/ lunes 18 de septiembre de 2023

Una mirada a la educación

Recientemente, se presentó el estudio Panorama Educativo (Education at a Glance) 2023, un reporte del estado que guardan los sistemas educativos de las naciones que conforman la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). México resultó una vez más en posición de rezago respecto a las naciones que componen esta importante agrupación de países.

Por principio de cuentas, nuestro país invierte menos en educación que el promedio de los países de la OCDE. En 2020, México destinó en promedio 763 pesos menos a la educación por día por estudiante de primaria, secundaria y media superior, con respecto a los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

También se destaca el hecho de que, a pesar del compromiso del Gobierno federal de que el gasto en educación como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) iba a ser ascendente, en 2020 México destinó apenas el 4.5% de su PIB, lo que equivale a 0.1% menos con relación al año anterior.

En relación con la matrícula, los datos revelan también que, en el caso de la educación básica, fue el preescolar el que tuvo una tendencia a la baja. Pasó del 84 % en 2017 al 71% en 2021; lo anterior, a pesar de que este nivel educativo es obligatorio en México desde el 2002.

El reporte también destaca que apenas el 59 por ciento de las personas jóvenes en nuestro país, entre 15 y 19 años están matriculados en educación secundaria, media superior o superior, mientras que el promedio de los jóvenes en este mismo rango alcanza el 84% en el resto de los países analizados.

Si bien, a nivel nacional se decidió solo hacer un estudio por país, pudo haber sido posible que se integraran hojas de informes estatales, para conocer el estado que guardan los sistemas educativos subnacionales en México y poder comparar los resultados obtenidos con las condiciones de las naciones participantes. La oportunidad, una vez más, se desperdició.

En Michoacán se guarda una amplia distancia respecto a este tipo de reportes. Lamentablemente no se cuenta con mucha información necesaria para emitir un informe estatal, ni tampoco la transparencia y la rendición de cuentas se persiguen de oficio.

Con tantas universidades, institutos de investigaciones y personal en el ámbito educativo no se requieren grandes avisos protagónicos de firmas de convenios ni la inyección de cifras multimillonarias de recursos, sino la determinación de conocer la realidad para poder dirigir los esfuerzos investigativos en la entidad para poder contar con esa clase de información.

Peor aún, las circunstancias respecto a la posibilidad de cambio no se ven aún favorables ni claras para construir cultura de la evaluación educativa en el país y en Michoacán de Ocampo en particular.

Lamentablemente, ya vemos cómo en algunas plataformas electorales empiezan a aparecer signos de desinterés sobre los indicadores educativos.

No solamente hay una actitud descomprometida ante el derecho ciudadano a conocer la verdad sobre el estado que guarda el sistema educativo nacional, sino que las agendas que se presentan son precarias, simples, omisas, solo por cumplir con el requisito, hechas con consultas mínimas, con una sistematización anacrónica y sin asumir responsabilidades con mejorar el sistema educativo nacional.

Por si fuera poco, lo anterior, existe la amenaza de mayor regresividad en el sistema educativo nacional, ya que hay contrapropuestas en algunas agendas y listas de propuestas, agudizando la situación de opacidad y de ausencia de rendición de cuentas en materia educativa.

Particularmente, pesará, en caso de concretarse, una ausencia mayor de evaluación de los aprendizajes de los estudiantes en la nación, ya que se habla incluso de la posibilidad de la desaparición en la Ley General de Educación de la excelencia como un atributo de la educación que imparte el estado mexicano.

Es momento de darnos cuenta de que la realidad educativa es supranacional y que el mundo no nos va a esperar. Los indicadores que se siguen, de inversión, cobertura, eficiencia terminal y absorción perfectamente se pueden medir en cualquier nación del orbe, sin sesgos políticos ni sentidos ideológicos. El panorama presentado debe llamarnos a la acción en México y en Michoacán en particular.

Sus comentarios son bienvenidos en eaviles@mexicanosprimero.org y en Twitter en @Erik_Aviles

*Doctor en ciencias del desarrollo regional y director fundador de Mexicanos Primero capítulo Michoacán, A.C.

Recientemente, se presentó el estudio Panorama Educativo (Education at a Glance) 2023, un reporte del estado que guardan los sistemas educativos de las naciones que conforman la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). México resultó una vez más en posición de rezago respecto a las naciones que componen esta importante agrupación de países.

Por principio de cuentas, nuestro país invierte menos en educación que el promedio de los países de la OCDE. En 2020, México destinó en promedio 763 pesos menos a la educación por día por estudiante de primaria, secundaria y media superior, con respecto a los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

También se destaca el hecho de que, a pesar del compromiso del Gobierno federal de que el gasto en educación como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) iba a ser ascendente, en 2020 México destinó apenas el 4.5% de su PIB, lo que equivale a 0.1% menos con relación al año anterior.

En relación con la matrícula, los datos revelan también que, en el caso de la educación básica, fue el preescolar el que tuvo una tendencia a la baja. Pasó del 84 % en 2017 al 71% en 2021; lo anterior, a pesar de que este nivel educativo es obligatorio en México desde el 2002.

El reporte también destaca que apenas el 59 por ciento de las personas jóvenes en nuestro país, entre 15 y 19 años están matriculados en educación secundaria, media superior o superior, mientras que el promedio de los jóvenes en este mismo rango alcanza el 84% en el resto de los países analizados.

Si bien, a nivel nacional se decidió solo hacer un estudio por país, pudo haber sido posible que se integraran hojas de informes estatales, para conocer el estado que guardan los sistemas educativos subnacionales en México y poder comparar los resultados obtenidos con las condiciones de las naciones participantes. La oportunidad, una vez más, se desperdició.

En Michoacán se guarda una amplia distancia respecto a este tipo de reportes. Lamentablemente no se cuenta con mucha información necesaria para emitir un informe estatal, ni tampoco la transparencia y la rendición de cuentas se persiguen de oficio.

Con tantas universidades, institutos de investigaciones y personal en el ámbito educativo no se requieren grandes avisos protagónicos de firmas de convenios ni la inyección de cifras multimillonarias de recursos, sino la determinación de conocer la realidad para poder dirigir los esfuerzos investigativos en la entidad para poder contar con esa clase de información.

Peor aún, las circunstancias respecto a la posibilidad de cambio no se ven aún favorables ni claras para construir cultura de la evaluación educativa en el país y en Michoacán de Ocampo en particular.

Lamentablemente, ya vemos cómo en algunas plataformas electorales empiezan a aparecer signos de desinterés sobre los indicadores educativos.

No solamente hay una actitud descomprometida ante el derecho ciudadano a conocer la verdad sobre el estado que guarda el sistema educativo nacional, sino que las agendas que se presentan son precarias, simples, omisas, solo por cumplir con el requisito, hechas con consultas mínimas, con una sistematización anacrónica y sin asumir responsabilidades con mejorar el sistema educativo nacional.

Por si fuera poco, lo anterior, existe la amenaza de mayor regresividad en el sistema educativo nacional, ya que hay contrapropuestas en algunas agendas y listas de propuestas, agudizando la situación de opacidad y de ausencia de rendición de cuentas en materia educativa.

Particularmente, pesará, en caso de concretarse, una ausencia mayor de evaluación de los aprendizajes de los estudiantes en la nación, ya que se habla incluso de la posibilidad de la desaparición en la Ley General de Educación de la excelencia como un atributo de la educación que imparte el estado mexicano.

Es momento de darnos cuenta de que la realidad educativa es supranacional y que el mundo no nos va a esperar. Los indicadores que se siguen, de inversión, cobertura, eficiencia terminal y absorción perfectamente se pueden medir en cualquier nación del orbe, sin sesgos políticos ni sentidos ideológicos. El panorama presentado debe llamarnos a la acción en México y en Michoacán en particular.

Sus comentarios son bienvenidos en eaviles@mexicanosprimero.org y en Twitter en @Erik_Aviles

*Doctor en ciencias del desarrollo regional y director fundador de Mexicanos Primero capítulo Michoacán, A.C.

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