/ lunes 12 de septiembre de 2022

Las cenicientas del cuento.

Resulta inquietante y preocupante que, desde hace tiempo en diversos espacios de toma de decisiones, llámese Congreso de la Unión, Congresos estatales, secretarías de estado, institutos, administraciones municipales y demás cargos de representación “ciudadana y supuestamente de las mujeres”, sean estas las más mordaces por decir lo menos, y que además casi todas ellas tendientes a la defensa del machismo, así como del conservadurismo más oprobioso, vengativo, belicoso, antidemocrático y anti derechos humanos.

Desde hace mucho tiempo no me creo ni un ápice eso de que los partidos conservadores integran casi de manera inmediata a mujeres a sus planillas, cuyo objetivo no es el progreso y la paridad sino el mujerísmo, contrariamente a los partidos de izquierda que casi siempre hacen el camino más complicado para las mujeres, para que se vayan solas por donde llegaron, ambos meritocráticos y serviles, dejando a las mujeres en el camino de la confrontación más descarnada para espectacularizar con que ya son “libres”, evidenciando que los acuerdos para el adelanto de las mujeres no son más que retorica hueca por omisión, ignorancia y desconocimiento.

Una serie de comentarios resuenan en diversos medios, ataques, descalificaciones, confrontaciones y como protagonistas, esas mujeres que parecen ser todas así, las que también salen guardando silencio, apoyando iniciativas de ley que pone en evidencia, que “las mujeres” que según nos representan, no saben ni tienen idea de lo que es ejercer sus derechos, porque no saben disentir, dudar, oponerse.

Casi no hay evidencia de razonamientos mínimos o básicos que se supone nos enseñaron en algún momento de nuestras vidas, posiblemente en la escuela, bajo simples preguntas ¿para qué y por qué?, no hay ejercicio de argumentaciones, no hay reflexiones, no hay la posibilidad poner a juicio las consecuencias jurídicas y sus implicaciones sociales, económicas y políticas que esto tendrá no mañana sino en este momento.

Me resulta inaceptable ver a esas mujeres, siendo voceras y actoras de las practicas más machistas y con posiciones ultraconservadoras, que lo único que hacen es afianzar este sistema patriarcal que les oprime, subordina y utiliza, y que sean tan sometidas al hacerle el trabajo sucio a los hombres, sus compañeros, que les alientan, que las convencen de ser “empoderadas”, nada más irónico y ridículo.

Y es que no cabe duda, que todavía hay mujeres que siguen siendo la tropa del primer frente de defensa del conservadurismo, allanando el camino con sus cuerpos negándose a si mismas, por donde luego pasaran esos hombres que ahora defienden aplastándolas y anulándoles, sí, esos de derecha y de izquierda, fortaleciendo la ideología que ahora denominan de “género” y que sostiene aberraciones y barbaridades que destrozan las vías de la interlocución y de la democracia, como también sepultan la agenda de las mujeres y los acuerdos que de alguna manera habían favorecido el contar con marcos jurídicos que nos protegieran y garantizaran el ser reconocidas como mujeres, personas, ciudadanas y sujetas de derecho.

Ahora todo se basa en una percepción de disforia que tergiversa brutalmente la realidad y la verdad, en singular y en plural, me quedo atónita cuando escucho que ahora resulta que la violencia contra las mujeres “ha disminuido” y lo que esto traerá como consecuencia, es decir nosotras las feministas y los colectivos de mujeres que salimos a reclamar y exigir que haya una política y estrategia que detenga este flagelo es mera subjetividad, es irreal estamos locas, exageramos, distorsionamos y negamos la “verdad”, y lo peor es que nos avientan “datos oficiales” que no consideraron una pandemia, que es también análisis de contexto, sin establecer con claridad de qué violencias estamos hablando, no se preguntan acaso que posiblemente las mujeres hemos encontrado otros caminos que no sean los jurídicos, que no sólo nos cuestan un dineral sino que nos exponen a otras formas de violencias, no será que renunciamos a su “reconocimiento de víctimas con denuncia” porque nos cansamos de poner denuncias para que no pasara nada, no será que hemos aprendido a no ir por los caminos institucionales, y que encontramos en las vías anómicas una serie de posibilidades.

Lo peor de todo son estos gobiernos que según no se forman del lado de los “no conservadores” argumentaban estar en contra del neoliberalismo, pues eso que están haciendo y avalando se llama neoliberalismo, porque el Estado sigue reduciendo su ejercicio, deja de ser rector y de garantizar el pleno ejercicio de los derechos humanos, porque lo que nos están haciendo a las mujeres es la practica más evidente de un neoliberalismo más machista y conservador, porque las víctimas de la militarización y de las violencias siguen siendo mujeres, y que es la violencia sexual la que no se denuncia.

Nada más peligroso, esto que está sucediendo, porque eso quiere decir que las mujeres hemos sido borradas, oficialmente invisibilizadas, no importa que haya instituciones que atiendan nuestras problemáticas que no son inventadas, sino el reflejo de la desigualdad, me preocupan los reduccionismos que constatamos, mientras las mujeres que nos representan callan, legitiman y alían al patriarcado, se sienten “empoderadas” porque aumentan las penalidades del feminicidio, vaya salida “políticamente correcta”, pero que son cómplices de la agenda conservadora y retrograda que nos amenaza a todas, que nos trata como indigentes, pobres, vulnerables, que nos regresa al espacio doméstico para no sentir “culpa” por no cumplir con el mandato de tradicional de la buena madre, esposa, cuidadora, limpiadora, que buscan que nuestra inteligencia se reduzca a saber como “arreglar un refrigerador, un closet, una cocina”, que nos ponen en cargos públicos donde no se pueden tomar decisiones y tampoco hay dinero, odio que nos instrumentalicen, que nos lancen a la imposibilidad de ser seres plenas, de acceder al placer, a la justicia, de ser dueñas de nosotras.

Lo único que sí creo es que esas cenicientas de este cuento, algún día despertarán y verán que su rey no era ni encantador ni progresista, contrariamente les encerró en la torre y ellas tiraron la llave.

Resulta inquietante y preocupante que, desde hace tiempo en diversos espacios de toma de decisiones, llámese Congreso de la Unión, Congresos estatales, secretarías de estado, institutos, administraciones municipales y demás cargos de representación “ciudadana y supuestamente de las mujeres”, sean estas las más mordaces por decir lo menos, y que además casi todas ellas tendientes a la defensa del machismo, así como del conservadurismo más oprobioso, vengativo, belicoso, antidemocrático y anti derechos humanos.

Desde hace mucho tiempo no me creo ni un ápice eso de que los partidos conservadores integran casi de manera inmediata a mujeres a sus planillas, cuyo objetivo no es el progreso y la paridad sino el mujerísmo, contrariamente a los partidos de izquierda que casi siempre hacen el camino más complicado para las mujeres, para que se vayan solas por donde llegaron, ambos meritocráticos y serviles, dejando a las mujeres en el camino de la confrontación más descarnada para espectacularizar con que ya son “libres”, evidenciando que los acuerdos para el adelanto de las mujeres no son más que retorica hueca por omisión, ignorancia y desconocimiento.

Una serie de comentarios resuenan en diversos medios, ataques, descalificaciones, confrontaciones y como protagonistas, esas mujeres que parecen ser todas así, las que también salen guardando silencio, apoyando iniciativas de ley que pone en evidencia, que “las mujeres” que según nos representan, no saben ni tienen idea de lo que es ejercer sus derechos, porque no saben disentir, dudar, oponerse.

Casi no hay evidencia de razonamientos mínimos o básicos que se supone nos enseñaron en algún momento de nuestras vidas, posiblemente en la escuela, bajo simples preguntas ¿para qué y por qué?, no hay ejercicio de argumentaciones, no hay reflexiones, no hay la posibilidad poner a juicio las consecuencias jurídicas y sus implicaciones sociales, económicas y políticas que esto tendrá no mañana sino en este momento.

Me resulta inaceptable ver a esas mujeres, siendo voceras y actoras de las practicas más machistas y con posiciones ultraconservadoras, que lo único que hacen es afianzar este sistema patriarcal que les oprime, subordina y utiliza, y que sean tan sometidas al hacerle el trabajo sucio a los hombres, sus compañeros, que les alientan, que las convencen de ser “empoderadas”, nada más irónico y ridículo.

Y es que no cabe duda, que todavía hay mujeres que siguen siendo la tropa del primer frente de defensa del conservadurismo, allanando el camino con sus cuerpos negándose a si mismas, por donde luego pasaran esos hombres que ahora defienden aplastándolas y anulándoles, sí, esos de derecha y de izquierda, fortaleciendo la ideología que ahora denominan de “género” y que sostiene aberraciones y barbaridades que destrozan las vías de la interlocución y de la democracia, como también sepultan la agenda de las mujeres y los acuerdos que de alguna manera habían favorecido el contar con marcos jurídicos que nos protegieran y garantizaran el ser reconocidas como mujeres, personas, ciudadanas y sujetas de derecho.

Ahora todo se basa en una percepción de disforia que tergiversa brutalmente la realidad y la verdad, en singular y en plural, me quedo atónita cuando escucho que ahora resulta que la violencia contra las mujeres “ha disminuido” y lo que esto traerá como consecuencia, es decir nosotras las feministas y los colectivos de mujeres que salimos a reclamar y exigir que haya una política y estrategia que detenga este flagelo es mera subjetividad, es irreal estamos locas, exageramos, distorsionamos y negamos la “verdad”, y lo peor es que nos avientan “datos oficiales” que no consideraron una pandemia, que es también análisis de contexto, sin establecer con claridad de qué violencias estamos hablando, no se preguntan acaso que posiblemente las mujeres hemos encontrado otros caminos que no sean los jurídicos, que no sólo nos cuestan un dineral sino que nos exponen a otras formas de violencias, no será que renunciamos a su “reconocimiento de víctimas con denuncia” porque nos cansamos de poner denuncias para que no pasara nada, no será que hemos aprendido a no ir por los caminos institucionales, y que encontramos en las vías anómicas una serie de posibilidades.

Lo peor de todo son estos gobiernos que según no se forman del lado de los “no conservadores” argumentaban estar en contra del neoliberalismo, pues eso que están haciendo y avalando se llama neoliberalismo, porque el Estado sigue reduciendo su ejercicio, deja de ser rector y de garantizar el pleno ejercicio de los derechos humanos, porque lo que nos están haciendo a las mujeres es la practica más evidente de un neoliberalismo más machista y conservador, porque las víctimas de la militarización y de las violencias siguen siendo mujeres, y que es la violencia sexual la que no se denuncia.

Nada más peligroso, esto que está sucediendo, porque eso quiere decir que las mujeres hemos sido borradas, oficialmente invisibilizadas, no importa que haya instituciones que atiendan nuestras problemáticas que no son inventadas, sino el reflejo de la desigualdad, me preocupan los reduccionismos que constatamos, mientras las mujeres que nos representan callan, legitiman y alían al patriarcado, se sienten “empoderadas” porque aumentan las penalidades del feminicidio, vaya salida “políticamente correcta”, pero que son cómplices de la agenda conservadora y retrograda que nos amenaza a todas, que nos trata como indigentes, pobres, vulnerables, que nos regresa al espacio doméstico para no sentir “culpa” por no cumplir con el mandato de tradicional de la buena madre, esposa, cuidadora, limpiadora, que buscan que nuestra inteligencia se reduzca a saber como “arreglar un refrigerador, un closet, una cocina”, que nos ponen en cargos públicos donde no se pueden tomar decisiones y tampoco hay dinero, odio que nos instrumentalicen, que nos lancen a la imposibilidad de ser seres plenas, de acceder al placer, a la justicia, de ser dueñas de nosotras.

Lo único que sí creo es que esas cenicientas de este cuento, algún día despertarán y verán que su rey no era ni encantador ni progresista, contrariamente les encerró en la torre y ellas tiraron la llave.