/ jueves 27 de septiembre de 2018

Tiembla U.S.A.

Estefanía Riveros Figueroa

El conflicto comercial entre China y Estados Unidos, tiene un telón de fondo que deberíamos analizar con un poco más de detenimiento. La imposición de aranceles a las importaciones chinas es la medida que hasta el momento el gobierno encabezado por Donald Trump ha tomado con el fin de ponerle un freno al rápido crecimiento que China está teniendo, sobre todo en el tema de las telecomunicaciones, pero, ¿a qué le teme el mandatario del vecino país del norte?

Desde el anuncio de China de su plan denominado “MIC2025”, que por sus siglas en inglés quiere decir: “Made in China 2025” y su ambicioso proyecto “Belt & Road Initiative”, pareciera que este gigante asiático sabe lo que quiere y cómo obtenerlo. El plan “MIC 2025” se ha propuesto como uno de sus objetivos que hacia 2020 40% de los insumos de los productos chinos sean fabricados domésticamente, esto es que la materia prima se genere en la propia China y que hacia 2025 este objetivo deberá alcanzar 70%. Pero China ha pensado en que lo “hecho en China” se enfoque en empresas estratégicas, a saber: la farmacéutica y las tecnologías de punta.

Por tal motivo y al relacionarse con industrias estratégicas de las potencias mundiales como Estados Unidos o Francia, el plan “Hecho en China 2025” está dando de qué hablar, sobre todo para las empresas de tecnología mundialmente famosas asentadas en Sillicon Valley. La fabricación de semiconductores en la industria del hardware es una pieza fundamental en el comercio del siglo XXI y el hecho de que la estrategia china se convierta en fabricante de sus propios chips y no requiera importarlos de otros países, a su vez lleva a los grandes capitales chinos a la compra de propiedad intelectual y patentes, algo que según analistas estadounidenses se consideran la “joya de la corona” que posee Estados Unidos, un conocimiento que no quiere que el resto del mundo posea.

Agregado a lo anterior, Estados Unidos argumenta que China no está actuando legítimamente en el juego del libre comercio, toda vez que el gobierno apoya a varias empresas chinas por medio de subsidios y hay quien considera que ambas potencias están escalando fuertemente en una guerra comercial que puede ahorcarlos a ambos, pues las altas tarifas impuestas entre los bienes que se comercian entre ellos, también afectan localmente a sus propios productores que requieren forzosamente de importar productos para su producción interna.

Lo que es una realidad es que tanto el “MIC 2025” como la adquisición de puertos estratégicos en el mundo por parte de China pone a pensar un rato. China está implementando esta medida con el fin de expandir sus rutas comerciales, la Iniciativa “Belt & Road” o como se denomina en español “Iniciativa del cinturón y la ruta de la seda” se convertiría en algo definitorio si hablamos de comercio en tanto que quien domina los mares, domina en gran medida el mundo; lo que pone a pensar va más allá del dominio económico puesto que la frontera marítima hablando en términos geopolíticos es también un acceso clave a los países y por ende, tiene un fuerte impacto en la soberanía de los mismos y en temas de resguardo militar, aunque por medio del comercio detentaría una suerte de poder blando que podría generar más de la mitad del PIB mundial.

Las operaciones portuarias de China fuera de su territorio comenzaron en 2008 en el Pireo griego, cuando Grecia se encontraba al borde de la bancarrota. Como una medida “desesperada” y ante la oleada de incertidumbre que golpeó a la hasta entonces utópicamente fuerte Unión Europea, Grecia acudió a China, quien desde entonces ha invertido en tres puertos europeos estratégicos: posee 35% de Euromax en Rotterdam (Holanda), 20% de Antwerp en Bélgica, así como una nueva terminal que está construyendo en Hamburgo, Alemania, de acuerdo con lo que informa el diario South China Morning Post.

Esta incitativa de inversión en puertos denominados “Belt & Road”, implica una mega infraestructura e inversión por parte del país que encabeza Xi Jinping y tiene como meta revivir la mítica “Ruta de la seda” no solamente de manera terrestre, sino en paralelo “rodear” al mundo por medio del mar. Por eso el país del tío Sam tiembla… (M)

Estefanía Riveros Figueroa

El conflicto comercial entre China y Estados Unidos, tiene un telón de fondo que deberíamos analizar con un poco más de detenimiento. La imposición de aranceles a las importaciones chinas es la medida que hasta el momento el gobierno encabezado por Donald Trump ha tomado con el fin de ponerle un freno al rápido crecimiento que China está teniendo, sobre todo en el tema de las telecomunicaciones, pero, ¿a qué le teme el mandatario del vecino país del norte?

Desde el anuncio de China de su plan denominado “MIC2025”, que por sus siglas en inglés quiere decir: “Made in China 2025” y su ambicioso proyecto “Belt & Road Initiative”, pareciera que este gigante asiático sabe lo que quiere y cómo obtenerlo. El plan “MIC 2025” se ha propuesto como uno de sus objetivos que hacia 2020 40% de los insumos de los productos chinos sean fabricados domésticamente, esto es que la materia prima se genere en la propia China y que hacia 2025 este objetivo deberá alcanzar 70%. Pero China ha pensado en que lo “hecho en China” se enfoque en empresas estratégicas, a saber: la farmacéutica y las tecnologías de punta.

Por tal motivo y al relacionarse con industrias estratégicas de las potencias mundiales como Estados Unidos o Francia, el plan “Hecho en China 2025” está dando de qué hablar, sobre todo para las empresas de tecnología mundialmente famosas asentadas en Sillicon Valley. La fabricación de semiconductores en la industria del hardware es una pieza fundamental en el comercio del siglo XXI y el hecho de que la estrategia china se convierta en fabricante de sus propios chips y no requiera importarlos de otros países, a su vez lleva a los grandes capitales chinos a la compra de propiedad intelectual y patentes, algo que según analistas estadounidenses se consideran la “joya de la corona” que posee Estados Unidos, un conocimiento que no quiere que el resto del mundo posea.

Agregado a lo anterior, Estados Unidos argumenta que China no está actuando legítimamente en el juego del libre comercio, toda vez que el gobierno apoya a varias empresas chinas por medio de subsidios y hay quien considera que ambas potencias están escalando fuertemente en una guerra comercial que puede ahorcarlos a ambos, pues las altas tarifas impuestas entre los bienes que se comercian entre ellos, también afectan localmente a sus propios productores que requieren forzosamente de importar productos para su producción interna.

Lo que es una realidad es que tanto el “MIC 2025” como la adquisición de puertos estratégicos en el mundo por parte de China pone a pensar un rato. China está implementando esta medida con el fin de expandir sus rutas comerciales, la Iniciativa “Belt & Road” o como se denomina en español “Iniciativa del cinturón y la ruta de la seda” se convertiría en algo definitorio si hablamos de comercio en tanto que quien domina los mares, domina en gran medida el mundo; lo que pone a pensar va más allá del dominio económico puesto que la frontera marítima hablando en términos geopolíticos es también un acceso clave a los países y por ende, tiene un fuerte impacto en la soberanía de los mismos y en temas de resguardo militar, aunque por medio del comercio detentaría una suerte de poder blando que podría generar más de la mitad del PIB mundial.

Las operaciones portuarias de China fuera de su territorio comenzaron en 2008 en el Pireo griego, cuando Grecia se encontraba al borde de la bancarrota. Como una medida “desesperada” y ante la oleada de incertidumbre que golpeó a la hasta entonces utópicamente fuerte Unión Europea, Grecia acudió a China, quien desde entonces ha invertido en tres puertos europeos estratégicos: posee 35% de Euromax en Rotterdam (Holanda), 20% de Antwerp en Bélgica, así como una nueva terminal que está construyendo en Hamburgo, Alemania, de acuerdo con lo que informa el diario South China Morning Post.

Esta incitativa de inversión en puertos denominados “Belt & Road”, implica una mega infraestructura e inversión por parte del país que encabeza Xi Jinping y tiene como meta revivir la mítica “Ruta de la seda” no solamente de manera terrestre, sino en paralelo “rodear” al mundo por medio del mar. Por eso el país del tío Sam tiembla… (M)

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