/ jueves 14 de septiembre de 2023

Méjico se escribe con xóvenes

“México se dice con fuerza… México se lleva en el alma México se viste de magia, en cada rincón de la Patria”

Cada mes de septiembre nos adentramos en una época que pone de manifiesto el sentir patrio. Lo expresamos de distintas maneras y la euforia en ocasiones hace presa de nosotros y desborda las pasiones. Por encima de todo y a pesar de todo, México es nuestra identidad, nuestro hogar, nuestro lugar común. Es lo que hablamos, es lo que hemos construido; nuestro sentir, el devenir y también la consecuencia de nuestro diario proceder.

Rituales, celebraciones, recuerdos y fiesta enmarcan este periodo. Veneración de los símbolos que nos representan y que son orgullo de pertenencia: la bandera, el águila devorando la serpiente, los colores y su significado; las sonoras notas del Himno Nacional que es el más bello que todos; por su construcción melódica, por la caprichosa armonía de sus cromáticas progresiones, por el ritmo marcial que enchina la piel, por su espíritu combativo que ahora debe exhortarnos a portar las “armas de paz”: un libro, un pincel, una guitarra… una voz de concordia y de diálogo. Es el conjunto de expresiones que a lo largo de la vida nos dan razón de ser como país.

Ser mexicanos es un honor, un compromiso que se agiganta cuando la Patria sufre, cuando está triste y dolida por los embates de las acciones en su contra, lamentablemente producidas por la sinrazón y el desencuentro. Una nación a prueba de los fenómenos naturales, cuyo impacto ha sido a veces devastador, retador y motivo de convocatoria a la solidaridad ciudadana, nunca mejor expresada en medio de la tragedia.

A este punto nos preguntamos: ¿Tiene México vías para mejorar su situación? ¿Debemos resignarnos? ¿Tenemos que dejar oscurecer la esperanza? ¿Tenemos que huir de la realidad? ¿Tenemos que “lavarnos las manos” y cerrarnos en nosotros mismos?

La universidad, como lugar de discernimiento nos ayuda a leer la realidad, pero también a vivirla sin miedos, sin fugas y sin catastrofismos.

La crisis puede volverse purificadora, si logra replantear los modelos económicos y sociales; impulsando además su concepción del progreso y alimentando las ilusiones para recuperar lo humano.

La universidad como lugar de sapiencia tiene una función muy importante en el formar el discernimiento para alimentar la esperanza.

La universidad como lugar en el que se elabora la cultura de la proximidad y de la cercanía. El aislamiento y el cierre en sí mismos, o en los propios intereses no son nunca el camino para dar esperanza o para obrar una renovación.

La universidad es el lugar privilegiado en el que se promueve, se enseña y se vive la cultura del diálogo. Esto significa entender y valorizar las riquezas del otro, considerándolo no con indiferencia o con temor, sino como un factor de crecimiento.

Las dinámicas que rigen las relaciones entre personas, entre grupos y entre naciones, con frecuencia no son de cercanía, ni de encuentro y sí lo son de choque.

La universidad, lo señaló el Papa Francisco, es el lugar de formación en la solidaridad. La palabra solidaridad es fundamental del vocabulario humano. El discernimiento de la realidad, asumiendo el momento de crisis, la promoción de una cultura del encuentro y del diálogo, orientan hacia la solidaridad como elemento fundamental para una renovación de nuestra sociedad.

Somos el México que hemos construido a lo largo de los años. Reflejo inequívoco de nuestra forma de ser y de pensar. A veces plenos de orgullo patrio, dispuestos a gritar a todo pulmón la palabra ¡MÉXICO! -máxime si es en el contexto de un “agarrón” futbolero- somos el mariachi que se desgarra en pasión irreconocible al sonar de los acordes de una canción ranchera y también somos buenos anfitriones.

Talento en todas las artes, “garbanzos de a libra” en los deportes; brillantes en la exploración del universo y en algunas ramas de la ciencia. Dotados de picardía sin igual, buen humor; y depresivos también… capaces de hacer chiste de todo (y de todos); así somos los mexicanos.

“México se escribe con jóvenes que miran al mundo de frente, es la señal de los tiempos, esa es la edad de los retos. Con nuestra bandera en pos de unidad, más allá de la guerra, ¡conquistemos la paz!”

De cara al futuro la gran preocupación y también la gran esperanza son nuestros jóvenes. A través de la educación y del acompañamiento podemos y debemos aspirar a contribuir a su formación integral. Aspiramos a un México justo y en paz, pero tenemos que trabajarlo, comprometidos con la realidad, poniendo en juego nuestras mejores virtudes y capacidades, dando testimonio de honradez y de entrega desmedida en lo que es nuestra tarea cotidiana.

PATRIA, cuenta siempre conmigo

Como ese buen amigo...en las buenas y en las malas te amaré.

Porque más allá de las penas, estarán tus alegrías

y de tus heridas entrañas, renacerá ¡LA PAZ!”


Dr. en Educación. J. Jesús Vázquez Estupiñán

Rector

Universidad La Salle Morelia

jve@ulsamorelia.edu.mx

“México se dice con fuerza… México se lleva en el alma México se viste de magia, en cada rincón de la Patria”

Cada mes de septiembre nos adentramos en una época que pone de manifiesto el sentir patrio. Lo expresamos de distintas maneras y la euforia en ocasiones hace presa de nosotros y desborda las pasiones. Por encima de todo y a pesar de todo, México es nuestra identidad, nuestro hogar, nuestro lugar común. Es lo que hablamos, es lo que hemos construido; nuestro sentir, el devenir y también la consecuencia de nuestro diario proceder.

Rituales, celebraciones, recuerdos y fiesta enmarcan este periodo. Veneración de los símbolos que nos representan y que son orgullo de pertenencia: la bandera, el águila devorando la serpiente, los colores y su significado; las sonoras notas del Himno Nacional que es el más bello que todos; por su construcción melódica, por la caprichosa armonía de sus cromáticas progresiones, por el ritmo marcial que enchina la piel, por su espíritu combativo que ahora debe exhortarnos a portar las “armas de paz”: un libro, un pincel, una guitarra… una voz de concordia y de diálogo. Es el conjunto de expresiones que a lo largo de la vida nos dan razón de ser como país.

Ser mexicanos es un honor, un compromiso que se agiganta cuando la Patria sufre, cuando está triste y dolida por los embates de las acciones en su contra, lamentablemente producidas por la sinrazón y el desencuentro. Una nación a prueba de los fenómenos naturales, cuyo impacto ha sido a veces devastador, retador y motivo de convocatoria a la solidaridad ciudadana, nunca mejor expresada en medio de la tragedia.

A este punto nos preguntamos: ¿Tiene México vías para mejorar su situación? ¿Debemos resignarnos? ¿Tenemos que dejar oscurecer la esperanza? ¿Tenemos que huir de la realidad? ¿Tenemos que “lavarnos las manos” y cerrarnos en nosotros mismos?

La universidad, como lugar de discernimiento nos ayuda a leer la realidad, pero también a vivirla sin miedos, sin fugas y sin catastrofismos.

La crisis puede volverse purificadora, si logra replantear los modelos económicos y sociales; impulsando además su concepción del progreso y alimentando las ilusiones para recuperar lo humano.

La universidad como lugar de sapiencia tiene una función muy importante en el formar el discernimiento para alimentar la esperanza.

La universidad como lugar en el que se elabora la cultura de la proximidad y de la cercanía. El aislamiento y el cierre en sí mismos, o en los propios intereses no son nunca el camino para dar esperanza o para obrar una renovación.

La universidad es el lugar privilegiado en el que se promueve, se enseña y se vive la cultura del diálogo. Esto significa entender y valorizar las riquezas del otro, considerándolo no con indiferencia o con temor, sino como un factor de crecimiento.

Las dinámicas que rigen las relaciones entre personas, entre grupos y entre naciones, con frecuencia no son de cercanía, ni de encuentro y sí lo son de choque.

La universidad, lo señaló el Papa Francisco, es el lugar de formación en la solidaridad. La palabra solidaridad es fundamental del vocabulario humano. El discernimiento de la realidad, asumiendo el momento de crisis, la promoción de una cultura del encuentro y del diálogo, orientan hacia la solidaridad como elemento fundamental para una renovación de nuestra sociedad.

Somos el México que hemos construido a lo largo de los años. Reflejo inequívoco de nuestra forma de ser y de pensar. A veces plenos de orgullo patrio, dispuestos a gritar a todo pulmón la palabra ¡MÉXICO! -máxime si es en el contexto de un “agarrón” futbolero- somos el mariachi que se desgarra en pasión irreconocible al sonar de los acordes de una canción ranchera y también somos buenos anfitriones.

Talento en todas las artes, “garbanzos de a libra” en los deportes; brillantes en la exploración del universo y en algunas ramas de la ciencia. Dotados de picardía sin igual, buen humor; y depresivos también… capaces de hacer chiste de todo (y de todos); así somos los mexicanos.

“México se escribe con jóvenes que miran al mundo de frente, es la señal de los tiempos, esa es la edad de los retos. Con nuestra bandera en pos de unidad, más allá de la guerra, ¡conquistemos la paz!”

De cara al futuro la gran preocupación y también la gran esperanza son nuestros jóvenes. A través de la educación y del acompañamiento podemos y debemos aspirar a contribuir a su formación integral. Aspiramos a un México justo y en paz, pero tenemos que trabajarlo, comprometidos con la realidad, poniendo en juego nuestras mejores virtudes y capacidades, dando testimonio de honradez y de entrega desmedida en lo que es nuestra tarea cotidiana.

PATRIA, cuenta siempre conmigo

Como ese buen amigo...en las buenas y en las malas te amaré.

Porque más allá de las penas, estarán tus alegrías

y de tus heridas entrañas, renacerá ¡LA PAZ!”


Dr. en Educación. J. Jesús Vázquez Estupiñán

Rector

Universidad La Salle Morelia

jve@ulsamorelia.edu.mx