/ jueves 19 de mayo de 2022

Directivos y líderes

La dirección es más arte que ciencia; es una función de síntesis entre el mando y la toma de decisiones Carlos Llano Cifuentes


La controversia que generan los conceptos de liderazgo y de dirección no es nueva. Por una parte, hay quienes favorecen la idea de que un líder no se forja en la escuela sino en la tarea misma; del otro lado, quienes defienden a toda costa, la validez del criterio que asegura que la dirección es un proceso que se aprende, incluso, científicamente en las aulas. El trayecto profesional de todo directivo se parece a una gesta peregrina con un acento muy individual que debe asumir quien se enfrenta de manera natural o accidentada, a la tarea de dirigir.

Es indiscutible que muchos seres humanos en la historia de la humanidad han brillado con luz propia por su gran liderazgo; nacido de manera espontánea a manera de un don. Y también es preciso señalar que pueden apreciarse frutos evidentes de grandes directores que se han forjado en el conocimiento que se comparte y madura en los salones de clase, con la guía de un expositor preparado, siguiendo la pauta de un programa curricular delineado con propósitos claros y efectivos.

Estas líneas invitan a reflexionar acerca del camino largo, intenso y lleno de retos que implica el arte y ciencia de dirigir y que sólo se puede superar con la adecuada preparación. Y si el camino es largo y difícil, la formación permanente y profesional puede ser la fuerza para transitarlo con éxito.

La vida está en constante evolución. Resulta insuficiente, un sólo programa curricular de licenciatura en la vida y con este equipaje enfrentar los retos laborales. Aún en recientes generaciones, se acuñó la idea de que en los años de la juventud se llenaban las alforjas de conocimientos necesarios para después, iniciar una vida laboral; concentrada en el trabajo profesional que bien podría extenderse hasta entrar en la etapa de madurez. Irremediablemente la etapa final consistiría en permitir el turno a las juventudes para que relevan al adulto mayor.

En la nueva sociedad de la información, bien entrado el siglo XXI, el viejo concepto del trabajador ha cedido el protagonismo a los trabajadores del conocimiento. La seguridad del empleo para toda la vida, o la empresa comprometida con un empleado toda la vida, ha pasado a la historia. El entorno actual exige del trabajador, la superación constante para poder mantener su empleo. Si esto es así para la mayoría de los trabajadores, lo es en mayor medida para los directivos.

“Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa”, fue la consigna permanente de un gran líder partidario de la no violencia; Mahatma Gandhi, que nos remite a la siguiente anécdota:

-Había un hombre que quería trascender su sufrimiento, de modo que se fue a un templo budista para encontrar a un maestro que le ayudase. Se acercó a él y le dijo: Maestro, si medito cuatro horas al día, ¿cuánto tiempo tardaré en alcanzar la iluminación? El maestro le miró y le respondió: Si meditas cuatro horas al día, tal vez lo consigas dentro de diez años. El hombre, pensando que podía hacer más, le dijo: Maestro, y si medito ocho horas al día, ¿cuánto tiempo tardaré en alcanzar la iluminación?

El maestro le miró y le respondió: Si meditas ocho horas al día, tal vez lo lograrás dentro de veinte años. Pero ¿por qué tardaré más tiempo si medito más?, preguntó el hombre. El maestro contestó: No estás aquí para sacrificar tu alegría ni tu vida. Estás aquí para vivir, para ser feliz y para amar. Si puedes alcanzar tu máximo nivel en dos horas de meditación, pero utilizas ocho, sólo conseguirás agotarte, apartarte del verdadero sentido de la meditación y no disfrutar de tu vida. Haz lo máximo que puedas y tal vez aprenderás que independientemente del tiempo que medites, puedes vivir, amar y ser feliz.

Si haces lo máximo que puedas, vivirás con gran intensidad. Serás productivo y serás bueno contigo mismo, porque te entregarás a tu familia, a tu comunidad, a todo cuanto hagas. Pero la acción es lo que te hará sentir inmensamente feliz. Siempre que haces lo máximo que puedes, actúas; porque amas hacerlo, no tanto por una recompensa. La mayor parte de las personas hacen exactamente lo contrario: sólo emprenden la acción cuándo esperan una recompensa y no disfrutan de ella-.

Hábitos como emplear mal las palabras, tomarse las cosas a pecho y hacer inferencias absurdas te debilitarán. Con el tiempo serán menos frecuentes, siempre y cuando hagamos el máximo esfuerzo y provoquemos en el otro, un cambio, un giro en su vida y una motivación que nos permita actuar como directivos que ejercen un liderazgo a través de su función, más que de un puesto en el esquema organizacional.

Aquí este acróstico que refiere a los rasgos de todo líder y directivo

C olaboración

H abilidad

I nventiva

V isión

A tención

S olidaridad


La dirección es más arte que ciencia; es una función de síntesis entre el mando y la toma de decisiones Carlos Llano Cifuentes


La controversia que generan los conceptos de liderazgo y de dirección no es nueva. Por una parte, hay quienes favorecen la idea de que un líder no se forja en la escuela sino en la tarea misma; del otro lado, quienes defienden a toda costa, la validez del criterio que asegura que la dirección es un proceso que se aprende, incluso, científicamente en las aulas. El trayecto profesional de todo directivo se parece a una gesta peregrina con un acento muy individual que debe asumir quien se enfrenta de manera natural o accidentada, a la tarea de dirigir.

Es indiscutible que muchos seres humanos en la historia de la humanidad han brillado con luz propia por su gran liderazgo; nacido de manera espontánea a manera de un don. Y también es preciso señalar que pueden apreciarse frutos evidentes de grandes directores que se han forjado en el conocimiento que se comparte y madura en los salones de clase, con la guía de un expositor preparado, siguiendo la pauta de un programa curricular delineado con propósitos claros y efectivos.

Estas líneas invitan a reflexionar acerca del camino largo, intenso y lleno de retos que implica el arte y ciencia de dirigir y que sólo se puede superar con la adecuada preparación. Y si el camino es largo y difícil, la formación permanente y profesional puede ser la fuerza para transitarlo con éxito.

La vida está en constante evolución. Resulta insuficiente, un sólo programa curricular de licenciatura en la vida y con este equipaje enfrentar los retos laborales. Aún en recientes generaciones, se acuñó la idea de que en los años de la juventud se llenaban las alforjas de conocimientos necesarios para después, iniciar una vida laboral; concentrada en el trabajo profesional que bien podría extenderse hasta entrar en la etapa de madurez. Irremediablemente la etapa final consistiría en permitir el turno a las juventudes para que relevan al adulto mayor.

En la nueva sociedad de la información, bien entrado el siglo XXI, el viejo concepto del trabajador ha cedido el protagonismo a los trabajadores del conocimiento. La seguridad del empleo para toda la vida, o la empresa comprometida con un empleado toda la vida, ha pasado a la historia. El entorno actual exige del trabajador, la superación constante para poder mantener su empleo. Si esto es así para la mayoría de los trabajadores, lo es en mayor medida para los directivos.

“Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa”, fue la consigna permanente de un gran líder partidario de la no violencia; Mahatma Gandhi, que nos remite a la siguiente anécdota:

-Había un hombre que quería trascender su sufrimiento, de modo que se fue a un templo budista para encontrar a un maestro que le ayudase. Se acercó a él y le dijo: Maestro, si medito cuatro horas al día, ¿cuánto tiempo tardaré en alcanzar la iluminación? El maestro le miró y le respondió: Si meditas cuatro horas al día, tal vez lo consigas dentro de diez años. El hombre, pensando que podía hacer más, le dijo: Maestro, y si medito ocho horas al día, ¿cuánto tiempo tardaré en alcanzar la iluminación?

El maestro le miró y le respondió: Si meditas ocho horas al día, tal vez lo lograrás dentro de veinte años. Pero ¿por qué tardaré más tiempo si medito más?, preguntó el hombre. El maestro contestó: No estás aquí para sacrificar tu alegría ni tu vida. Estás aquí para vivir, para ser feliz y para amar. Si puedes alcanzar tu máximo nivel en dos horas de meditación, pero utilizas ocho, sólo conseguirás agotarte, apartarte del verdadero sentido de la meditación y no disfrutar de tu vida. Haz lo máximo que puedas y tal vez aprenderás que independientemente del tiempo que medites, puedes vivir, amar y ser feliz.

Si haces lo máximo que puedas, vivirás con gran intensidad. Serás productivo y serás bueno contigo mismo, porque te entregarás a tu familia, a tu comunidad, a todo cuanto hagas. Pero la acción es lo que te hará sentir inmensamente feliz. Siempre que haces lo máximo que puedes, actúas; porque amas hacerlo, no tanto por una recompensa. La mayor parte de las personas hacen exactamente lo contrario: sólo emprenden la acción cuándo esperan una recompensa y no disfrutan de ella-.

Hábitos como emplear mal las palabras, tomarse las cosas a pecho y hacer inferencias absurdas te debilitarán. Con el tiempo serán menos frecuentes, siempre y cuando hagamos el máximo esfuerzo y provoquemos en el otro, un cambio, un giro en su vida y una motivación que nos permita actuar como directivos que ejercen un liderazgo a través de su función, más que de un puesto en el esquema organizacional.

Aquí este acróstico que refiere a los rasgos de todo líder y directivo

C olaboración

H abilidad

I nventiva

V isión

A tención

S olidaridad