/ sábado 9 de enero de 2021

Canis Lupus Familiaris: crónica de los perros de Erandeni

Los años pasan. La “Güera” ni se inmuta, mientras los colonos recorren la avenida principal, ella está tirada justo enfrente de los locales de comida.

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Los años pasan. La “Güera” ni se inmuta. Mientras los colonos de Erandeni recorren la avenida principal, ella está tirada justo enfrente de los locales de comida. Sabe que con paciencia y prudencia, tarde o temprano recibirá su respectiva dosis de comida del día.

Los años pesan y el sobrepeso ya no le permiten ser tan ágil como antes. Con base a la resistencia y al instinto de supervivencia se ha ganado el respeto de los vecinos. Cuando la noche cae, los trabajadores de la gasolinera le hacen un espacio para que pueda dormir.

Dos cuadras más adelante se ubican el “Cabezón” y el “Six”. Son inseparables, constantemente intercambian lengüetazos y a simple vista es notorio que no se imaginan el uno sin el otro. Los tres se han convertido en perros comunitarios; es decir que los vecinos los alimentan, cuidan de ellos y tratan de hacerles la vida más digna.

Paula Espinoza Barrientos recuerda que cuando llegó la “Güera” a la colonia hace aproximadamente 9 años, primero se estableció a los alrededores de la Universidad La Salle y tiempo después descendió a la avenida principal. A su paso encontró golpes, heridas con armas punzocortantes y varios atropellamientos; a todo sobrevivió.

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“Somos varias personas de la colonia los que nos hacemos cargo de ella y ya conocemos su rutina, por las mañanas se la pasa en el área de los puestos de comida, donde la gente la protege y la alimenta, ya en la tarde se pasa a la gasolinera y ayuda a los muchachos en las labores de vigilancia, y pues la dejan dormir ahí”.

La “Güera” tiene la mirada cansada y poco esfuerzo hace por responder los saludos de quienes la conocen. Sin embargo, su caso es exitoso, pues Paula, quien forma parte de la Asociación Hermano Animal, relata que es muy difícil encontrar perros callejeros que lleguen a su edad, ya que todos mueren a los pocos años debido a los peligros con los que conviven a diario.

En el municipio de Morelia y Tarímbaro no existen censos para determinar cuántos perros se tienen en situación de calle, pero con base a la experiencia propia y al trabajo en colectivo, Paula considera que un 80 por ciento de los perros padecen de esta condición.

Mientras la activista muestra la zona en la que transitan el “Cabezón” y “Six”, un vecino se acerca a expresar su molestia. Acusa a una persona de tener ocho perros en una vivienda, lo que desde su percepción genera suciedad en la calle. Paula le refuta que todos son libres de tener la cantidad de mascotas que desean en su casa, pero cede al entender que las labores de limpieza deben mejorar.

A este tipo de diálogos se ha acostumbrado Paula, pues lamenta que la empatía con los animales sigue siendo un tema pendiente en el ámbito social. Pero también se enorgullece los pasos que se han dado, ya que al día de hoy, los vecinos de Erandeni cuidan y alimentan a alrededor de 12 perros de la zona, además de que se encargan de esterilizarlos y desparasitarlos.

A la “Güera” la han intentado adoptar en más de una ocasión, pero siempre vuelve. Lo suyo es la calle. Junto a sus colegas caninos de la zona, encontraron en este barrio un espacio medianamente seguro para seguir sobreviviendo y difícilmente van a emigrar a otra parte. Ellos ya eligieron a sus humanos.

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Los años pasan. La “Güera” ni se inmuta. Mientras los colonos de Erandeni recorren la avenida principal, ella está tirada justo enfrente de los locales de comida. Sabe que con paciencia y prudencia, tarde o temprano recibirá su respectiva dosis de comida del día.

Los años pesan y el sobrepeso ya no le permiten ser tan ágil como antes. Con base a la resistencia y al instinto de supervivencia se ha ganado el respeto de los vecinos. Cuando la noche cae, los trabajadores de la gasolinera le hacen un espacio para que pueda dormir.

Dos cuadras más adelante se ubican el “Cabezón” y el “Six”. Son inseparables, constantemente intercambian lengüetazos y a simple vista es notorio que no se imaginan el uno sin el otro. Los tres se han convertido en perros comunitarios; es decir que los vecinos los alimentan, cuidan de ellos y tratan de hacerles la vida más digna.

Paula Espinoza Barrientos recuerda que cuando llegó la “Güera” a la colonia hace aproximadamente 9 años, primero se estableció a los alrededores de la Universidad La Salle y tiempo después descendió a la avenida principal. A su paso encontró golpes, heridas con armas punzocortantes y varios atropellamientos; a todo sobrevivió.

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“Somos varias personas de la colonia los que nos hacemos cargo de ella y ya conocemos su rutina, por las mañanas se la pasa en el área de los puestos de comida, donde la gente la protege y la alimenta, ya en la tarde se pasa a la gasolinera y ayuda a los muchachos en las labores de vigilancia, y pues la dejan dormir ahí”.

La “Güera” tiene la mirada cansada y poco esfuerzo hace por responder los saludos de quienes la conocen. Sin embargo, su caso es exitoso, pues Paula, quien forma parte de la Asociación Hermano Animal, relata que es muy difícil encontrar perros callejeros que lleguen a su edad, ya que todos mueren a los pocos años debido a los peligros con los que conviven a diario.

En el municipio de Morelia y Tarímbaro no existen censos para determinar cuántos perros se tienen en situación de calle, pero con base a la experiencia propia y al trabajo en colectivo, Paula considera que un 80 por ciento de los perros padecen de esta condición.

Mientras la activista muestra la zona en la que transitan el “Cabezón” y “Six”, un vecino se acerca a expresar su molestia. Acusa a una persona de tener ocho perros en una vivienda, lo que desde su percepción genera suciedad en la calle. Paula le refuta que todos son libres de tener la cantidad de mascotas que desean en su casa, pero cede al entender que las labores de limpieza deben mejorar.

A este tipo de diálogos se ha acostumbrado Paula, pues lamenta que la empatía con los animales sigue siendo un tema pendiente en el ámbito social. Pero también se enorgullece los pasos que se han dado, ya que al día de hoy, los vecinos de Erandeni cuidan y alimentan a alrededor de 12 perros de la zona, además de que se encargan de esterilizarlos y desparasitarlos.

A la “Güera” la han intentado adoptar en más de una ocasión, pero siempre vuelve. Lo suyo es la calle. Junto a sus colegas caninos de la zona, encontraron en este barrio un espacio medianamente seguro para seguir sobreviviendo y difícilmente van a emigrar a otra parte. Ellos ya eligieron a sus humanos.

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