños y jóvenes en el país; lo cual implica dotarles de las condiciones necesarias y suficientes para que, bajo un enfoque triplicado de inclusión, todos estén, aprendan y participen en las escuelas, con apoyos socioeducativos para quienes así lo requieran, jornadas ampliadas, así como un entorno libre de violencia y discriminación, permitiendo se combatan el rezago educativo, el analfabetismo, el abandono escolar y la ruptura de trayectorias educativas.

Revolucionar la atención socioemocional, para que todas las niñas, niños y jóvenes cuenten con especialistas en las aulas quienes, desde educación inicial hasta superior, realicen los diagnósticos, acompañamiento y canalización de situaciones, malestares y trastornos que les generen barreras al aprendizaje y a la participación escolares, para su atención inmediata.

Revolucionar la cultura de la evaluación educativa, donde sin intenciones punitivas, segregacionistas, sino más bien formativas, trazables y con un enfoque de mejora continua, sistemáticamente se busque diagnosticar a los estudiantes, conocer el logro en el aprendizaje y las áreas de oportunidad en donde requieren reforzamiento.

Revolucionar la infraestructura física educativa y el equipamiento escolares, para que todos los estudiantes, los trabajadores de la educación y sus familias acudan a planteles dignos, limpios, con servicios y con las condiciones materiales adecuadas para poder ejercer sus derechos educativos. Esto implica por supuesto, contar con el blindaje que debe de tener el sistema educativo nacional ante fenómenos naturales y sociales, recordando que, los planteles educativos idealmente deben ser construidos de tal forma que sean resilientes ante las circunstancias mencionadas, al grado de poderse habilitar como refugios temporales. Aunado a lo anterior, que cuenten con mantenimiento preventivo y correctivo, fideicomisos y seguros que posibiliten su activación inmediata, para que, en caso de sufrir daños, se pueda iniciar su reparación cuanto antes.

Revolucionar la presupuestación educativa, siendo digna, incremental, suficiente, honesta y acorde a las necesidades de proveer condiciones materiales para que el sistema educativo nacional opere al servicio del ejercicio de los derechos constitucionales de las generaciones en formación, lo cual implica también a su vez, revolucionar el estatus de transparencia y rendición de cuentas imperantes, conjurando las ventanas de corrupción, de aviadurismo y de malos manejos, informando de oficio los padrones de trabajadores de la educación, el ejercicio presupuestal y las condiciones de las escuelas, mediante sistemas integrales de gestión educativa y medidas de e-gobierno que erradiquen la opacidad, la ineficiencia, el desperdicio y el abuso.

Revolucionar la valorización docente; ya que, durante décadas, el ejercicio de la vocación magisterial se ha convertido en una especie de apostolado, por las muy precarias condiciones en las cuales los profesionales de la educación laboran, por las plantillas laborales incompletas, por la falta de oportunidades constitucionales de formación continua y actualización; así como con situaciones injustas, tramposas y piramidales para lograr una carrera al interior del sistema educativo nacional.

Revolucionar el aprendizaje, lo cual implica modificar continuamente el modelo educativo, sus planes, programas de estudio y materiales educativos, manteniendo un ágora permanente para que los agentes educativos, expertos, académicos y sociedad civil propongan, discutan y participen para afrontar los retos pedagógicos contemporáneos.

En suma, hay grandes factores por revolucionar aún en el sistema educativo nacional, a más de un siglo de que los ideales de justicia social hicieran emprender una gesta, que a la fecha luce inacabada. Merecemos ser una sociedad educadora.

Sus comentarios son bienvenidos en eaviles@mexicanosprimero.org y en Twitter en @Erik_Aviles

*Doctor en ciencias del desarrollo regional y director fundador de Mexicanos Primero capítulo Michoacán, A.C.


Después de 113 años del inicio de la Revolución Mexicana, a pesar de las intenciones, del marco legal establecido y de los avances sustantivos que generó la promulgación de la Constitución Política de 1917, los resultados llegan a cuentagotas.

Bástese recortar los porcentajes de analfabetismo que prevalecían en 1920, donde el promedio nacional era del 90 por ciento en aquel entonces. 90 años después, en Michoacán de Ocampo en 2010, todavía había comunidades con el 86 por ciento de personas mayores de 15 años que no sabían leer ni escribir. El avance de nuestra nación en los indicadores educativos nacionales es pírrico, como lo han demostrado estudios comparativos a escala internacional, tales como Education at a Glance, PISA -que en unas semanas se presentará por cierto- y muchos más.

Por ello, en las condiciones en las cuales nos encontramos, es necesario considerar la posibilidad de emprender una transformación nacional enfocándonos en construir una revolución educativa, en al menos, los siete ámbitos que se mencionan a continuación:

Revolucionar la vivencia plena de los derechos educativos de las niñas, niños y jóvenes en el país; lo cual implica dotarles de las condiciones necesarias y suficientes para que, bajo un enfoque triplicado de inclusión, todos estén, aprendan y participen en las escuelas, con apoyos socioeducativos para quienes así lo requieran, jornadas ampliadas, así como un entorno libre de violencia y discriminación, permitiendo se combatan el rezago educativo, el analfabetismo, el abandono escolar y la ruptura de trayectorias educativas.

Revolucionar la atención socioemocional, para que todas las niñas, niños y jóvenes cuenten con especialistas en las aulas quienes, desde educación inicial hasta superior, realicen los diagnósticos, acompañamiento y canalización de situaciones, malestares y trastornos que les generen barreras al aprendizaje y a la participación escolares, para su atención inmediata.

Revolucionar la cultura de la evaluación educativa, donde sin intenciones punitivas, segregacionistas, sino más bien formativas, trazables y con un enfoque de mejora continua, sistemáticamente se busque diagnosticar a los estudiantes, conocer el logro en el aprendizaje y las áreas de oportunidad en donde requieren reforzamiento.

Revolucionar la infraestructura física educativa y el equipamiento escolares, para que todos los estudiantes, los trabajadores de la educación y sus familias acudan a planteles dignos, limpios, con servicios y con las condiciones materiales adecuadas para poder ejercer sus derechos educativos. Esto implica por supuesto, contar con el blindaje que debe de tener el sistema educativo nacional ante fenómenos naturales y sociales, recordando que, los planteles educativos idealmente deben ser construidos de tal forma que sean resilientes ante las circunstancias mencionadas, al grado de poderse habilitar como refugios temporales. Aunado a lo anterior, que cuenten con mantenimiento preventivo y correctivo, fideicomisos y seguros que posibiliten su activación inmediata, para que, en caso de sufrir daños, se pueda iniciar su reparación cuanto antes.

Revolucionar la presupuestación educativa, siendo digna, incremental, suficiente, honesta y acorde a las necesidades de proveer condiciones materiales para que el sistema educativo nacional opere al servicio del ejercicio de los derechos constitucionales de las generaciones en formación, lo cual implica también a su vez, revolucionar el estatus de transparencia y rendición de cuentas imperantes, conjurando las ventanas de corrupción, de aviadurismo y de malos manejos, informando de oficio los padrones de trabajadores de la educación, el ejercicio presupuestal y las condiciones de las escuelas, mediante sistemas integrales de gestión educativa y medidas de e-gobierno que erradiquen la opacidad, la ineficiencia, el desperdicio y el abuso.

Revolucionar la valorización docente; ya que, durante décadas, el ejercicio de la vocación magisterial se ha convertido en una especie de apostolado, por las muy precarias condiciones en las cuales los profesionales de la educación laboran, por las plantillas laborales incompletas, por la falta de oportunidades constitucionales de formación continua y actualización; así como con situaciones injustas, tramposas y piramidales para lograr una carrera al interior del sistema educativo nacional.

Revolucionar el aprendizaje, lo cual implica modificar continuamente el modelo educativo, sus planes, programas de estudio y materiales educativos, manteniendo un ágora permanente para que los agentes educativos, expertos, académicos y sociedad civil propongan, discutan y participen para afrontar los retos pedagógicos contemporáneos.

En suma, hay grandes factores por revolucionar aún en el sistema educativo nacional, a más de un siglo de que los ideales de justicia social hicieran emprender una gesta, que a la fecha luce inacabada. Merecemos ser una sociedad educadora.

Sus comentarios son bienvenidos en eaviles@mexicanosprimero.org y en Twitter en @Erik_Aviles

*Doctor en ciencias del desarrollo regional y director fundador de Mexicanos Primero capítulo Michoacán, A.C.