/ martes 18 de octubre de 2022

Iniciamos una revolución que ellas y ellos terminaran.

Resulta tan esperanzador saber que algunas universidades públicas están haciendo paros, a razón de poner un alto la violencia contra sus compañeras, en particular el hostigamiento y el acoso sexual, que ya se había instalado como una forma de coacción oscura y perversa por parte de diversos profesores, todos o casi todos bajo el amparo del poder jerárquico y con la consiga de que eso debería ser un secreto a “voces”, ya que de lo contrario significaría una reprobación y el impedimento para que pudieran continuar su camino estudiantil, lo cual es y seguirá siendo reprobable.

El ver que ahora hombres y mujeres jóvenes, están haciendo esta lucha de manera conjunta resulta conmovedor, ya que hace varios años mientras yo cursaba la preparatoria fui no sólo engañada y abusada por un profesor que daba la materia de biología, quien me mando a extraordinario, y no es que yo no hubiera puesto empeño en la misma, sino que esa era su treta, más vil y asquerosa, este pseudobiólogo, se llamaba Max, era un hombre corpulento, grueso, alto como de 1.90 mts., siempre vestía de guayabera, tenía la cara marcada por un acné severo que le había dejado huellas en su rostro, moreno y sudoroso.

El asunto es que presente mi examen extraordinario, y había estudiado como loca, ya que mi padre era muy estricto conmigo y si se enteraba que había reprobado, no la contaría del todo, ya que me esperaría una semana de regaños y llamadas de atención, lo cual no quería, y es que quién quiere a esa edad de la adolescencia que un padre le diga de cosas, yo esperaría que nadie al menos no en su sano juicio.

Como decía presente mi examen y tres días después tenía que preguntar por mi calificación en ventanilla, para ese entonces me sudaba todo, literalmente, llegue a ventanilla escolar y pregunte por mi calificación, y el hombre que se encontraba en ese lugar en ese momento me dio la indicación de que tenía que pasar con el profesor ya que el me daría la calificación, cuando me dijo eso, bueno, sude frío, dije ya reprobé, iba temblando a encontrarme con el profesor y llegue con él, quien estaba sólo en el laboratorio, me hizo pasar y me dijo que cerrara la puerta, yo ni idea tenía de lo que me pediría, me moría de miedo porque si reprobaba iba ir “arrastrando” como decíamos los de antes esa materia.

Pase al salón y me dijo que había reprobado, pero que tenía una alternativa, que si le daba un beso el me pasaría, yo quedé en shock, pasmada, sin saber que hacer, sin poder pensar en nada más que pasar la materia me vi obligada a hacerlo, me besó el profesor, lo cual fue asqueroso, me sentí humillada, avergonzada, mi corazón latía a mil por hora, cuando lo hizo al terminar me dijo ya te puedes ir, salí del laboratorio llorando, me fui al baño a enjuagarme la boca, como pude me lave la cara, sentía asco, me sentía muy mal conmigo misma, sentía que había fallado, que la culpa era toda mía, posiblemente me había confiado porque no había estudiado lo suficiente, me fui a mi casa.

Ese noche fue fatal, sin dormir, agobiada, que tal si no le había gustado al profesor “el beso” y si no me pasaba, bueno esa noche ha sido una de tantas en que el infierno, si es que dudaba de su existencia había sido una realidad, al otro día regrese a la preparatoria a preguntar mi calificación y estaba, entonces, una mujer en ventanilla, me acerque a preguntar por mi calificación y había sacado una “B”, me sentí aliviada, había aprobado, pero a la vez me sentía terrible, me tomó un momento recuperarme de la emoción de haber aprobado, me tuve que sentar en una banca y entonces vino a mi mente una pregunta extraña, regrese a la ventanilla y le pregunte a la mujer que desde cuando les habían hecho llegar los profesores las calificaciones de los extraordinarios y me dijo que hacía cuatro días que las tenía porque estaba su firma de recibido en el documento. Entonces ahí me fui para atrás, el profesor estaba coludido con ese idiota de la ventanilla, mi culpa se volvió ira, dolor, impotencia, mentadas de todo tipo, pero quién me iba a creer, si a nadie le podía contar lo ocurrido, nadie sabía, desde entonces evite pensar en ello, jamás volví a pasar por ese laboratorio, esa experiencia la convertí en dolor, dolor físico, me lo trague todo, escondí esa violencia en algún rincón de mi cuerpo y de mi mente, guarde silencio, hasta ahora que les cuento.

Supe de casualidad entre amigos y amigas que decían que el profesor a los hombres les pedía una botella de un buen brandy o de los vinos caros, pero las mujeres permanecíamos calladas, como en silencio obligado, para no ser señaladas, mientras escuchábamos lo que contaban los hombres que había reprobado biología, no sentía consuelo en sus relatos sino como una especie de asco que quería olvidar.

Han pasado los años y esa revolución que están construyendo las mujeres y hombres adolescentes y jóvenes, se que será de gran utilidad, porque esa revolución será para la apropiación de sus cuerpos, los cuales no podrán ser utilizados como intercambio y tampoco cosificados, la escuela es un espacio que no se ha podido librar de la violencia, como del bullying, del hostigamiento y el acoso sexual, ya que es evidente que hay una colusión y permisividad entre las autoridades, que además de ser una práctica corrupta e impune, las denuncias aún siguen sin poner a las víctimas en el centro de las políticas escolares y espacios libres de violencia, siguen sin reconocer que para eso también sirve la igualdad, que nos permite ser sujetas de derechos, personas y ciudadanas, no sólo el voto que se consiguió hace 69 años, sino porque la paridad tampoco nos ha alcanzado para acceder a la justicia.

Resulta tan esperanzador saber que algunas universidades públicas están haciendo paros, a razón de poner un alto la violencia contra sus compañeras, en particular el hostigamiento y el acoso sexual, que ya se había instalado como una forma de coacción oscura y perversa por parte de diversos profesores, todos o casi todos bajo el amparo del poder jerárquico y con la consiga de que eso debería ser un secreto a “voces”, ya que de lo contrario significaría una reprobación y el impedimento para que pudieran continuar su camino estudiantil, lo cual es y seguirá siendo reprobable.

El ver que ahora hombres y mujeres jóvenes, están haciendo esta lucha de manera conjunta resulta conmovedor, ya que hace varios años mientras yo cursaba la preparatoria fui no sólo engañada y abusada por un profesor que daba la materia de biología, quien me mando a extraordinario, y no es que yo no hubiera puesto empeño en la misma, sino que esa era su treta, más vil y asquerosa, este pseudobiólogo, se llamaba Max, era un hombre corpulento, grueso, alto como de 1.90 mts., siempre vestía de guayabera, tenía la cara marcada por un acné severo que le había dejado huellas en su rostro, moreno y sudoroso.

El asunto es que presente mi examen extraordinario, y había estudiado como loca, ya que mi padre era muy estricto conmigo y si se enteraba que había reprobado, no la contaría del todo, ya que me esperaría una semana de regaños y llamadas de atención, lo cual no quería, y es que quién quiere a esa edad de la adolescencia que un padre le diga de cosas, yo esperaría que nadie al menos no en su sano juicio.

Como decía presente mi examen y tres días después tenía que preguntar por mi calificación en ventanilla, para ese entonces me sudaba todo, literalmente, llegue a ventanilla escolar y pregunte por mi calificación, y el hombre que se encontraba en ese lugar en ese momento me dio la indicación de que tenía que pasar con el profesor ya que el me daría la calificación, cuando me dijo eso, bueno, sude frío, dije ya reprobé, iba temblando a encontrarme con el profesor y llegue con él, quien estaba sólo en el laboratorio, me hizo pasar y me dijo que cerrara la puerta, yo ni idea tenía de lo que me pediría, me moría de miedo porque si reprobaba iba ir “arrastrando” como decíamos los de antes esa materia.

Pase al salón y me dijo que había reprobado, pero que tenía una alternativa, que si le daba un beso el me pasaría, yo quedé en shock, pasmada, sin saber que hacer, sin poder pensar en nada más que pasar la materia me vi obligada a hacerlo, me besó el profesor, lo cual fue asqueroso, me sentí humillada, avergonzada, mi corazón latía a mil por hora, cuando lo hizo al terminar me dijo ya te puedes ir, salí del laboratorio llorando, me fui al baño a enjuagarme la boca, como pude me lave la cara, sentía asco, me sentía muy mal conmigo misma, sentía que había fallado, que la culpa era toda mía, posiblemente me había confiado porque no había estudiado lo suficiente, me fui a mi casa.

Ese noche fue fatal, sin dormir, agobiada, que tal si no le había gustado al profesor “el beso” y si no me pasaba, bueno esa noche ha sido una de tantas en que el infierno, si es que dudaba de su existencia había sido una realidad, al otro día regrese a la preparatoria a preguntar mi calificación y estaba, entonces, una mujer en ventanilla, me acerque a preguntar por mi calificación y había sacado una “B”, me sentí aliviada, había aprobado, pero a la vez me sentía terrible, me tomó un momento recuperarme de la emoción de haber aprobado, me tuve que sentar en una banca y entonces vino a mi mente una pregunta extraña, regrese a la ventanilla y le pregunte a la mujer que desde cuando les habían hecho llegar los profesores las calificaciones de los extraordinarios y me dijo que hacía cuatro días que las tenía porque estaba su firma de recibido en el documento. Entonces ahí me fui para atrás, el profesor estaba coludido con ese idiota de la ventanilla, mi culpa se volvió ira, dolor, impotencia, mentadas de todo tipo, pero quién me iba a creer, si a nadie le podía contar lo ocurrido, nadie sabía, desde entonces evite pensar en ello, jamás volví a pasar por ese laboratorio, esa experiencia la convertí en dolor, dolor físico, me lo trague todo, escondí esa violencia en algún rincón de mi cuerpo y de mi mente, guarde silencio, hasta ahora que les cuento.

Supe de casualidad entre amigos y amigas que decían que el profesor a los hombres les pedía una botella de un buen brandy o de los vinos caros, pero las mujeres permanecíamos calladas, como en silencio obligado, para no ser señaladas, mientras escuchábamos lo que contaban los hombres que había reprobado biología, no sentía consuelo en sus relatos sino como una especie de asco que quería olvidar.

Han pasado los años y esa revolución que están construyendo las mujeres y hombres adolescentes y jóvenes, se que será de gran utilidad, porque esa revolución será para la apropiación de sus cuerpos, los cuales no podrán ser utilizados como intercambio y tampoco cosificados, la escuela es un espacio que no se ha podido librar de la violencia, como del bullying, del hostigamiento y el acoso sexual, ya que es evidente que hay una colusión y permisividad entre las autoridades, que además de ser una práctica corrupta e impune, las denuncias aún siguen sin poner a las víctimas en el centro de las políticas escolares y espacios libres de violencia, siguen sin reconocer que para eso también sirve la igualdad, que nos permite ser sujetas de derechos, personas y ciudadanas, no sólo el voto que se consiguió hace 69 años, sino porque la paridad tampoco nos ha alcanzado para acceder a la justicia.