/ miércoles 22 de marzo de 2023

Cambiar el rumbo

A veces el fracaso señala que es tiempo de cambiar de dirección. John Maxwell

Todos fracasamos de vez en cuando. Las derrotas y los logros se presentan en forma cíclica. No existe nadie que gane o pierda para siempre. Las caídas eventuales están en la misma ruleta de la vida: Fracasar no necesariamente es señal de debilidad, sino evidencia de que la rueda gira y gira. El mal nunca es definitivo.

Los perdedores son quienes se abaten con un fracaso y no intentan reponerse; el triunfador se levanta con más deseos de luchar, asimilando la lección y convencido de que no hay que rendirse.

El éxito suele asociarse al dinero, al prestigio social…¡a la suerte!, pero habría que decir que el éxito depende más bien, de una adecuada forma de interpretar los fracasos y superarlos.

Por tanto, estamos llamados a afrontar los problemas, a no bajar la guardia y a no darse por vencidos. Los pensamientos más perjudiciales son: “creer que siempre me irá mal” … o que “siempre me irá bien”, sin hacer lo que corresponde hacer.

El fracaso nos enseña, nos hace más sabios, más fuertes y más resistentes. Más importante aún: es probablemente a través del fracaso que conseguimos entender un poco acerca de la naturaleza de lo que va ocurriendo.

El fracaso tiene diferentes efectos de acuerdo con las distintas personalidades. Para algunos el fracaso es algo que debe ser soportado, considerando que, al aguantar, se estará lo suficientemente preparado para los posteriores desafíos de la vida.

“El éxito o el fracaso dependen de la sabiduría y de la inteligencia, que nunca podrá funcionar apropiadamente bajo la influencia de la ira”, señala el Dalai Lama.

Capitalizar los fracasos, adoptando una postura objetiva y proactiva, resulta fundamental para vivir cada día con su propio afán, evitándolos excesos de perfeccionismo y la frustración por las cosas que a veces no se dan.

El éxito no es para siempre y el fracaso no es el final, lo que cuenta es el valor de seguir adelante y aprender cuándo hay que cambiar el rumbo.

El mayor triunfo de la vida tiene relación e identidad contundente en el servicio…¿lo hemos intentado alguna vez?

“El mejor modo de encontrarse a sí mismo y ganar en la vida, consiste en perderse en el servicio a los demás”, sostuvo Mahatma Gandhi

Resuena la creencia de que una de las principales ciencias de la era venidera se erigirá alrededor de la prestación de un servicio activo.

Servir es un método que produce resultados externos y tangibles en el plano físico; el servicio tiene una cualidad creadora. Es un anhelo, un impulso y una importante sensación de triunfo; una energía creadora, escribió Alice Bailey.

“No sé cuál será tu destino, pero una cosa sé y es que los únicos de entre ustedes que serán realmente triunfadores son aquellos que hayan buscado y encontrado cómo servir”, señaló Albert Schweitzer.

Encontraremos en la vida voces de desaliento y de “convocatoria” a rendirse y a fracasar…a claudicar.

Viene a mi memoria esta historia ilustrando que, para triunfar y sobrevivir, es preciso: perseverar y hacer oídos sordos a esos gritos de desaliento:

“Un grupo de ranas viajaba por el bosque; de repente, dos de ellas cayeron en un hoyo profundo. Todas las demás ranas se reunieron alrededor del hoyo. Cuando vieron cuán hondo era el hoyo, le dijeron a las dos ranas en el fondo que, lamentablemente, ante la situación, se deberían de dar por muertas.

En un principio, las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de sus “amigas” y siguieron tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas.

Las otras seguían insistiendo que sus esfuerzos serían inútiles. Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás le decían y se rindió… se desplomó y murió. La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible.

Una vez más, la multitud de ranas le gritaba haciéndole señas para que dejara de sufrir y que simplemente se dispusiera resignadamente a morir, ya que no tenía caso seguir luchando. Pero la rana saltó cada vez con más fuerzas hasta que finalmente logró salir del hoyo. Cuando salió, las otras ranas sorprendidas le dijeron: -nos da gusto que hayas logrado salir, a pesar de lo que todas te gritaban-.

La rana les explicó que era sorda… y que ella siempre pensó que la estaban animando a esforzarse más y más para salir del hoyo”.

En la NASA, hay un cartel de una abeja, que dice:

"Aerodinámicamente, el cuerpo de una abeja no está diseñado para volar…. ¡pero ella no lo sabe!"

La palabra tiene poder de vida y muerte. Una palabra de aliento para alguien que se siente desanimado puede ayudarlo a levantarse y a triunfar.

Una palabra destructiva dicha a un semejante que se encuentre desanimado puede ser lo que lo acabe por destruir y conducir al fracaso. Es importante darse el tiempo y la disposición para siempre brindar palabras de animación a quienes nos rodean y atreverse a cambiar…¡cambiar el rumbo!


Dr. EN EDUC. J. JESÚS VÁZQUEZ ESTUPIÑÁN, RECTOR DE LA UNIVERSIDAD LA SALLE, jve@ulsamorelia.edu.mx

A veces el fracaso señala que es tiempo de cambiar de dirección. John Maxwell

Todos fracasamos de vez en cuando. Las derrotas y los logros se presentan en forma cíclica. No existe nadie que gane o pierda para siempre. Las caídas eventuales están en la misma ruleta de la vida: Fracasar no necesariamente es señal de debilidad, sino evidencia de que la rueda gira y gira. El mal nunca es definitivo.

Los perdedores son quienes se abaten con un fracaso y no intentan reponerse; el triunfador se levanta con más deseos de luchar, asimilando la lección y convencido de que no hay que rendirse.

El éxito suele asociarse al dinero, al prestigio social…¡a la suerte!, pero habría que decir que el éxito depende más bien, de una adecuada forma de interpretar los fracasos y superarlos.

Por tanto, estamos llamados a afrontar los problemas, a no bajar la guardia y a no darse por vencidos. Los pensamientos más perjudiciales son: “creer que siempre me irá mal” … o que “siempre me irá bien”, sin hacer lo que corresponde hacer.

El fracaso nos enseña, nos hace más sabios, más fuertes y más resistentes. Más importante aún: es probablemente a través del fracaso que conseguimos entender un poco acerca de la naturaleza de lo que va ocurriendo.

El fracaso tiene diferentes efectos de acuerdo con las distintas personalidades. Para algunos el fracaso es algo que debe ser soportado, considerando que, al aguantar, se estará lo suficientemente preparado para los posteriores desafíos de la vida.

“El éxito o el fracaso dependen de la sabiduría y de la inteligencia, que nunca podrá funcionar apropiadamente bajo la influencia de la ira”, señala el Dalai Lama.

Capitalizar los fracasos, adoptando una postura objetiva y proactiva, resulta fundamental para vivir cada día con su propio afán, evitándolos excesos de perfeccionismo y la frustración por las cosas que a veces no se dan.

El éxito no es para siempre y el fracaso no es el final, lo que cuenta es el valor de seguir adelante y aprender cuándo hay que cambiar el rumbo.

El mayor triunfo de la vida tiene relación e identidad contundente en el servicio…¿lo hemos intentado alguna vez?

“El mejor modo de encontrarse a sí mismo y ganar en la vida, consiste en perderse en el servicio a los demás”, sostuvo Mahatma Gandhi

Resuena la creencia de que una de las principales ciencias de la era venidera se erigirá alrededor de la prestación de un servicio activo.

Servir es un método que produce resultados externos y tangibles en el plano físico; el servicio tiene una cualidad creadora. Es un anhelo, un impulso y una importante sensación de triunfo; una energía creadora, escribió Alice Bailey.

“No sé cuál será tu destino, pero una cosa sé y es que los únicos de entre ustedes que serán realmente triunfadores son aquellos que hayan buscado y encontrado cómo servir”, señaló Albert Schweitzer.

Encontraremos en la vida voces de desaliento y de “convocatoria” a rendirse y a fracasar…a claudicar.

Viene a mi memoria esta historia ilustrando que, para triunfar y sobrevivir, es preciso: perseverar y hacer oídos sordos a esos gritos de desaliento:

“Un grupo de ranas viajaba por el bosque; de repente, dos de ellas cayeron en un hoyo profundo. Todas las demás ranas se reunieron alrededor del hoyo. Cuando vieron cuán hondo era el hoyo, le dijeron a las dos ranas en el fondo que, lamentablemente, ante la situación, se deberían de dar por muertas.

En un principio, las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de sus “amigas” y siguieron tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas.

Las otras seguían insistiendo que sus esfuerzos serían inútiles. Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás le decían y se rindió… se desplomó y murió. La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible.

Una vez más, la multitud de ranas le gritaba haciéndole señas para que dejara de sufrir y que simplemente se dispusiera resignadamente a morir, ya que no tenía caso seguir luchando. Pero la rana saltó cada vez con más fuerzas hasta que finalmente logró salir del hoyo. Cuando salió, las otras ranas sorprendidas le dijeron: -nos da gusto que hayas logrado salir, a pesar de lo que todas te gritaban-.

La rana les explicó que era sorda… y que ella siempre pensó que la estaban animando a esforzarse más y más para salir del hoyo”.

En la NASA, hay un cartel de una abeja, que dice:

"Aerodinámicamente, el cuerpo de una abeja no está diseñado para volar…. ¡pero ella no lo sabe!"

La palabra tiene poder de vida y muerte. Una palabra de aliento para alguien que se siente desanimado puede ayudarlo a levantarse y a triunfar.

Una palabra destructiva dicha a un semejante que se encuentre desanimado puede ser lo que lo acabe por destruir y conducir al fracaso. Es importante darse el tiempo y la disposición para siempre brindar palabras de animación a quienes nos rodean y atreverse a cambiar…¡cambiar el rumbo!


Dr. EN EDUC. J. JESÚS VÁZQUEZ ESTUPIÑÁN, RECTOR DE LA UNIVERSIDAD LA SALLE, jve@ulsamorelia.edu.mx