/ viernes 9 de febrero de 2024

El mundo que viene… ¡Y que ya llegó!

El futuro lo inventamos Octavi Fullat

El presente lo diseñamos Raúl Linares

Los calendarios siempre han traído “novedades y ajustes” que marcan la historia con huellas profundas. Hay heridas, pero también hay progresos en la humanidad.

Se dice que el tiempo y la vida pasan volando; lo importante es inventariar, dar cuenta de lo que hemos hecho y evaluar nuestra actuación y aportaciones.

Estamos en el inicio de una época distinta. Ha cambiado nuestra concepción del espacio y el tiempo tiene un latido diferente; con menos escenarios al día; vivimos en un mundo de micro espacios.

Esta nueva realidad, habrá que interpretarla a partir de la conciencia de nuestros límites, pero también a la luz de la confianza en nuestros alcances y talentos.

“Desde el pasado y en medio del presente, ya veníamos escapando hacia el futuro”

La pandemia ha sido una experiencia fuerte y una obligada oportunidad de corregir el rumbo de fragmentación y volatilidad que hemos vivido. Los saldos de este episodio, aún no ceden del todo; los rebrotes son una realidad (sumados a la influenza, que hace su aparición sin pedirle permiso a nadie).

El proceso de vacunación sigue y junto a él, la amenaza latente de nuevas cepas en reproducción exponencial.

Desde hace tiempo, después del fenómeno pandémico, sigue “tocando a la puerta de la agenda” – en forma insistente-, es un tema urgente de atender: el Cambio Climático.

Sin afán de ser “aves de mal agüero”, estamos acudiendo tarde a la cita inaplazable. Es necesario alistarnos para encararlo seria y comprometidamente.

En medio de las llamads “fake news” (noticias falsas) y opiniones sin fundamento, requerimos confiabilidad.

El mundo de la educación, en todos los niveles, seguramente ya está en plena adopción de una experiencia híbrida, transitando entre la clásica clase presencial y la virtualidad; con el gran reto de superar la depresión, la monotonía, el confinamiento y la ansiedad. Este modelo mixto resulta “un fruto dentro de la calamidad que la pandemia hereda”, pues sin duda, son significativos los avances tecnológicos que no pueden quedarse en el olvido.

Ahí está levantando la mano la Inteligencia Artificial con su amplio repertorio, impecable validez y “actualidad futurista”.

Ha sido posible incluso, lograr mayor eficiencia del tiempo, disminuyendo desplazamientos y siendo más austeros en el consumo derivado de la transportación particular y /o pública. Son muchos los que practican el “home office” de forma permanente y natural.

En contraste, el aislamiento ha hecho estragos en la capacidad de socializar, dificultando la posibilidad de hacer labor de equipo, de manera natural.

Para bien o para mal, el mundo difícilmente recuperará sus características anteriores de una manera total. Habrá que vivirlo como se presente, en forma optimista y objetiva, siendo partícipes y no sólo espectadores de lo que acontezca en el escenario de la vida.

Los jóvenes en particular, pero en realidad todos los segmentos de la sociedad somos presa fácil de la depresión, la ansiedad, el desencanto, la desilusión, la amargura, la soledad y de enfermedades asociadas a la mente, que luego ejecutan la somatización de dichos males.

Es urgente diseñar y protagonizar un Proyecto que le dé sentido a la vida.

Aquí algunas ideas sugeridas a manera de un decálogo:

  1. Conservar los espacios de intimidad ya ganados; ¡el encuentro logrado con nosotros mismos!
  2. Redescubrirnos cotidianamente; capitalizar el crecimiento interior y la convivencia familiar.
  3. Revalorar lo verdaderamente importante; hay muchas cosas que no son tan necesarias. Podemos vivir con menos, consumir austeramente y ser felices. “No es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita”.
  4. Fortalecer el sentido de adaptabilidad. La vida es constante evolución. No esperar a que las cosas cambien; tendremos que aceptarlas como son y /o transformarlas en la medida de nuestras posibilidades. Usar cuando sea preciso el cubre boca, aplicarse el gel desinfectante, mantener la sana distancia, lavarse las manos con frecuencia. Estos hábitos disminuyen contagios de COVID, gripes y de influenza. “Llegaron para quedarse” y es preciso proteger y salvaguardar la salud y el bienestar.
  5. Visualizar un mundo mejor. Identificar y generar ilusiones; hasta casi tocarlas. Imaginar nuevos futuros y dar sentido a nuestro presente.
  6. Tener fe.
  7. Ser artífices y constructores de esperanza.
  8. Abrir las puertas a los demás, “ejercitando el arte de acompañar”.
  9. Sembrar y repartir amor en sus diferentes formas y sentidos. Hacerlo con convicción. “El amor todo lo puede cambiar”.
  10. Ser protagonistas del programa de vida y de una renovada cosmovisión que pudiera expresar así su convicción:

“Hay que navegar del sufrimiento y del dolor, a los mares de la alegría, para transformar el miedo y la angustia...¡en ilusión por el futuro!”



Dr. en Educación J. Jesús Vázquez Estupiñán

Rector de la Universidad La Salle Morelia

jve@ulsamorelia.edu.mx

El futuro lo inventamos Octavi Fullat

El presente lo diseñamos Raúl Linares

Los calendarios siempre han traído “novedades y ajustes” que marcan la historia con huellas profundas. Hay heridas, pero también hay progresos en la humanidad.

Se dice que el tiempo y la vida pasan volando; lo importante es inventariar, dar cuenta de lo que hemos hecho y evaluar nuestra actuación y aportaciones.

Estamos en el inicio de una época distinta. Ha cambiado nuestra concepción del espacio y el tiempo tiene un latido diferente; con menos escenarios al día; vivimos en un mundo de micro espacios.

Esta nueva realidad, habrá que interpretarla a partir de la conciencia de nuestros límites, pero también a la luz de la confianza en nuestros alcances y talentos.

“Desde el pasado y en medio del presente, ya veníamos escapando hacia el futuro”

La pandemia ha sido una experiencia fuerte y una obligada oportunidad de corregir el rumbo de fragmentación y volatilidad que hemos vivido. Los saldos de este episodio, aún no ceden del todo; los rebrotes son una realidad (sumados a la influenza, que hace su aparición sin pedirle permiso a nadie).

El proceso de vacunación sigue y junto a él, la amenaza latente de nuevas cepas en reproducción exponencial.

Desde hace tiempo, después del fenómeno pandémico, sigue “tocando a la puerta de la agenda” – en forma insistente-, es un tema urgente de atender: el Cambio Climático.

Sin afán de ser “aves de mal agüero”, estamos acudiendo tarde a la cita inaplazable. Es necesario alistarnos para encararlo seria y comprometidamente.

En medio de las llamads “fake news” (noticias falsas) y opiniones sin fundamento, requerimos confiabilidad.

El mundo de la educación, en todos los niveles, seguramente ya está en plena adopción de una experiencia híbrida, transitando entre la clásica clase presencial y la virtualidad; con el gran reto de superar la depresión, la monotonía, el confinamiento y la ansiedad. Este modelo mixto resulta “un fruto dentro de la calamidad que la pandemia hereda”, pues sin duda, son significativos los avances tecnológicos que no pueden quedarse en el olvido.

Ahí está levantando la mano la Inteligencia Artificial con su amplio repertorio, impecable validez y “actualidad futurista”.

Ha sido posible incluso, lograr mayor eficiencia del tiempo, disminuyendo desplazamientos y siendo más austeros en el consumo derivado de la transportación particular y /o pública. Son muchos los que practican el “home office” de forma permanente y natural.

En contraste, el aislamiento ha hecho estragos en la capacidad de socializar, dificultando la posibilidad de hacer labor de equipo, de manera natural.

Para bien o para mal, el mundo difícilmente recuperará sus características anteriores de una manera total. Habrá que vivirlo como se presente, en forma optimista y objetiva, siendo partícipes y no sólo espectadores de lo que acontezca en el escenario de la vida.

Los jóvenes en particular, pero en realidad todos los segmentos de la sociedad somos presa fácil de la depresión, la ansiedad, el desencanto, la desilusión, la amargura, la soledad y de enfermedades asociadas a la mente, que luego ejecutan la somatización de dichos males.

Es urgente diseñar y protagonizar un Proyecto que le dé sentido a la vida.

Aquí algunas ideas sugeridas a manera de un decálogo:

  1. Conservar los espacios de intimidad ya ganados; ¡el encuentro logrado con nosotros mismos!
  2. Redescubrirnos cotidianamente; capitalizar el crecimiento interior y la convivencia familiar.
  3. Revalorar lo verdaderamente importante; hay muchas cosas que no son tan necesarias. Podemos vivir con menos, consumir austeramente y ser felices. “No es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita”.
  4. Fortalecer el sentido de adaptabilidad. La vida es constante evolución. No esperar a que las cosas cambien; tendremos que aceptarlas como son y /o transformarlas en la medida de nuestras posibilidades. Usar cuando sea preciso el cubre boca, aplicarse el gel desinfectante, mantener la sana distancia, lavarse las manos con frecuencia. Estos hábitos disminuyen contagios de COVID, gripes y de influenza. “Llegaron para quedarse” y es preciso proteger y salvaguardar la salud y el bienestar.
  5. Visualizar un mundo mejor. Identificar y generar ilusiones; hasta casi tocarlas. Imaginar nuevos futuros y dar sentido a nuestro presente.
  6. Tener fe.
  7. Ser artífices y constructores de esperanza.
  8. Abrir las puertas a los demás, “ejercitando el arte de acompañar”.
  9. Sembrar y repartir amor en sus diferentes formas y sentidos. Hacerlo con convicción. “El amor todo lo puede cambiar”.
  10. Ser protagonistas del programa de vida y de una renovada cosmovisión que pudiera expresar así su convicción:

“Hay que navegar del sufrimiento y del dolor, a los mares de la alegría, para transformar el miedo y la angustia...¡en ilusión por el futuro!”



Dr. en Educación J. Jesús Vázquez Estupiñán

Rector de la Universidad La Salle Morelia

jve@ulsamorelia.edu.mx