/ martes 11 de octubre de 2022

Las feministas: espiadas y amenazadas.

Habrá quienes quieran y puedan desacreditar lo que hemos conocido en las últimas semanas sobre estos archivos que están siendo dados a conocer derivado del hackeo de este grupo que se denomina Guacamayas Leaks a la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), el hecho no es para menos, tardaremos en conocer a fondo la información obtenida, la que además deberá pasar por un proceso de organización y análisis bastante agudo y meticuloso, lo cual tal vez no nos sorprenda.

Me resulta agobiante pensar en cada evento, problema o situación en el gobierno, ya habíamos caído muy bajo, pero no podría estar más equivocada porque siempre viene algo mucho peor que le roba reflexión y atención a lo anterior inmediato y zas viene algo mucho peor, que distrae y que impide pensar que es posiblemente consecuencia de lo que se nos estaba olvidando y así, un juego interminable.

Pues es que resulta que las feministas, estamos siendo espiadas, lo cual no nos parece irreal ni exagerado, honestamente muchas ya lo sabíamos, no así con esa especulativa certeza, sino que por mucho años algunas mujeres a fin y feministas que formamos parte de diversos grupos, colectivas, movimientos sociales amplios y diversos de mujeres, han sido espiadas por diversos gobiernos, así como por quienes ideológicamente se juntan para impedir los avances de los derechos humanos de las mujeres, ya que el cuerpo de las mujeres sigue siendo un territorio en disputa, objeto central de su ataque, tal y como la historia lo sigue demostrando.

El feminismo como movimiento que no sólo es aquel que pinta y ralla las paredes, sino aquel que es incomodo para cualquier gobierno en turno, ya que por un lado van los discursos y las fotografías cargadas de demagogia y retórica disque a favor de los derechos humanos de las mujeres, pero que en los hechos nada cambia, siguen amparándose aquellos agresores que desde el poder operan, ya sea amenazando a sus compañeras de trabajo, de partido, de escuela, de hospital, como también a integrantes de su familia, no importa si es su madre, hermana, hija o esposa, no interesa la violencia contra las mujeres, el asunto es impedir que ejerzan y respeten sus derechos, para ello torcer la ley un poco no es problema, así como utilizar los compadrazgos que muchas veces dan el pitazo para que sus “colegas” estén advertidos de que van a hacer demandados, denunciados o evidenciados.

El movimiento feminista en nuestro país, como en muchos otros, ha sido una verdadera contraparte para cuestionar el poder, el patriarcado, la violencia feminicida, la omisión, la corrupción, el engaño, los feminicidios, el acceso a la justicia, mucho hemos aportado las feministas a la democracia, al estado de derecho, a la verdad, a la visibilización y no al olvido.

Hemos llevado a juicio al Estado, denunciando sus crímenes, ya sea que haya permitido, tolerado o impuesto para que se realicen, y esos muchos de ellos son obra de las llamadas fuerzas del Estado, como: la policía ahora guardia civil o nacional, el Ejército y sus soldados, los sicarios, las autoridades estatales y municipales, para que violenten y usen a niñas, adolescentes y mujeres. Actualmente, nos han puesto vallas, nos han tirado bombas de humo y disparado balas, nos han golpeado, nos han insultado, nos han perseguido, nos han acusado, nos han quitado el derecho que tenemos a acceder a los recursos federales y estatales para hacer el trabajo que los gobiernos no quieren hacer, porque no se quieren ensuciar, porque no hay gente que aplauda y grite “presidente”.

Hoy nuestro derecho a la igualdad esta en riesgo como nunca antes, “no somos iguales” reza la mañanera, y efectivamente no lo somos, porque sobre el cuerpo de las mujeres se monta y sostiene la desigualdad y se establece el orden social y sexual que enfrentamos, ahora somos menos que ciudadanas, no tenemos derecho a la protesta, a la libertad de expresión, a ocupar el espacio público, no somos libres, cada día qué pasa veo como se “limita el ejercicio de un derecho” y nos escupen que no es cierto, que eso no es fascismo, que eso no es tiranía, qué acaso borrarnos, invisibilizarnos, amenazarnos no es una práctica de opresión que utilizan tanto los grupos de derecha como de izquierda, aunque estos se autodenominen moderados, pero que se sirven de sus prácticas jerárquicas y machistas para hacerlo.

Ahora se nos quiere imponer cómo ser feminista y su estereotipo, quién si es y quién no, se nos “sugiere” de qué lado se tiene que estar, las instituciones que creamos son de ficción, ahora el Estado y sus autoridades, acreditan o no quien sí es una víctima y la cual es denostada sólo porque no querer denunciar, lo que ha alentado la impunidad, no es que se reduzca la violencia, las mujeres no queremos seguir la línea del estado, hemos decido seguir por nuestra parte, estamos formando nuestro “Estado” de manera independiente, presionando, buscando interlocución porque tampoco nos toca hacer el trabajo de la autoridad, ya sea por las buenas o por las malas, no hay de otra lo tendrán que hacer, sin importarnos si nos espían o no, aunque nos desmantelen, desacrediten, reprendan lo haremos como lo hemos venido haciendo y posiblemente estemos más hartas y las estrategias cambien, lo seguiremos haciendo aunque no les guste.

Habrá quienes quieran y puedan desacreditar lo que hemos conocido en las últimas semanas sobre estos archivos que están siendo dados a conocer derivado del hackeo de este grupo que se denomina Guacamayas Leaks a la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), el hecho no es para menos, tardaremos en conocer a fondo la información obtenida, la que además deberá pasar por un proceso de organización y análisis bastante agudo y meticuloso, lo cual tal vez no nos sorprenda.

Me resulta agobiante pensar en cada evento, problema o situación en el gobierno, ya habíamos caído muy bajo, pero no podría estar más equivocada porque siempre viene algo mucho peor que le roba reflexión y atención a lo anterior inmediato y zas viene algo mucho peor, que distrae y que impide pensar que es posiblemente consecuencia de lo que se nos estaba olvidando y así, un juego interminable.

Pues es que resulta que las feministas, estamos siendo espiadas, lo cual no nos parece irreal ni exagerado, honestamente muchas ya lo sabíamos, no así con esa especulativa certeza, sino que por mucho años algunas mujeres a fin y feministas que formamos parte de diversos grupos, colectivas, movimientos sociales amplios y diversos de mujeres, han sido espiadas por diversos gobiernos, así como por quienes ideológicamente se juntan para impedir los avances de los derechos humanos de las mujeres, ya que el cuerpo de las mujeres sigue siendo un territorio en disputa, objeto central de su ataque, tal y como la historia lo sigue demostrando.

El feminismo como movimiento que no sólo es aquel que pinta y ralla las paredes, sino aquel que es incomodo para cualquier gobierno en turno, ya que por un lado van los discursos y las fotografías cargadas de demagogia y retórica disque a favor de los derechos humanos de las mujeres, pero que en los hechos nada cambia, siguen amparándose aquellos agresores que desde el poder operan, ya sea amenazando a sus compañeras de trabajo, de partido, de escuela, de hospital, como también a integrantes de su familia, no importa si es su madre, hermana, hija o esposa, no interesa la violencia contra las mujeres, el asunto es impedir que ejerzan y respeten sus derechos, para ello torcer la ley un poco no es problema, así como utilizar los compadrazgos que muchas veces dan el pitazo para que sus “colegas” estén advertidos de que van a hacer demandados, denunciados o evidenciados.

El movimiento feminista en nuestro país, como en muchos otros, ha sido una verdadera contraparte para cuestionar el poder, el patriarcado, la violencia feminicida, la omisión, la corrupción, el engaño, los feminicidios, el acceso a la justicia, mucho hemos aportado las feministas a la democracia, al estado de derecho, a la verdad, a la visibilización y no al olvido.

Hemos llevado a juicio al Estado, denunciando sus crímenes, ya sea que haya permitido, tolerado o impuesto para que se realicen, y esos muchos de ellos son obra de las llamadas fuerzas del Estado, como: la policía ahora guardia civil o nacional, el Ejército y sus soldados, los sicarios, las autoridades estatales y municipales, para que violenten y usen a niñas, adolescentes y mujeres. Actualmente, nos han puesto vallas, nos han tirado bombas de humo y disparado balas, nos han golpeado, nos han insultado, nos han perseguido, nos han acusado, nos han quitado el derecho que tenemos a acceder a los recursos federales y estatales para hacer el trabajo que los gobiernos no quieren hacer, porque no se quieren ensuciar, porque no hay gente que aplauda y grite “presidente”.

Hoy nuestro derecho a la igualdad esta en riesgo como nunca antes, “no somos iguales” reza la mañanera, y efectivamente no lo somos, porque sobre el cuerpo de las mujeres se monta y sostiene la desigualdad y se establece el orden social y sexual que enfrentamos, ahora somos menos que ciudadanas, no tenemos derecho a la protesta, a la libertad de expresión, a ocupar el espacio público, no somos libres, cada día qué pasa veo como se “limita el ejercicio de un derecho” y nos escupen que no es cierto, que eso no es fascismo, que eso no es tiranía, qué acaso borrarnos, invisibilizarnos, amenazarnos no es una práctica de opresión que utilizan tanto los grupos de derecha como de izquierda, aunque estos se autodenominen moderados, pero que se sirven de sus prácticas jerárquicas y machistas para hacerlo.

Ahora se nos quiere imponer cómo ser feminista y su estereotipo, quién si es y quién no, se nos “sugiere” de qué lado se tiene que estar, las instituciones que creamos son de ficción, ahora el Estado y sus autoridades, acreditan o no quien sí es una víctima y la cual es denostada sólo porque no querer denunciar, lo que ha alentado la impunidad, no es que se reduzca la violencia, las mujeres no queremos seguir la línea del estado, hemos decido seguir por nuestra parte, estamos formando nuestro “Estado” de manera independiente, presionando, buscando interlocución porque tampoco nos toca hacer el trabajo de la autoridad, ya sea por las buenas o por las malas, no hay de otra lo tendrán que hacer, sin importarnos si nos espían o no, aunque nos desmantelen, desacrediten, reprendan lo haremos como lo hemos venido haciendo y posiblemente estemos más hartas y las estrategias cambien, lo seguiremos haciendo aunque no les guste.